"Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá. Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron."
Una de las cosas fascinantes de este libro es que a pesar de haber sido escrito en un contexto donde predominaba el machismo, los dos personajes centrales son mujeres, por lo menos en la primera parte del libro. Sin embargo, a la larga el héroe principal va a ser un varón llamado Booz. Él representa al Señor Jesús mientras que las dos mujeres, Noemí y Rut, representan a los pecadores. La elección del género femenino para representar a los pecadores no es fortuita, porque en ese tiempo las mujeres eran consideradas débiles y en la necesidad de la protección de un varón, y esa es la condición espiritual de todos los pecadores: somos débiles y necesitamos la intervención de Dios en nuestras vidas.
Noemí era una mujer judía y representa al creyente que se ha alejado de Dios. Ante la muerte de Elimelec, Noemí debió haber vuelto a Belén; sin embargo, no lo hizo. Eso dio lugar a una segunda medida disciplinaria que fue mucho más fuerte que la primera: la muerte de sus dos hijos. Aun así Noemí se resistió escuchar la voz de Dios para volver a Él en arrepentimiento. Su corazón estaba muy endurecido espiritualmente, como el del Faraón en el tiempo de Moisés. La falta de arrepentimiento por parte de Noemí le llevó a Dios a cambiar de táctica porque Él la amaba mucho y no quería dejarla en el pecado. Por eso, en lugar de aplicar una tercera disciplina, Dios optó por usar el incentivo de la bendición. Bendijo la tierra de Belén (v.6), y al hacerlo logró captar la atención de Noemí y atraerla hacia Él. La bendición que Dios brindó a Su pueblo en Belén resaltó la falta de bendición en la vida de Noemí, y eso la hizo recapacitar y volver a la Tierra Prometida. En cierta manera, como diría Pablo, Noemí fue provocada a celos (Ro. 11:14).
El creyente debe estar siempre alerta a la voz de Dios. A veces Él nos habla por medio de la disciplina y a veces por medio de la bendición que concede a otros. Su deseo siempre es que volvamos a Él en fe y arrepentimiento. ¿Estamos escuchando la voz de Dios o tenemos oídos sordos al llamado del Señor a dejar el pecado?
Años antes, cuando Noemí llegó a la tierra de Moab, tuvo la expectativa de que las cosas mejorarían para ellos. Lamentablemente, no fue así. Por eso, cuando por fin emprendió el viaje de retorno y volvió a Belén, lo hizo con un corazón destrozado y sin mucha esperanza del porvenir.
Felizmente, no tuvo que volver sola porque sus dos nueras estaban dispuestas a acompañarla en el viaje (v.7). La cultura de ese tiempo dictaba que luego de casarse una mujer pertenecía a la familia de su esposo. Por ende, Orfa y Rut cumplieron con su deber y se quedaron al lado de Noemí a pesar de que ella ya no tenía nada que ofrecerles. Sin embargo, mientras iban caminando rumbo a Belén, Noemí decidió hablar con sus nueras y animarlas a volver "a la casa de su madre" (v.8a). Es interesante notar que no dijo, "a la casa de su padre". Podría ser que sus padres ya habían fallecido o que en la cultura de Moab las mujeres ocupaban un espacio particular dedicado a las damas, apartado de los espacios que ocupaban los varones.
A pesar del dolor en su corazón, Noemí bendijo a Orfa y a Rut diciendo: "Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo" (v.8b). No dio ninguna muestra de resentimiento contra ellas; más bien, tuvo mucha consideración. Al animarlas a volver a sus casas, Noemí estaba mostrando la disposición de volver sola a Belén, algo que no sería fácil para ella; no solo por el peligro de viajar sola sino por la carga emocional de volver a Belén en absoluta pobreza.
A pesar de todo lo que sentía, Noemí tomó tiempo para bendecirlas. Lo hizo, no solo en forma general (v.8b), sino también en una forma muy particular, deseando que ambas tuvieran la dicha de hallar esposos: "Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en la casa de su marido" (v.9). Eso muestra una buena actitud por parte de Noemí. No estaba pensando solo en sí misma o en sus hijos difuntos, sino en el bienestar de sus dos nueras. Eso nos habla de la bondad que había en el corazón de Noemí, aun en medio del gran dolor que sentía.
En el v.9 el autor nos presenta una escena cargada de emoción cuando Noemí besó a sus dos nueras "y ellas alzaron su voz y lloraron" (v.9b). En ese momento expresaron todo el dolor de la muerte y el infortunio que habían experimentado juntas. Noemí lloró con ese dolor particular de un creyente que se alejó de Dios y sufrió las consecuencias de ello, mientras que Orfa y Rut lloraron, con ese dolor que siente una persona que nunca conoció a Dios y vive en este mundo "sin esperanza y sin Dios" (Ef. 2:12).
Al otro lado del río Jordán estaba la Tierra Prometida; la tierra de Dios y la tierra de la esperanza. Dentro de poco tiempo, dos de estas mujeres estarán al otro lado del río y comenzarán a experimentar la bendición de Dios. Sus vidas terminarán con mucho gozo y alegría (ver Rt. 4:13-16). Pero ¿qué del caso de Orfa? Ella no cruzó el Jordán, sino que se quedó en la tierra de Moab. El río Jordán representa cualquier barrera que debemos cruzar para volver a Dios y obtener Su bendición. La pregunta es, ¿estamos dispuestos a cruzar esa barrera, cualquiera que sea, o nos quedaremos en el lado equivocado del río Jordán? Meditemos al respecto pidiendo que Dios hable a nuestros corazones.
Fuente: Publicado originalmente por Grupo Editorial PleromaDabar con el título La Novia de Cristo Comentario Bíblico sobre el libro de Rut © 2018 por Alex Donnelly.
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