La única criatura a la que Dios creó a su imagen y semejanza es aquella a la que llamó «hombre». Por lo tanto, cuando el hombre fracasó, pecó y cayó, Dios dijo: «Yo descenderé»
Dios descendió a visitarnos tomando la forma de hombre, porque en Jesucristo tenemos esta encarnación: «Dios fue manifestado en carne». Dios mismo descendió a esta tierra, valle de los dolores del hombre, y cargó sobre sí nuestras culpas, y al hacerlo, nos redimió para sí. Jesucristo, el Rey de la gloria, el eterno Hijo del Padre, en su victoria sobre el pecado y la muerte abrió el reino de los cielos para todos los que creen.
Más allá de su muerte, resurrección y ascensión, la obra de Cristo Jesús tiene dos aspectos: el ser intercesor, el Salvador resucitado con el oficio de sumo sacerdote ante el trono de Dios; y el ministerio de preparar un lugar para su pueblo en la casa de su Padre, quien también es nuestro Padre.
Eso es lo que enseña la Biblia. Eso es lo que cree la iglesia cristiana. Es la esencia de las doctrinas de la iglesia cristiana con respecto a la expiación y a la salvación.
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A. W. Tozer