Los mensajes proféticos de Isaias se escuchaban por toda la nación. Durante ese tiempo hubo grandes reuniones religiosas, con coros, orquestas y personas que llenaban las sinagogas. Las personas tenían un amplio conocimiento de las Escrituras y guardaban todas las ordenanzas. Sin embargo, a pesar de toda esa actividad toda la enseñanza, la pompa y las buenas obras - había una atmósfera de muerte en las sinagogas. Hacer la obra de Dios se había convertido en un trabajo fastidioso, por una sola razón: No había nada de Su presencia en aquellos rituales.
El profeta Miqueas habló por Dios:
"Pueblo mio, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí" (Miqueas 6:3).
RASGA LOS CIELOS, SEÑOR
El Señor estaba haciendo una punzante pregunta a su pueblo: "Dime, ¿qué he hecho agobiarte? Te reto a que me digas qué hice para que cayeras en letargo".
Mientras Isaías miraba a su alrededor, se sintió movido a decir:
"Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti... Tus santas ciudades están desiertas" (Isaias 64:7, 10).
Esencialmente, Isaías estaba diciendo: "Señor, nos has bendecido con buenos maestros, música y programas. Pero no tenemos tu presencia, tu fuego, el poder de tu Espíritu Santo. No veo a nadie clamando: ¡Señor, rasga los cielos! Bajar y danos tu toque".
MUERTE EN MEDIO DE LA ABUNDANCIA
Amado, lo que quiero decir es: Qué cuadro de la iglesia de Cristo hoy. Hemos sido bendecidos con más herramientas para el evangelismo que cualquier otra generación.
Tenemos más medios de comunicación para proclamar el evangelio más libros, sitios web, programas de radio y televisión que nunca antes.
Sin embargo, es muy raro salir de un servicio de iglesia de hoy diciendo: "He sido avivado, me siento vivo otra vez por haber estado en la casa de Dios." En pocas palabras, hay muy poco poder del Espíritu Santo que esté operando en la mayor parte de la iglesia. En mi opinión, nos falta el clamor de Isaías: "Señor, revélate. Toca a tu pueblo una vez más".