Las pruebas nos ayudan a ejercitar nuestra fe, y nos permiten crecer espiritualmente. Además, por medio de ellas, conocemos a Dios de una manera más profunda. No obstante, el proceso produce cansancio y, en alguno de los casos, desánimo. Es complicado enfrentarnos a la vida en ese estado.
A pesar de esto, en la Biblia encontramos una promesa, a la cual nos podemos aferrar, descansar en ella, y llenarnos de esperanza. Jesús dijo: "Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar. Obedezcan mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo soy paciente y humilde de verdad. Conmigo podrán descansar. Lo que yo les impongo no es difícil de cumplir, ni es pesada la carga que les hago llevar" (Mt 11.28, 30 TLA).
En los momentos difíciles, debemos de postrarnos a los pies de Jesús, el Único que nos conduce a lugares de delicados pastos y aguas de reposo. Debemos de tener en cuenta que, nuestras pruebas no serán quitadas, porque es necesario que nos enfrentemos a ellas, pero, con la ayuda de Dios, se harán más ligeras. Porque no es con nuestras fuerzas, sino con las de Dios, que nos enfrentaremos a tales pruebas.
Autora: Madelin Reyes
Fecha: 5 de Septiembre 2022
Ministerio: Yo soy más en Cristo