Martín Lutero convirtió el prefacio de sus obras recopiladas en latín, escrito el año anterior a su muerte, en un extenso comentario autobiográfico. Casi de pasada incluyó un comentario ahora famoso: "Por fin, meditando día y noche y por la misericordia de Dios, empecé a comprender que la justicia de Dios es aquella por la que el justo vive por un don de Dios, es decir, por la fe. Aquí me sentí como si hubiera nacido de nuevo por completo y hubiera entrado en el mismísimo paraíso a través de las puertas que se habían abierto de par en par".
Los historiadores, conocedores de la vida de Lutero, han llegado a llamar a este acontecimiento la experiencia de la torre, y han tratado de fecharlo e identificar dónde ocurrió. El prefacio de las obras recopiladas de Lutero también dice que: "Mientras tanto, ya durante ese año, había vuelto a interpretar el Salterio de nuevo". A continuación, Lutero añade que se vio obligado a interrumpir estas lecturas cuando Carlos V convocó la Dieta de Worms en 1521.
En consecuencia, Lutero podría estar refiriéndose sólo a sus segundas conferencias sobre los Salmos y no a las que impartió entre 1513 y 1515 como asumen algunas posturas históricas. Además, la más somera lectura de sus primeras conferencias sobre los Salmos, y las de Romanos, entre 1515 y 1516; las de Gálatas, entre 1516 y 1517; y las Hebreos, entre 1517 y 1518, revela claramente que su mente estaba en movimiento casi desde el momento en que entró por primera vez en su sala de conferencias.
La evidencia de las primeras conferencias de Lutero muestra que, como la mayoría de los pensadores, había llegado a esta comprensión mucho antes de lo que él mismo se dio cuenta. En su prefacio, Lutero se refería a ese momento en el que se dijo a sí mismo: "¡Ah! Ahora lo sé, cuando en realidad lo sabía (o lo había estado sabiendo) desde hacía tiempo. Como explicó, ocurrió "por fin" y "no aprendí mi teología de golpe".