La obediencia es una muestra de amor y lealtad a nuestro Señor Jesucristo. Sin obediencia no hay comunión con Dios, sino una oposición de forma directa o indirecta hacia el Señor y su Palabra.
En una de sus parábolas, Jesús nos habla acerca de la importancia de obedecer sus mandamientos.
"Por tanto, el que me oye y hace lo que yo digo, es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base sobre la roca. Pero el que me oye y no hace lo que yo digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y la casa se vino abajo. ¡Fue un gran desastre!" (Mt 7.24-26 DHH).
La obediencia es sinónimo de prudencia. Por lo que, todo aquel que presta atención a los mandatos del Señor y los pone en práctica es comparado con un hombre prudente. Es interesante la definición que la Real Academia Española le da a este término:
"Templanza, cautela, moderación, cuidado, tacto, circunspección, comedimiento, ponderación, seriedad, sensatez, buen juicio, cordura, juicio, madurez, discreción, cabeza, reflexión, etc.). Además de estos conceptos, también presenta una definición en el cristianismo, "una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello".
Como podemos ver, la obediencia también figura madurez al momento de tomar decisiones.
Una ilustración que nos permite tener una mejor comprensión sobre la obediencia, es la de un niño al que su padre le ordena sentarse. Al principio, el niño se rehúsa a obedecer la instrucción de su padre, pero, al final, le obedece. Sin embargo, en su rebeldía le responde: "Podré estar sentado por fuera, pero por dentro estoy parado".
No recuerdo bien la historia. Pero esta ilustración nos muestra que es poco provechoso obedecer si solo lo hacemos por temor a ser castigados. Más que el cumplimiento de órdenes, la obediencia tiene un apego con el amor. La obediencia es la evidencia de nuestra elección y dependencia absoluta con Dios de forma voluntaria.
El rey Saúl creyó que bastaba con obedecer una parte del mandamiento que Dios le había dado, pero su obediencia a medias le trajo serias consecuencias, perdió su trono y fue rechazado por Dios.
"A Dios le agrada más que lo obedezcan, y no que le traigan ofrendas. Es mejor obedecerlo que ofrecerle los mejores animales. Rebelarse contra Dios es tan malo como consultar a brujos y a adivinos. No está bien adorar a dioses falsos, ni tampoco desobedecer a Dios. Como tú no quieres nada con Él, Dios tampoco quiere nada contigo."
1 Samuel 15.22-23 TLA
En los tiempos de la conquista, Josué y el pueblo obedecieron las instrucciones de Dios, le dieron una vuelta por día en seis días a Jericó, y en el séptimo día dieron siete vueltas, sin saber lo que sucedería ellos decidieron obedecer a Dios, porque confiaban en Él, y en la última vuelta la muralla se derrumbó. Al igual que el amor, la obediencia también va acompañada de fe. A veces no entendemos los planes de Dios, algo que debemos de comprender es que a Dios no hay que "entenderlo" sino "obedecerlo", como un siervo obedece a su señor sin pedirle explicaciones.
Autora: Madelin Reyes
Fecha: 2 de Marzo 2022
Ministerio: Yo soy más en Cristo