La belleza de nuestra salvación | Dr. Burk Parsons

La belleza de nuestra salvación | Dr. Burk Parsons

Detesté el calvinismo y la teología reformada cuando oí hablar por primera vez de ellos. Los consideré una herejía, una distorsión y tergiversación del significado de la Escritura. Creía que representaban mal a Dios y que cualquiera que creyera en ellos, había sido engañado por maestros no bíblicos. Por más de dos años luché contra el calvinismo con todas mis fuerzas. Fue una batalla perdida. Al final llegué a aceptarlo, literalmente en una noche clamando a Dios en un campo, en un momento de extrema crisis espiritual. Cuanto más he reflexionado sobre aquel momento a lo largo de los años, más pienso que tal vez ese fue mi momento de conversión a Jesucristo.

Había llegado a un punto en el que tenía que negar la inspiración de la Escritura o aceptar la soberanía de Dios sobre todo.

Sin embargo, cuando acepté estas doctrinas como bíblicas, no me gustó que estuvieran tan afiliadas a un hombre o a un movimiento. Más tarde llegué a comprender que Juan Calvino y los demás hombres de la Reforma del siglo XVI habrían pensado de forma similar. Calvino y los demás reformadores no querían ser innovadores de una nueva teología; solo se esforzaban por hacer que la iglesia volviera a sus orígenes. De eso trata la Reforma.

En última instancia, los reformadores ayudaron a la iglesia a volver a la fe y la práctica apostólicas. Como John Wycliffe (c. 1328-84), Jan Hus (c. 1370-1415) y otros antes que ellos, los reformadores llamaron a la iglesia a volver a las fuentes, a las lenguas originales de la Escritura y, por tanto, a una lectura fiel de las Escrituras hebreas y griegas, en lugar de las interpretaciones mal traducidas y retorcidas de la Iglesia medieval.

Los pastores y teólogos reformados acabaron defendiendo sus enseñanzas contra las falsas enseñanzas de los remonstrantes, seguidores de Jacobo Arminio, que habían destilado sus enseñanzas en cinco puntos en 1610. Los reformados contraatacaron en 1618-19 con sus propios cinco puntos que, bajo el acrónimo TULIP, se han convertido en una manera sencilla de explicar la concepción calvinista de la soberanía de Dios en la salvación y la expiación de Cristo por Su pueblo.

Los reformados nunca quisieron sugerir que la gloriosa plenitud bíblica de nuestra salvación pudiera explicarse completamente en cinco simples puntos, pero sabían que podían transmitir los fundamentos de la soteriología bíblica (doctrina de la salvación) de una manera sencilla. Esa es la belleza de la doctrina de la salvación expuesta en el evangelio: es sencilla. Como dijo Charles Hodge: «El evangelio es tan sencillo que los niños pequeños pueden entenderlo, y es tan profundo que los estudios de los teólogos más sabios nunca agotarán sus riquezas».

Publicado originalmente en la revista Tabletalk.



* El Dr. Burk Parsons es pastor principal de Saint Andrew’s Chapel en Sanford, Florida, director de publicaciones de Ministerios Ligonier, editor de Tabletalk magazine, y maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier. Él es un ministro ordenado en la Iglesia Presbiteriana en América y director de Church Planting Fellowship. Es autor de Why Do We Have Creeds?, editor de Assured by God y John Calvin: A Heart for Devotion, Doctrine, and Doxology, y co-traductor y co-editor de ¿Cómo debe vivir el cristiano? de Juan Calvino. Encuéntralo en Twitter @BurkParsons.

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