"Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados". Juan 3:23
Juan el Bautista fue especialmente escogido por Dios para preparar el camino para Jesucristo (Juan 1:6-8, 23). Una de las maneras en que él hizo eso fue sumergiendo en agua a las personas que se habían arrepentido de sus pecados para representar su sincero arrepentimiento de sus pecados (Marcos 1:2-5; Hechos 19:4).
El apóstol Pablo también comparó el bautismo a una sepultura (Romanos 6:3-4). Ambas, la sepultura y la limpieza son simbolizadas al ser sumergido completamente en agua, y esta es la razón por la cual Juan escogió Enón cerca de Salim, un lugar con “muchas aguas”.
El bautismo por inmersión en el agua después del arrepentimiento, representa el perdón de los pecados, la sepultura del viejo hombre y el comienzo de una nueva vida en Cristo. Por medio de la oración y la imposición de manos después del bautismo, los creyentes arrepentidos reciben el don del Espíritu Santo y se convierten en parte del Cuerpo espiritual de Jesucristo. Al ceder a, y ser guiados por, el Espíritu Santo, aquellos que se han arrepentido y han sido bautizados experimentan un cambio verdadero en la vida, actitud y forma de pensar.