Los principios. Para la esposa el principio es el de obedecer. Esto debe ser cumplido con pureza y temor. Para el esposo el principio es honrar. Esto está basado en que, aunque tanto ambos son débiles, la esposa es el vaso más frágil. Una relación tal de honra trae consigo una vida de oración respondida cuando dos personas que sostienen esa íntima relación están de acuerdo en su vida de oración.
Podría deducirse de este pasaje que, en la mayoría de los casos de matrimonios espiritualmente mixtos en el tiempo del NT, el esposo era inconverso y la esposa creyente. También es evidente que la relación adecuada en tales casos era considerada altamente importante, considerando la cantidad de espacio que se le dedica a este asunto por varios escritores del NT. Las esposas cristianas deben ser obedientes a sus esposos inconversos a fin de ganarlos para el Salvador. Es la obediencia la que debe ser el testimonio eficaz, no un testimonio oral (v. 1: "también ellos sin palabra sean ganados por la forma de vida de sus esposas"). Estos esposos incrédulos, dice Pedro, no necesitan más predicación de sus esposas; necesitan ver la evidencia de un cristianismo vivido a través de la obediencia de la esposa. La reverencia incluirá la apariencia externa tanto como el carácter interno de la mujer.
Llevar a cabo estas ideas de obediencia, sujeción e indudablemente el énfasis está en la naturaleza interna. caracterizándose por mansedumbre y modestia, pero también involucra la apariencia externa. Peinados ostentosos y vestidos, todo eso es incongruente con un espíritu manso y apacible. Ya que Pedro está escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, debe de reconocerse que éste es todavía el procedimiento de Dios para ganar a los esposos no salvos.
El patrón para este tipo de conducta de parte de la mujer cristiana se encuentra en las mujeres del Antiguo Testamento. Ellas estaban apartadas para Dios, encontrando su esperanza en Él. y, como Sara, se sujetaban a sus maridos. Los ideales de Dios para las mujeres eran los mismos en ambos Testamentos, y permanecen inalterables hoy día.
"De la misma manera, ustedes esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando alguno de ellos se niegue a obedecer la Buena Noticia, la vida recta de ustedes les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la conducta respetuosa de ustedes. No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios. Así es como lucían hermosas las santas mujeres de la antigüedad. Ellas ponían su confianza en Dios y aceptaban la autoridad de sus maridos. Por ejemplo, Sara obedecía a su esposo, Abraham, y lo llamaba «señor». Ustedes son sus hijas cuando hacen lo correcto sin temor a lo que sus esposos pudieran hacer. De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes. 1 Pedro 3:1-7 NTV
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