La prueba más segura de que eres salvo | J.C. Ryle

La prueba más segura de que eres salvo J.C. Ryle

Dejemos que estas palabras penetren muy profundamente en nuestros corazones. Sin conversión, no hay salvación. Todos necesitamos un cambio radical de nuestra naturaleza: “Nos es necesario nacer de nuevo” (Jn 3:7). Tal y como somos, estamos absolutamente incapacitados para habitar en la presencia de Dios. El Cielo está cerrado para nosotros a menos que nos convirtamos. Y esto es así para todos los grupos, clases y rangos de la Humanidad: todos nacen en pecado y son hijos de ira, y todos ellos, sin excepción, necesitan nacer de nuevo y ser hechos criaturas nuevas. Tiene que hacérsenos entrega de un corazón nuevo, y tiene que ponerse en nuestro interior un espíritu nuevo; las cosas viejas tienen que pasar, y todas han de ser hechas nuevas. Es bueno haber sido bautizado y haber entrado a formar parte de la Iglesia cristiana, y hacer uso de los medios de gracia cristiana, pero, con todo, ¿nos hemos convertido?

¿Queremos saber si nos hemos convertido de veras? ¿Queremos saber cuál es el método con el que debemos ponernos a prueba? El indicio más seguro de una conversión auténtica es la humildad. Si de verdad hemos recibido el Espíritu Santo, se verá en que nuestra actitud es mansa y parecida a la de un niño. Como los niños, tendremos una opinión humilde respecto a nuestra sabiduría y nuestras fuerzas, y dependeremos mucho de nuestro Padre en los cielos. Como los niños, no buscaremos grandes cosas en este mundo, sino que teniendo sustento y abrigo, y el amor de un Padre, estaremos contentos con eso. ¡Es, ciertamente, una prueba que llega hasta lo más hondo de nuestros corazones! Pone al descubierto la irrealidad de muchas presuntas conversiones. 

Es fácil convertirse de un partido político a otro, de una secta a otra, de tener una opinión a tener otra distinta, pero tales conversiones no salvan el alma de nadie. Lo que todos necesitamos es una conversión del orgullo a la humildad, de tener un alto concepto de nosotros mismos a tener uno más bajo, de la presunción a la modestia, de pensar como el fariseo a pensar como el publicano. Es una conversión de ese tipo la que tenemos que experimentar, si deseamos ser salvos. Esas son las conversiones que proceden del Espíritu.

John Charles Ryle fue un obispo anglicano en Liverpool en el siglo XIX. Estudió en las mejores escuelas de Inglaterra. Fue estudiante de la Universidad de Oxford (1834-1838). Se convirtió a Cristo en el año 1837 al escuchar el versículo bíblico Efesios 2:8. Debido a la bancarrota que sufrió su padre, no pudo convertirse en miembro del Parlamento. Lo que le obligó a tomar otra dirección en su vida. Más tarde, él declara que fue la obra de Dios dirigiendo y supervisando su vida. Comenzó a trabajar en el ministerio, sirviendo en la Universidad de Cambridge en Oxford. Años más tarde, se le nombró obispo de Liverpool, éste cargo lo ocupó hasta su muerte (1900). Además, fue autor de varios libros.

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