Vocaciones del predicador extraordinario

Predicador


Es un mayordomo

El Señor mismo lo constituye en mayordomo de sus misterios revelados. Sirve como un administrador fiel. Administra sabiamente su vida y su tiempo porque sabe que no es el dueño, todo se le ha prestado. Es un siervo diligente bajo las instrucciones de su Señor, que cuida que el mensaje del Evangelio sea predicado de manera completa a tiempo y fuera de tiempo. Lo transmite de la misma manera que le fue entregado, porque sabe que nada es propio y que rendirá cuentas de lo recibido y de su mayordomía. ¡Por eso las palabras del apóstol "Ay de mi si no predico el evangelio! “Soy deudor de predicar el evangelio”.

Es un heraldo

Al igual que el “Kerux”, el mensajero del rey en tiempos del Antiguo Testamento, proclama el mensaje fielmente que le ha encomendado su Señor. Lo ha recibido por gracia, no lo crea ni lo inventa. No lo adultera, tampoco lo suaviza para quedar bien con los hombres.

Es un embajador

El predicador es un representante oficial de Dios por medio de Jesucristo en donde quiera que ejerza el ministerio. Es un enviado en nombre del reino de Dios. Pablo menciona específicamente su función de embajador, (2Co 5:18-20.) A él, como a todos los seguidores ungidos de Jesucristo, se le envió a las naciones y a las personas que estaban alejadas de Jehová Dios, el Soberano Supremo, en calidad de embajador en un mundo que no estaba en paz con Dios. Como tal, Pablo era portador de un mensaje de reconciliación con Dios mediante Cristo. Así, el predicador
Habla en representación de Jesucristo quien lo llamó y lo envío a predicar. Es un digno representante de Cristo y su mensaje, que ha transformado su vida. Es un servidor del Señor que le ha sido encomendado “plantar o regar” sabiendo que el crecimiento lo da Dios. No predica en sus fuerzas, sino en el poder de la Palabra de Dios, de Cristo, del Espiritu Santo. (Stott 1986).

Es un discípulo

Aprende de su maestro y sigue sus huellas en todas las áreas de la vida. El predicador es un discípulo que sigue el modelo de predicación de Jesús. Se percata que los sermones de Jesús comenzaban con historias, parábolas, dichos de la vida diaria. Cuando las personas las escuchaban inmediatamente quedaban cautivadas en sus mentes y en sus corazones. ¿Quién no se ha quedado asombrado, interpelado y maravillado al leer el Sermón del monte?

Sabe que el Señor predicaba el mensaje divino, conectándolo a la realidad de las personas necesitadas. Por ello las personas “Quedaban maravilladas al escucharlo”. Ningún sermón de Jesús de Nazaret es aburrido en contraste con los sermones de los fariseos que estaban cargados de palabras rebuscadas y de religiosidad espuria. Todos los que oían al Señor decían “Porque habla con autoridad, como los fariseos”; “Los alguaciles по respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre habla! Juan 7:46 (LBLA). Esa autoridad venía de la Palabra y de la llenura del Espíritu Santo y de sus predicaciones vivenciales que interpelaban a sus oyentes. Jesús afirmó: “Las palabras que yo les hablo son Espíritu y son Vida”; “He venido para que tenga vida y vida en abundancia”.

Predica siguiendo el ejemplo de los sermones extraordinarios de Jesús que traían respuesta de salvación y edificación: Por medio de historias y parábolas, usando la Escritura, aplicando el mensaje y significado a las personas necesitadas, motivándolas a recibirlas y desafiándolas a la acción.

Es un maestro

Explica el conocimiento de Cristo. En el sentido estricto puede ser predicador, pero también se le ha concedido el llamado de la enseñanza, él sabe que Cristo le ha dado el don para el servicio y ayuda de los otros, “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12 RV60). Así, en la medida que sigue avanzando en el conocimiento proclama, explica, enseña los contenidos de dicho conocimiento.

Es un testigo

Es un testigo del poder del Evangelio y del poder de nuestro Señor Jesucristo que han transformado su vida. Es un testimonio viviente que da evidencias a otros de todo lo que ha recibido de Dios en Cristo. Jesús les dijo a sus discípulos que fueran sus testigos de lo que habían visto, oído y palpado. Ese mismo encargo se lo dio a Pablo: “Pero levántate y ponte en pie; porque te he aparecido con el fin de designarte como ministro y testigo, no sólo de las cosas que has visto, sino también de aquellas en que me apareceré a ti;” Hechos 26:16 (LBLA).

Es un atalaya

Es el papel que ha jugado el predicador a lo largo de la historia de la iglesia. Los pastores predicadores son llamados a vigilar para que los lobos no se coman a las ovejas. Están alertas contra el peligro de las herejías encubiertas, de las falsas doctrinas y las amenazas de los falsos maestros. Han dado la voz de alarma a la iglesia a tiempo y fuera de tiempo. El buen pastor y predicador cuida a sus ovejas.

Es un adorador

Exalta solamente la gloria de Dios. Cumple con la labor asignada pese a todas las dificultades. Todo lo que hace, comenzando con los actos cotidianos como comer y beber, estudiar, preparar el sermón, presentando su cuerpo en sacrificio vivo y agradable a Dios, hasta el acto supremo de la proclamación en la iglesia, está consciente que lo hace para adorar a Dios, sin perder de vista que es en beneficio de los hombres necesitados de salvación.

Pablo, en sus últimos meses de vida, el apóstol consagrado a Dios; dijo estas palabras a su discípulo Timoteo: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero, 1 Timoteo 1:15 (RV60). La predicación es también un acto de adoración.

Es un apologeta

Defiende la verdad del Evangelio. Calvino afirmó “si un perro ladra cuando su amo está en peligro” ¿No he yo de defender la verdad, cuando ésta corre peligro? Tener conocimiento de la verdad es importante, pero defenderla es necesario. Esta última debe llegar, si es necesario, a la confrontación respetuosa, pero firme, con seguridad y por amor a la verdad. Esto redundará en el progreso del evangelio, de la iglesia y de la predicación del evangelioEl predicador es llamado para que defienda la fe “una vez dada a los santos”. Si algunos predican por contienda, otros por envidia, no cabe duda que hay otros que predican.

Por intereses personales. El llamado del predicador es a combatir contra las ideas equivocadas, las malas enseñanzas, las herejías, no contra las personas que las profesan. Muchos ejemplos tenemos de predicadores que han peleado la buena batalla de la fe: Comenzando con nuestro Señor Jesucristo, Pablo, Pedro, Juan, Judas, Orígenes, Agustín de Hipona, Pedro Valdo, Huss, Lutero, Calvino, Zuinglio, Juan Bunyan, Barth, Robert Murray, Bonhoeffer, Spurgeon, Watchman Nee, Luther King, Jr. Pastor bautista y otros predicadores que siguen contendiendo ardientemente por la fe.

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