La fe es igual a la justificación más las obras | R. C. Sproul

Imagen, cristiana, justificacion, por fe,

Al pensar en la producción de fruto, debemos recordar que no somos salvos por nuestras obras. Más bien somos justificados solo por la fe. No obstante, también debemos recordar que los reformadores magisteriales del siglo XVI, tales como Martín Lutero, dijeron que somos justificados por la sola fe pero no por una fe que está sola.

Esta postura está en desacuerdo con el esquema católico romano, el cual sostiene que una persona debe tener fe para ser justificada, pero también necesita tener obras. Así que la postura católica es que la fe más las obras es igual a justificación. Pero en la postura protestante, la fe es igual a la justificación más las obras.

En la postura protestante, las obras son consecuencia, una manifestación del estado de gracia en el que nos encontramos; de esta forma, las obras nada añaden a la justificación. Las únicas obras de justicia que sirven para justificar a un pecador son las obras de Cristo. Así que cuando decimos que somos justificados por la sola fe, queremos decir que somos justificados solo por Cristo, por sus obras; nuestras obras no cuentan para nuestra justificación.

Algunos dirán: "Supongo que eso significa que no necesito producir fruto. No necesito presentar ninguna manifestación de la justicia porque soy salvo por fe". Pero recuerda que la fe que justifica, como nos dice Santiago en su epístola (Santiago 2:26), y como argumentó Lutero, no es una fe muerta; es una fides viva, una fe viva, una fe vital. La verdadera fe que nos conecta a Cristo siempre se manifiesta en obras, y si no hay obras al lado derecho de la ecuación, eso nos dice que no hay fe al lado izquierdo de la ecuación.

Así que la fe nos une a Cristo, y si nuestra fe es auténtica, no llegaremos al día final diciendo "Señor, Señor", solo para escucharlo que nos llama personas de maldad. No, tendremos frutos que demuestren que nuestra fe es real.

La cantidad de fruto que producen los cristianos es variable. Jesús dice que la buena semilla puede producir "cien, sesenta, y treinta semillas por cada semilla sembrada" (13:23b). Algunos verdaderos cristianos no son tan fructíferos como otros, pero cada creyente verdadero produce algún fruto. Si no es así, no es un creyente. Es por eso que Jesús dice: "Ustedes los conocerán por sus frutos" (Mateo 7:16a), no por su profesión de fe.

Cuando uno está inmerso en una subcultura cristiana que hace un firme hincapié en el tomar decisiones, responder a llamados al altar, y hacer la oración del pecador, es fácil pasar por alto este importante punto: tomar la decisión de seguir a Jesús nunca ha convertido a nadie. Esto es así porque no es una decisión lo convierte a la persona; es el poder del Espíritu Santo lo que lo hace. No por tomar una decisión, pasar al altar, levantar la mano, o firmar una tarjeta entramos al reino. Entramos al reino porque en nuestro corazón hay una verdadera fe.

Que no se malentienda; no hay absolutamente nada indebido en las profesiones públicas de fe; estas se deben hacer. Todo el que está justificado está llamado a profesar esa fe; todo cristiano está llamado a confesar a Cristo ante los demás. El problema surge cuando hacemos de la profesión de fe la prueba decisiva de nuestra conversión. Después de todo, Jesús habla de personas que lo honran de labios mientras su corazón está lejos de él (Mateo 15:8). Nadie ha sido justificado jamás por una profesión de fe.

¿Significa entonces que la forma más fácil de resolver el problema de la seguridad de la salvación es examinar el fruto de nuestra vida para determinar si refleja conformidad con una profesión de fe? El examen personal tiene un lugar definido en la vida cristiana, y hablaremos más de ello en el capítulo 4. Con todo, ninguno de nosotros vive en conformidad con la plenitud de lo que afirmamos creer. Si enfocamos nuestra atención simplemente en nuestro desempeño, la auténtica seguridad se vuelve muy escurridiza.

Así que es posible tener una falsa seguridad, pero la verdadera seguridad puede ser difícil de adquirir. ¿Cómo, pues, podemos saber con certeza que nuestra profesión de fe está motivada por la posesión de verdadera gracia salvadora? Esta pregunta es de suma importancia, porque concierne a la situación en que vivimos como cristianos y tiene un enorme impacto en nuestros sentimientos, nuestro contentamiento, y nuestra conducta como cristianos. Es imperativo que resolvamos la cuestión de si estamos en un estado de gracia, y el resto de este breve libro apuntará a cómo lo logramos.


Referencia Bibliográfica
Extraído del libro "¿Puedo estar seguro que soy salvo? – PREGUNTAS CRUCIALES –" del Dr. R.C. Sproul 

Publicar un comentario

Gracias por comunicarte con nosotros.

Artículo Anterior Artículo Siguiente