En varias ocasiones le he pedido a Dios que me enseñe a amarlo como corresponde. Algo que he aprendido al leer Su Palabra es, que el amor a Dios no se reduce a un sentimiento, sino en hacer Su voluntad. Guardar Sus mandamientos complace a Dios, lo hace feliz. Y eso es una cuestión diaria.
Un hombre se acercó a Jesús, y le preguntó:
Uno de los conceptos que Wikipedia nos presenta sobre el amor, es el siguiente: Se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, y resultante y productor de una serie de actitudes, emociones y experiencias. Hay dos palabras que sobresalen del enunciado mencionado: AFECTO y APEGO.
El afecto y el apego es el vínculo sentimental entre dos individuos, ya sea por un núcleo familiar, o si bien, por mantener una amistad o relación sentimental. Ambos se consideran sinónimos, pero se diferencian por ciertas características:
● El afecto genera un marco de confianza, en un contexto de comunicación y desarrollo. Algo, que despierta el interés, la armonía y el gozo.
● Y el apego es la relación afectiva más íntima, profunda, es lo que da un sentido de seguridad, autoestima, confianza, autonomía y efectividad.
Es interesante que, ambos términos se aplican en la relación entre una madre y su bebé. En otras palabras, un amor genuino, puro, armonioso y sincero. El amor que Dios demanda es este, y no por obligación, sino voluntario, nacido del corazón. Por lo tanto, amar a Dios es una acción, es una forma de vivir.
La forma en que Jesús amaba a Dios, nos muestra que el amor va dirigido por la acción de servir a los demás. Jesús sentía empatía por el prójimo. Jesús no esperaba una ocasión para hacer el bien, sino que, Él buscaba a las personas que necesitaban de Su ayuda, sin que estas le pidieran ayuda. Él amaba sin juzgar las malas acciones de sus adversarios, perdonaba y seguía Su camino sin rencor. De Su boca salían palabras de esperanza. Mostraba amabilidad, respeto y cortesía hacia los que le rodeaban. Y fueron cada una de estas cosas las que les enseñó a Sus discípulos a hacer, antes de Su partida. Al lavar los pies de sus amigos, mostró la humildad y la sencillez que había en Su corazón, y cómo Él los amaba, por eso cuidaba de ellos.
El amor va más allá del sentido común. Amamos a Dios, cuando amamos a nuestro prójimo. Cuando buscamos hacer el bien a los que nos rodean, sin esperar nada a cambio. Esa es la voluntad de Dios, que nos amemos unos a otros, así como Él nos ha amado por medio de Su Hijo Jesús. Llegamos a la conclusión que, la obediencia es la mayor evidencia de amor delante de Dios.
Autora: Madelin Reyes
Fecha: 3 de Septiembre 2022
Ministerio: Yo soy más en Cristo