Acerca del objeto del amor de los verdaderos cristianos, que es Jesucristo, a quien nunca han visto.
Este Jesucristo, a quien aman, es el Hijo eterno de Dios, la segunda persona en la gloriosa Trinidad, quien en el tiempo asumió nuestra naturaleza humana, se vistió con nuestra carne mortal, vivió como un siervo en una condición baja, murió como un malhechor la muerte maldita de la cruz y todo por nuestro bien, por nuestros pecados. Resucitó al tercer día para nuestra justificación, subió al cielo después de cuarenta días y allí está sentado a la diestra del trono de la Majestad en las alturas para interceder por nosotros, y preparar allí nuestra recepción en las mansiones gloriosas y moradas eternas que están en la casa del Padre.
Se le llama «Jesús», de una palabra hebrea que significa salvar, porque «salvará a Su pueblo de sus pecados» (Mt 1:21). Se le llama «Cristo», de la palabra griega chrio, Que significa ungir, siendo ungido por el Padre con el Espíritu y con poder para ser Mediador entre Dios y los hombres, para ser el gran Profeta, Sacerdote y Rey de la Iglesia.
A este Jesucristo los cristianos no lo han visto con los ojos físicos. En efecto, algunos cristianos de los tiempos primitivos, como los apóstoles que eran de Su familia y otros discípulos que conversaban con Él frecuentemente, vieron a Cristo con los ojos físicos, pero fue en Su estado de humillación, cuando estaba aquí en la tierra, no en Su estado de exaltación ahora que está en el cielo.
Sin embargo, algunos han visto a Cristo después de Su ascensión, específicamente Pablo en su conversión y Esteban, el primer mártir, antes de morir. Pero ninguno ha tenido una visión perfecta, con los ojos corporales, de la gloria que está sobre el cuerpo de Cristo, cuyo resplandor es tan grande que nadie puede contemplarlo en este estado de debilidad e imperfección y vivir.
Pero cualquiera que sea la visión que algunos cristianos hayan tenido anteriormente, ningún cristiano puede ver ahora a la persona de Cristo. Han oído hablar de Él, pero no lo han visto. Han visto representaciones de Cristo en el sacramento, pero nunca han visto la persona representada. Han visto Su imagen en sus compañeros cristianos, pero no han visto el original de quien esta imagen ha sido tomada.
Algunos cristianos han estado en Judea y han visto el lugar donde vivió el Señor, y en Jerusalén y han visto el lugar donde murió, y han visitado el lugar de Su sepulcro, donde yació el Señor por un tiempo, y han visto el monte de donde ascendió el Señor. Pero ningún cristiano vivo hoy ha estado en el monte Sion y la Jerusalén celestial, para ver dónde está ahora el Señor en Su gloria. Es este Jesucristo a quien los cristianos no han visto quién es el objeto de su amor.
Fragmento extraído del libro El amor del verdadero cristiano al Cristo invisible de Thomas Vincent
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