"Sí, vengo pronto" (Apocalipsis 22:20).
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Estas son las últimas palabras de los labios de nuestro Señor Jesús que registran las Escrituras. Ciertamente volverá en breve. Tenemos la seguridad de que viene pronto. En estas palabras tenemos una promesa que, al ser comprendida, resulta en una fuente de esperanza y alivio.
Son palabras sencillas pero profundas, dignas de nuestra consideración al contemplar el lugar estratégico que ocupan dentro de la revelación divina. Si miramos cada una de ellas con detenimiento, encontraremos gran consuelo para nuestras almas.
Primero dijo «Sí» o, como también se traduce: «Ciertamente» (RV60). Esto es lo mismo que decir «de cierto, de cierto les digo». Estas palabras siempre me han impresionado porque nos llaman a tomar por cierto todo lo que pronunció nuestro Señor. Nuestra actitud hacia cada palabra pronunciada por nuestro Cristo debe ser con la mayor seriedad, confianza y reverencia. Todas las palabras provenientes de Su boca llevan el peso del cielo porque son dichas por Dios mismo. Pero en esta ocasión, como en los evangelios, nos dice «ciertamente». Esto requiere de nosotros una clase de atención que involucre oídos, mente y corazón. Esta afirmación demanda una concentración del alma y una atención piadosa.
Lo segundo que dice es «vengo». Es decir, el Señor y Rey regresará a la tierra por Su pueblo. La misma promesa de Su regreso que le hizo a Sus primeros discípulos (Jn 14:3) ahora la extiende a toda la iglesia. Él regresará por los Suyos y se manifestará a nosotros (1 Jn 3:2; Col 3:4). De la manera en que se fue, asimismo vendrá» dijeron los ángeles cuando nuestro Señor ascendió al cielo (Hch 1:11). Su regreso será personal, visible y corporal. Hay algo de lo que podemos estar seguros: iSerá glorioso! Esta es Su promesa y nuestra esperanza.
Finalmente, dice «pronto». Es decir, «en breve». El sentido de estas palabras sirven para producir expectativa. Ellas deben ser entendidas como una exhortación a permanecer con la anticipación viva de Su regreso. Al decirnos «en breve», nos está invitando a estar vigilantes, expectantes y entusiasmados ante Su regreso inminente. Esta convicción nos fortalecerá y ayudará a enfrentar los desafíos y dificultades sin ser doblegados.
El Cristo que murió, resucitó y ascendió a los cielos es el mismo que un día volverá por los Suyos. Nos dice: «Sí, vengo pronto». Permitamos que esas palabras resuenen en nuestro corazón.
¡Cuánta perspectiva nos ofrecen y cuánto alivio han producido a Su pueblo durante más de dos mil años! ¡Qué esperanza gloriosa!