Entonces, ¿qué significa kyrios? Este es un importante término en el Nuevo Testamento, porque es la palabra griega para "Señor y es la palabra neotestamentaria que traduce el nombre de Dios del pacto del Antiguo Testamento -Jehová y el título hebreo adonai. Cuando el salmista dice: "Oh Señor, soberano nuestro, ¿qué imponente es tu nombre en toda la tierra!" (Salmo 8:1, NVI), él está diciendo: "Oh Jehová, Adonai nuestro, qué excelente es tu nombre en toda la tierra". Cuando la traducción griega del Antiguo Testamento vertió el término Adonai, que significa "el soberano", lo tradujo con la palabra kyrios.
Kyrios se usa de tres formas distintas en el Nuevo Testamento. En una forma simple, el término kyrios es un tratamiento de cortesía que corresponde más o menos a nuestra palabra "señor" o "don". Pero el uso más elevado y de máxima exaltación del término kyrios es lo que llamamos su uso imperial, y ese es el título que atribuye soberanía absoluta a aquel que es el kyrios. Pablo usó de esta forma la palabra en Filipenses 2:10-11 cuando escribe que "toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es kyrios", es decir, "Señor".
Con todo lo importante que es ese título para Cristo en el Nuevo Testamento, quiero que veamos cómo se relaciona con nuestra comprensión de la iglesia. Otro significado de la palabra kyrios se refiere a un hombre de la antigua cultura griega que era lo bastante rico para poseer esclavos. El propietario de esclavos se denominaba kyrios y los que eran esclavos de un kyrios eran comprados por el kyrios.
Hago hincapié en lo anterior por este motivo: kyriakē es el fundamento etimológico de la palabra church (iglesia). En su significado original, church se refería a las personas que eran propiedad de un kyrios, personas que eran propiedad y posesión de un señor. En el Nuevo Testamento, encontramos el uso frecuente de esta imagen con respecto a la relación entre los creyentes individual o corporativamente y Cristo. Pablo, por ejemplo, se llama a sí mismo doulos, o "esclavo". Él usa esta metáfora para alguien que ha sido comprado. Él la aplica no solo a sí mismo, sino también a todos en el pueblo de Dios cuando dice: "Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios" (1 Corintios 6:19-20, NVI).
Somos posesión de Dios porque él nos ha redimido.
El Nuevo Testamento se refiere frecuentemente a los cristianos como personas que están en Cristo Jesús. Cuando se lleva a cabo el evangelismo, el llamado a las personas no es simplemente a creer en Jesús sino a creer adentro de Jesús. La palabra griega ahí es eis, que significa "dentro". Eis y su significado pueden ilustrarse de esta forma: si estoy fuera de la ciudad, primero debo moverme hacia dentro de la ciudad a través de las puertas de la ciudad antes de que pueda estar en el interior de la ciudad. Esa es la idea que encontramos en el Nuevo Testamento cuando somos llamados a creer "adentro de Cristo. Y cuando realmente tenemos una fe auténtica, estamos en Cristo Jesús, y él está en nosotros. Esta es la unión mística del creyente con Cristo.
Ahora bien, si yo tengo una unión mística con Cristo y tú tienes una unión mística con Cristo, eso significa que tenemos una particular comunión, una co- fraternidad en Cristo. Esto tiene todo tipo de repercusiones en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, Pablo nos dice que el espíritu por el cual debemos relacionarnos con otros en la iglesia es el espíritu de caridad que cubre una multitud de pecados. Además, estamos llamados a respetarnos mutuamente nuestra libertad cristiana en el Señor. Debemos abstenernos de los juicios ásperos entre nosotros. Siempre debemos recordar que estamos tratando con personas. que han sido compradas por Cristo.
Con el fin de mostrar ese tipo de actitud hacia el pueblo de Dios y hacia la iglesia como institución, tenemos que mirar más allá de los individuos que nos están fastidiando y que son una piedra en el zapato, y mirar al dueño de la iglesia. Si soy miembro de un grupo de siervos y tengo un conflicto con los siervos, ese conflicto nunca debe llevarme a hablar contra el dueño de los siervos. Todos somos siervos bajo un solo Sefior.
El mandamiento más difícil y más radical de Jesús es el mandato a amar a nuestros enemigos. No puedo imaginar algo menos natural. Si alguien es nuestro enemigo, lo último que queremos hacer es promover su bienestar y hacerle el bien. Y no obstante, nuestro Señor dijo que ese es nuestro deber. Debemos hacer el bien a aquellos que nos utilizan desdeñosamente y quienes nos persiguen. Necesitamos escuchar esto una y otra vez, porque orar por el bienestar de aquellos que están en enemistad contra nosotros es extraño a nuestra naturaleza humana básica. Y no obstante, tenemos el supremo ejemplo de Jesús, quien dio su vida por el mismo pueblo que lo rechazó aún hasta la muerte. Yo no creo que podamos amar a nuestros enemigos naturalmente. La única manera en que podemos esperar hacerlo es por gracia y mirando más allá de nuestro enemigo a Cristo. Debemos amar a nuestros enemigos por causa de Cristo, aunque nuestros hermanos cristianos en última instancia no pueden ser nuestros enemigos, podemos aplicar la enseñanza de Jesús a la vida de la iglesia. Si debemos amar a nuestros enemigos, ¿cuánto más debemos amar a todos los que están en el cuerpo de Cristo?
Fragmento extraído del libro ¿Qué es la iglesia?, por R. C. Sproul