“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna”, Juan 3:16.
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El comportamiento de nuestra sociedad contemporánea nos recuerdan que vivimos en un mundo caído. Los medios de comunicación hablan de crisis de salud, hambrunas; de crisis sociales, políticas, y financieras alrededor del mundo. Son como una nube negra que amenaza con la idea de que las cosas se pondrán mucho peor.
A nivel personal, tratamos de planear lo mejor posible, ser responsables, buscar el bien común, y ayudar a los menos afortunados. Pero todo esto no garantiza que podremos prevenir las crisis en nuestras vidas. Ellas son consecuencias del pecado y de las circunstancias que Dios ha permitido para mostrarnos el sentido y propósito que tienen.
Y es allí donde nos preguntamos, ¿por qué? Enfrentar los momentos difíciles nos ayuda a
responder esa pregunta. Si los evitamos, no podremos entender el propósito tras ellos. Y
aunque es difícil enfrentarlos, Dios utiliza nuestros problemas para recordarnos nuestra necesidad de un Salvador.
Como hijos de Dios, debemos estar conscientes de esa realidad, descansar en nuestro Salvador, y dejar la incertidumbre en cuanto al futuro. Existe una verdad fundamental que nos regala la tranquilidad de no saber el propósito de todo lo que pasa. En lugar de preguntarnos ¿por qué?, más bien afirmamos:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3:16).
El gran amor del Padre y la obra de Su Hijo en nuestro favor hacen toda la diferencia. Podemos confiar en las buenas intenciones de Aquel que no solo está en control de todas las cosas, sino que también tiene un amor incondicional por nosotros. Esto nos da libertad para enfrentar con optimismo y fe cualquier reto del día, y gozar el futuro de nuestra vida eterna con Él.
Piensa en esto hasta que tu corazón responda gozosamente en adoración.
Este fragmento fue extraído del libro Descanso en Dios: 31 reflexiones diarias para recordar el evangelio de Juan Marcos Gómez.