La Biblia le presta mucha atención al asunto del pecado. Si queremos conocer el evangelio de Dios y la salvación de Dios, debemos conocer primeramente cómo el pecado nos ha afectado y cómo nos hemos hecho pecadores.
La diferencia entre el pecado y los pecados.
El pecado está en singular y los pecados está en plural. El pecado se refiere al poder que está dentro de nosotros que nos motiva a cometer actos pecaminosos. En contraste, los pecados se refieren específicamente a los actos pecaminosos individuales que cometemos exteriormente. Figurativamente hablando, el pecado es como un árbol y los pecados son como el fruto del árbol. El pecado está en la naturaleza del hombre; los pecados están en la conducta del hombre. Del pecado debemos ser liberados; de los pecados debemos ser perdonados. El pecado está relacionado a la santificación; los pecados están relacionados a la justificación. Por esta razón Dios trata no sólo con el registro de pecados, sino también con la inclinación al pecado. Sólo cuando vemos ambos aspectos nuestro entendimiento acerca de la salvación está completo.
¿Quién es un pecador?
Ahora necesitamos preguntar: ¿Quién es un pecador? Si usted mira en el diccionario, temo que la definición de pecador será alguien que peca. Pero cuando usted lea la Biblia, tendrá que rechazar esta definición, porque no es que el que comete pecados es un pecador, sino que el pecador es el que comete pecados. ¿Qué significa esto? Nosotros somos pecadores; no nos convertimos en pecadores. Mientras haya nacido de Adán, es un pecador. No importa qué clase de persona usted sea, sigue siendo un pecador. Todos somos pecadores por constitución.
Si usted le preguntara a Pablo si sus pecados fueron perdonados, él decía humildemente que era un pecador. Él no podía negar la obra de Dios en él. Pero tampoco podía negar su posición en Adán. Aunque hemos recibido nueva gracia en Cristo, Dios no ha quitado totalmente el problema del pecado; aún somos pecadores.
El peor pecado.
El pecado sobresaliente del Antiguo Testamento es dejar de amar a Dios. En el Nuevo Testamento, también hay un pecado sobresaliente, el cual es rehusar creer en el Señor Jesucristo. Entonces, el asunto no es si uno ha robado a otros, o si uno ha asesinado o complotado un incendio. El asunto no es la lujuria personal ni los pensamientos ni las palabras. Más bien, el problema radica en la relación que uno tiene con Dios.
Los otros pecados.
Esto no significa que los demás pecados no son importantes. Todos los pecados conllevan castigo. En el Antiguo Testamento, aquellos que no amaron a Dios cometieron muchos otros pecados en forma espontánea. En el Nuevo Testamento, también aquellos que no creen en el Señor espontáneamente cometen muchos pecados. Dejar de amar a Dios y rehusar creer en el Señor son los dos pecados principales.
El resultado del pecado y de los pecados.
Una vez que el hombre sucumbe ante el poder del pecado, él comete una variedad de pecados. Nuestro pecado no nos trae el problema de culpabilidad ante Dios. Más bien, los pecados que hemos cometido son los que traen el problema. Debido a que existen los pecados, hay culpabilidad. Una vez que una persona es culpable, viene el castigo. Debido a que existe castigo, no hay descanso en la conciencia y uno es consciente de que está apartado de Dios. Los pecados nos hacen personas condenadas ante Dios; nos hacen esperar la ira de Dios. Cuando uno es perdonado la conciencia queda en paz; sólo así tendrá la confianza para ir a Dios.
El entendimiento del hombre acerca del pecado y de los pecados.
Después de haber sido cristianos por muchos años, vemos que lo que nos entristece y molesta no son los muchos pecados, sino el pecado mismo. Hay un principio natural dentro de nosotros que nos hace pecar el cual nos controla y seduce. Nos dirige constantemente a los pecados exteriores. Este pecado está en singular en la Biblia. No denota nuestra conducta; más bien, denota nuestra naturaleza. Este pecado está en nuestra naturaleza, y necesitamos ser libres de eso.
Los tres aspectos del pecado.
La Biblia nos muestra que el pecado tiene tres aspectos. Primero, el pecado está ante Dios. Segundo, el pecado está en la conciencia. Tercero, el pecado está en la carne. Es como un rio alimentado por tres afluentes.
En primer lugar, los incidentes del pecado ocurren en el hombre. Pero tan pronto como el hombre peca, eso es registrado ante Dios. Dios es el Gobernador soberano del mundo. Él está en control de todo. Si en el transcurso de nuestra vida hemos transgredido la ley, hay un registro de nuestro pecado ante Dios. Puesto que Dios dice que aquel que peca debe morir, Él debe ejecutar Su juicio sobre los pecados. No hay manera de que escapemos, pues el pecado ya ha sido registrado.
En segundo lugar, existe el conocimiento del pecado en nuestra conciencia. Originalmente, este pecado sólo estaba ante Dios; ahora está identificado en su conciencia. La luz de Dios ilumina su interior a través de la ventana de su conciencia. Por lo tanto, la conciencia es afectada el conocimiento. Sin el conocimiento, usted es ignorante de sus pecados; y puesto que su conciencia no lo molesta, usted se siente en paz. Pero tan pronto como tenga el conocimiento y comienza a darse cuenta de la perspectiva de Dios y la perspectiva de la ley acerca de usted, su conciencia no lo dejará tranquilo.
Ahora vemos el tercer aspecto: el poder del pecado y las actividades del pecado en la carne del hombre. El pecado en la carne es subjetivo. Esto significa que el pecado que mora en mí tiene el poder para forzarme a pecar; tiene el poder para incitarme a pecar. Si usted nunca ha resistido al pecado, nunca ha sentido su poder. Pero si trata de resistirlo, sentirá su poder. Cuando el agua está fluyendo, usted no siente su poder si fluye con él. Pero si usted trata de ir contra la corriente, sentirá su poder. Sólo así usted sabrá que es impotente y que no puede solucionar el problema del pecado en su carne, sin mencionar la presencia de los pecados en su conciencia y el registro de los pecados ante Dios.
Por lo tanto, debemos ver que cuando Dios nos salva, Él trata con los tres aspectos. El pecado interior es tratado por la cruz y la crucifixión del viejo hombre. Cada vez que la Biblia habla de los pecados, se refiere a los hechos pecaminosos ante Dios y en nuestra conciencia. Pero cada vez que la Biblia menciona al pecado en la carne, usa la palabra pecado, no pecados. Si usted recuerda esto, no tendrá problemas más tarde.
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