Los conflictos son dardos a los que nos debemos de enfrentar diariamente. Se crean por las diferencias que existen entre dos o más personas: la diferente manera de pensar, actuar o vivir la vida. Suceden ya sea dentro del ámbito laboral, el hogar o en los lugares públicos, incluso dentro de la congregación. Y esto hace que perdamos la paz interna, la comunión y armonía, hasta la confianza en ciertas personas.
Hace unos años atrás, un siervo de Dios me dió un consejo, el cual atesoré en lo profundo de mi corazón, y siempre que me veo abofeteada por los conflictos lo traigo a la mente y descanso en el Señor. Sus palabras fueron: "Hermana, cuando alguien le haga desprecios o la rechace no se moleste con esa persona. Porque no es esa persona quien la está atacando, sino que es el diablo quien está detrás de esa persona, atacándola."
Es fácil recurrir al enojo contra quienes nos hacen daño, guardarles rencor o simplemente dejarles de hablar. Pero la Biblia nos pide que estemos alertas ante los ataques del diablo (Ef 16.10-14). Las Escrituras exiben la manera en la que el enemigo nos ataca y cómo opera detrás de las personas para desanimarnos y así debilitar nuestra fe. Por eso es necesario leer la Biblia todos los días, para no ser engañados por el enemigo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino espiritual. Un claro ejemplo fue Jesús, cuando el enemigo quiso hacerlo caer en tentación, Él se defendió con la Palabra y no pecó (Mt 4.1-11).
Amén
ResponderEliminar