Cuatro tipos de personas
En Cincinnati compartí el evangelio con un hombre y partí por preguntarle la primera de las dos pregunta de diagnóstico de Explosión Evangelistica: "Has llegado en tu vida espiritual al punto donde sabes con certeza que si murieras esta noche irías al cielo?". Este hombre no se inmutó, Me miró directo a los ojos y dijo: "Ah, no, yo estoy seguro de que no soy salvo. Estoy seguro de que voy al infierno". Yo quedé pasmado con su respuesta, porque nunca había conocido a una persona que estuviera tan segura de que su destino era el infierno. Este hombre estaba llevando una vida impía, él sabía que estaba llevando una vida impía, y conocía las consecuencias de llevar una vida impía, pero eso no le importaba.
En lo que respecta a la seguridad de la salvación, hay cuatro tipos de personas en el mundo. Cada persona viva, sin excepción, puede ser asignada a una de estas categorias. Las categorias son: 1) los que son salvos y lo saben, 2) los que son salvos pero no lo saben, 3) los que (como el hombre que mencioné antes) no son salvos y lo saben, y 4) los que no son salvos pero no lo saben. Veamos estas categorias más de cerca.
1. Las personas que son salvas y lo saben
La primera categoria son las personas que son salvas y lo saben. Estas personas tienen plena seguridad de que están en un estado de gracia. Para ellos es un asunto resuelto. Quizá hayas estado en una discusión en la que hiciste una pregunta a alguien, esa persona hizo alguna afirmación o aserción, y ni respondiste: "Estás seguro?". El otro respondió: "Si estoy seguro". Tu siguiente pregunta fue "¿Estás seguro de que estás seguro?". Cuando hablamos de seguridad o certeza, no estamos hablando simplemente de categorias filosóficas. Mas bien, en un sentido, estamos describiendo nuestro estado emocional respecto a varias preguntas o aserciones.
La seguridad de las afirmaciones de verdad opera en un continuo más amplio. Por ejemplo, alguien podría preguntarnos: ¿Crees que Dios existe?". Hay un rango de respuestas que se podrían dar a esa pregunta. Se podría contestar: "No lo creo", "pienso que no", "no lo sé, pero espero que si, tal vez", "sí, yo creo en Dios", o "por supuesto que creo en Dios". Cada una de estas respuestas describe un distinto nivel de intensidad de confianza que acompaña a una proposición o aserción.
Por lo tanto, cuando hablamos de la seguridad de la salvación, no estamos hablando de una certeza matemática, como creer en la idea de que dos más dos suman cuatro. Estamos hablando de la seguridad de un estado personal, y la intensidad de esa seguridad vacila de un día a otro. Hay días en los que si alguien me preguntara "Robert, estás seguro de que eres salvo!", yo le diría: "Absolutamente". Al otro día, si me encuentro bajo el peso de la culpa, quizá diría: "Mira, yo creo que sí". Hay altos y bajos en la vida cristiana.
No obstante, la verdadera seguridad sobrevive a las dudas, porque, como veremos, está basada en más que sentimientos. La persona en esta categoría tiene un fundamento a partir del cual puede decir "Sé en quién he creido, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que he dejado a su cuidado" (2 Timoteo 1:12, NVI).
2. Las personas que son salvas pero no lo saben
La segunda categoría está compuesta por aquellos que son salvos pero no lo saben. Es posible que una persona esté en un estado de gracia y no obstante no posea la plena seguridad de estar en tal estado. Ya he mencionado que algunos (como los católicos romanos) desafían la validez del primer grupo (los que son salvos y lo saben) afirmando que la seguridad de la salvación generalmente es inalcanzable. Asimismo, otros aseveran que es imposible estar en un estado de gracia y no saberlo. Ellos aducen que el contenido mismo de la fe salvadora es una confianza en un Salvador que uno cree que lo salvaría. Asi que si una persona piensa que tiene fe pero le falta la confianza de que Jesucristo lo va a salvar. tiene fe realmente?
Parte del problema tiene que ver con una visión popular del cristianismo que insiste en una conversión dramática. Algunas personas efectivamente vienen a Cristo de tal forma, Billy Graham, por ejemplo, puede decir el día y la hora cuando se hizo cristiano. Él señala un día particular en el pasado cuando fue a un encuentro evangelistico después de jugar un partido de béisbol. Un evangelista itinerante llamado Mordecai Ham estaba predicando, y Graham fue adelante y tuvo una repentina conversión que causó un vuelco en su vida. Yo experimenté el mismo tipo de conversión. Yo sé exactamente el momento en que encontré a Cristo. Puedo decirte la fecha, la hora, el lugar, y cómo sucedió. Sin embargo, otras personas ni siquiera pueden identificar el año en el que se hicieron cristianas. Por ejemplo, Ruth Graham, la esposa de Billy, no sabía cuando se había convertido.
En la iglesia, tenemos la tendencia a hacer de nuestras propias experiencias la norma para todo el mundo. Las personas que han tenido una conversión repentina, dramática, como la del camino a Damasco, de la cual se puede señalar el día y la hora, a veces comienzan a sospechar de las personas que no han tenido ese tipo de experiencia. Ellos se preguntan si una persona que no puede señalar un día y hora específicos puede ser cristiana realmente. Al mismo tiempo. aquellos que no saben el día y la hora a veces sospechan de aquellos que afirman que saben exactamente cuando fue la primera vez que creyeron. La cuestión de fondo es esta: la Escritura en ninguna parte dice que debamos saber el momento exacto de nuestra conversión.
Aquí es donde la trama se complica y se vuelve un poco problemática. Nadie está medio regenerado o semi-regenerado o se ha nacido del Espíritu de Dios o no se ha nacido del Espíritu. La regeneración, que es la obra de Dios por medio de la cual somos trasladados del reino de las tinieblas al reino de la luz, es una verdadera obra de conversión, y sucede instantáneamente por obra del Espíritu Santo, de manera que una persona o está en ese estado o no lo está. No hay un proceso de regeneración; es algo instantáneo.
Pero si eso es cierto, no despierta sospechas acerca de las personas que no pueden precisar día y la hora de su conversión? No. Tenemos que distinguir entre una conversión y una experiencia de conversión. Además, tenemos que reconocer que no todos se dan cuenta inmediatamente del mamento en que el Espíritu de Dios realiza su obra sobrenatural dentro de su alma. Es por eso que resulta muy peligroso crear categorias con las cuales evaluar a las personas cuyas experiencias no coinciden con las nuestras En efecto, en la medida en que hablo de mi propia experiencia de conversión de la cual, como he dicho, puedo señalar el día y la hora-me doy cuenta de que una experiencia así puede que en realidad no coincida con la obes de Dios en el alma de la persona. Dios el Espíritu Santo puede regenerar a una persona una semana, un mes, o incluso cinco años antes de que él o ella experimente la realidad de lo que ya ha sucedido en su interior. Por lo tanto, aun mi confianza respecto a una fecha y momento particulares de la conversión solo se aplica a mi experiencia de conversión, no al hecho propiamente tal, porque en cuanto a esa experiencia podemos engañarnos.
De hecho, una de las cosas más peligrosas que podemos hacer como cristianos es determinar nuestra teología a partir de nuestra experiencia, porque la experiencia de ninguna persona es normativa para la vida cristiana. Debemos determinar nuestra teología a partir de la Palabra de Dios no de lo que sentimos. No solo eso, sino que estamos propensos a entender o interpretar erradamente el significado y la relevancia de las experiencias que vivimos. Es por eso que estamos llamados a revisar nuestras experiencias a la luz de la Escritura, de manera que definimos nuestra fe por lo que dice la Escritura, no por lo que sentimos a experimentamos. Si apoyamos nuestra seguridad en una experiencia y no en la Palabra de Dios, estamos invitando a todo tipo de dudas a acosarnos en nuestro peregrinaje. Necesitamos buscar un conocimiento auténtico de nuestra salvación, no tan solo alguna experiencia agradable y vaga.
Esta es la categoría de personas que Pedro tiene en mente cuando urge a lo creyentes a esforzarse por tener la seguridad de su llamado y elección (2 Pedro 1-11). Sería una tontería hacer semejante advertencia a personas que ya están seguras. La enseñanza de Pedro significa entonces que las personas pueden estar en un estado de salvación sin estar efectivamente seguras de ello.
3. Las personas que no son salvas y lo saben
El hombre que conocí en Cincinati ejemplifica esta categoria de personas los que no son salvos y lo saben. Quizá nos pareca extraño que pueda existir ese tipo de personas, especialmente cuando muchos asumen hoy que todo el mundo se va al cielo al morir. Sin embargo, el apósol Pablo habla de esta categoría de personas al final de Romanos 1. Después de dar una lista de los diversos pecados y vicios que practica la humanidad caída. A llegado a la conclusión de que las personas caídas no solo hacen estas cosas sino que incentivan a otras a hacerlas, pese a saber que quienes hacen tales cosas merecen la muerte (v. 32). Pablo nos está diciendo en Romanos 1 que no hace falta que las personas sean expuestas a la predicación biblica para que estén conscientes de esa condición perdida. A través de la revelación natural de Dios, en la medida en que Dios escribe su ley en el corazón de las personas e implanta su Palabra en la mente humana en la forma de la conciencia, las personas saben que son culpables de su conducta y que están apartadas de la comunión con su Creador.
En la superficie, muchas personas niegan que estén en peligro de la ira de Dios puede que incluso nieguen la existencia de Dios. Pero la Biblia dice "El impío huye sin que nadie lo persiga" (Proverbios 28:1), así que bajo la superficie y detrás de la fachada de la humanidad caída natural hay una conciencia de estar en graves problemas con Dios. Es por eso que existe el fenómeno de las "conversiones de trinchera", cuando las personas, en los últimos días de sus vida, repentinamente cobran el sentido, llaman al sacerdote o al ministro, e intentan adquirir su seguro de vida eterna.
Quizá hayas oído la historia de W. C. Fields, quien, cuando yacia en su lecho de muerte, asombró a quienes lo conocían cuando hojeaba la Biblia. Un amigo le dijo: "W. C, ¿qué estás haciendo?". Fields respondió: "Buscando resquicios" Aunque su respuesta estaba articulada en su típico humor, esta claro que Fields estaría conciente de que estaba en una situación muy procaria cuando estaba a punto de enfrentar a su Creador.
Aunque cueste creerlo, hay personas que no son salvas y lo saben. Saben que no están en un estado de gracia, que no tienen comunión con Dios, y que están alejados de él. Podríamos decir que tienen una forma negativa de seguridad.
4. Las personas que no son salvas y no lo saben
Esto es lo que hemos visto hasta aquí, están aquellos que son salves y lo saben, están los que son salvos pero no lo sabe, y están los que no son salvos y lo saben. Es bastante fácil entender estas categorías.
Es la cuarta categoría la que echa a perder todo el asunto de la seguridad de la salvación, aquellos que no son salvos pero "saben que son salvos". Esta categoría está conformada por las personas que no están en un estado de gracia pero piensan que lo están. En resumen, tienen una falsa seguridad.
Ligonier Ministries realizó una ves un tour por sitios de la Reforma, siguiendo los pasos de Martín Lutero. Pasamos por los diversos lugares de lo que había sido Europa oriental y Alemania Oriental, donde Lutero llevó a cabo su ministerio. Fuimos a Erfurt, Wittenberg, Worms, Nuremberg, y otros lugares similares. Un día visitamos un sitio, y luego quedamos libres para almorzar por nuestra cuenta. Diferentes grupos de personas del mar salieron por el pueblo en distintas direcciones, y teníamos instrucciones respecto al lugar y la hora en que debíamos rencontrarnos para el tour. Bueno, un grupo de nosotros recorrimos el pueblo y almorzamos, pero cuando salimos del restaurante no podíamos recordar desde que lado habíamos llegado. Unos a otros nos decíamos: "¿Cómo volvemos al bus?". En ese momento, una mujer del grupo dijo: "Yo conozco el camino". Así que se puso al frente de la fila y comenzó a caminar por el pueblo, y todos la seguimos. Pronto se hizo evidente que no íbamos en la dirección correcta, y yo comencé a preocuparme un poco, Así que dije: "Disculpe, Mary, ¿está segura de que vamos en la dirección correcta?" "Sí, totalmente", dijo ella. Me sentí aliviado, pero luego de algunos pasos más ella se dio vulta y dijo: "Por supuesto, siempre estoy segura, pero rara vez estoy en lo cierto".
La gente que rebosa de confianza en que va camino al cielo se parece un poco a aquella mujer. Ellos saben que son cristianos. Están seguros de su salvación: no es algo por lo que se preocupen. El típico problema es que su seguridad es una falsa seguridad.
Eso es lo que crea la tensión y la ansiedad que estamos tratando de abordar en este librito, particularmente cuando comparamos los grupos una y cuatro. El grupo uno, como recordarán, comprende a las personas que son salvas y tienen la seguridad de la salvación, y el grupo cuatro está compuesto por las personas que no son salvas y no obstante tienen una seguridad de salvación. Mientras consideramos cómo podemos tener verdadera seguridad, necesitamos pensar más en las causas básicas de la falsa seguridad.
Obtención de verdadera seguridad
Cuando yo estaba en el seminario, uno de mis compañeros encuestó a los alumnos y profesores sobre si estaban seguros de su salvación. Más del noventa por ciento de los encuestados dijeron que no estaban seguros. Además, creían que sería arrogante que alguien afirmara estar seguro de su salvación. Ellos veían la idea de la seguridad, no como una virtud, sino como un vicio. Había una connotación negativa en la búsqueda misma de seguridad de la salvación, porque se asumía que conduciría a un estado de arrogancia.
Desde luego, no hay peor arrogancia que tener la seguridad de algo que en realidad no poseemos. Estar seguro de la salvación cuando no se está en un estado de salvación es arrogante. Asimismo, somos arrogantes si decimos que la seguridad no es posible, porque entonces estamos calumniando la veracidad de Dios mismo. Si la seguridad es posible, somos arrogantes al no buscarla.
Cuando consideramos las fuentes de la falsa seguridad, vimos que uno de los problemas más críticos es una comprensión imprecisa de los requerimientos de la salvación. En otras palabras, la mala teología puede producir una falsa seguridad. De manera similar, la buena teología conduce a la verdadera seguridad. Por lo tanto, cuando comenzamos a explorar cómo podemos obtener una base verdadera y sólida para nuestra seguridad de salvación, el primer lugar adonde debemos mirar es la teología.
El mandato de buscar la seguridad
Uno de los textos clave de la Escritura en relación a la búsqueda de la seguridad es 2 Pedro 1:10-11, donde leemos: "Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás, y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (NVI). Aquí, sin ambigüedad, el mandato apostólico es que investiguemos sobre la certeza de nuestra elección, y no con liviandad y ligereza. Más bien debemos asegurarnos de nuestro llamado y elección mediante una diligente búsqueda. El apóstol nos dice que esto es muy importante, y luego pasa a darnos razones prácticas para esforzarnos por asegurarnos de nuestro llamamiento y elección.
A Pedro le preocupa mucho este concepto de elección. Su primera epístola se dirige a "los elegidos, extranjeros" (1 Pedro 1:1). Él escribe a los elegidos y enseña a los elegidos lo que significa ser elegidos. Pedro explica cómo se supone que es la elección en nuestro viaje espiritual. Es por eso que en la segunda epístola, cuando se dirige a las mismas personas, les recuerda lo importante que es asegurarse de su elección.
La mención que hace Pedro de la "elección" es muy importante, porque es aquí donde cruzamos la puerta de la teología. Muchas personas no creen en la elección, olvidando que es un concepto bíblico. Otros preguntan: "¿Cómo se sabe si uno está elegido o no?". Yo les digo a las personas que luchan con el concepto de elección que no se me ocurre qué otra interrogante puede ser más importante de resolver en la vida cristiana que la pregunta sobre si estamos incluidos entre los elegidos. Si tenemos una sólida comprensión de la elección, y si sabemos que estamos incluidos entre los elegidos, ese conocimiento nos brinda un increíble consuelo mientras nos ocupamos de nuestra salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12) y mientras enfrentamos las diversas aflicciones que se nos ponen por delante en nuestra vida cristiana (2 Timoteo 3:12).
En 2 Timoteo 1:12, Pablo escribe: "Yo sé a quién he creído, y estoy seguro de que él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día". Aquí Pablo está hablando de su confianza sobre su propio futuro basado en su conocimiento de dónde ha puesto su fe. Él dice que no confía en su propio poder para perseverar hasta el final de la carrera. Su confianza más bien se basa en Aquel en quien ha creído, sabiendo que él es capaz de guardarlo. Ese es el tipo de certeza de la elección que Pedro nos dice que busquemos con esfuerzo. Si estamos llamados a asegurarnos de nuestra elección, entonces se sigue que podemos asegurarnos de nuestra elección. Es posible que sepamos si estamos contados entre los elegidos. Por lo tanto, no deberíamos posponer la búsqueda de la seguridad hasta el final de nuestra vida. Deberíamos buscarla diligentemente ahora. Deberíamos dejar establecido que estamos incluidos entre los elegidos, que estamos en el reino de Dios, que hemos sido adoptados en la casa del Padre, y que estamos verdaderamente en Cristo, y él en nosotros. ¿Pero cómo lo hacemos? Un primer paso clave es adquirir una comprensión precisa de la doctrina de la elección.
Extraído del libro "¿Puedo estar seguro que soy salvo? – PREGUNTAS CRUCIALES –" del Dr. R.C. Sproul