Génesis 3:15 "Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañal".
El que conoce la Biblia no puede negar que este pasaje se refiere, por un lado, a la maldición de Dios sobre la serpiente antigua Satanás y por otro, a la profecía de la aparición de la simiente de la mujer, que se refiere a Jesús el Cristo, como el que derrotaría a la serpiente antigua Satanás.
Sin embargo, es Dios quién inicia una hostilidad entre la simiente de la mujer y Satanás. El Señor tiene el plan en contra de la serpiente porque ésta engañó a Eva. Dios afirma enfáticamente que la simiente de la mujer derrotará a la simiente de la serpiente. Es la primera buena noticia de parte de Dios para el hombre después de la caída. Brilla la esperanza de la aparición de un redentor que aplastaría la cabeza de Satanás, de la misma manera que un hombre pisotea a una serpiente cualquiera.
Dios ratifica en otros pasajes la promesa hecha a Abraham en Génesis 3:15. Esa promesa le recuerda como él y su esposa Sara serán instrumentos para que su descendencia se multiplique de generación en generación. El hijo de ambos sería un eslabón que llevaría finalmente a la "simiente de la mujer" que aplastaría la cabeza de Satanás. En consecuencia, también traería bendición a toda la humanidad:
Génesis 22:18 "En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz."; Génesis 26:4 "Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente,..."; Génesis28:14 Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente."
En el Nuevo Testamento vemos la conexión del evangelio con la promesa de Génesis 3:15. El Apóstol Pedro después de predicar el evangelio y sanar a un mendigo paralítico se dirige a los espectadores del pueblo de Israel para decirles que no se extrañen de lo que están viendo sus ojos, pues lo que está aconteciendo es que el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob, el Dios de sus padres ha glorificado a Jesús, el que ellos han rechazado.
Él les explica que ellos lo han hecho por ignorancia porque Dios cumplió lo que de antemano había anunciado por medio de sus siervos los profetas. Es más, les aclara que ellos mismos son herederos de los profetas y del pacto que Dios había establecido con Abraham en su "simiente". Por tanto, ellos deben estar conscientes de esa gran bendición. Hechos 3:25 lo explica: "Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra."
No obstante, es en la Carta a los Gálatas donde Pablo escribe con la mayor claridad en cuanto a la promesa de la simiente que Dios dio en el libro de Génesis. Pablo explica quién es esa simiente profetizada desde tiempos antiguos: "Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo." (Gá. 3:16).
Coyunturalmente Pablo explica la función de la ley con relación al cumplimiento de la promesa de la simiente. El Señor tuvo que dar la ley, por un lado, para que pusiera en evidencia la maldad y la perversión del hombre, y por otro para destacar la santidad de Dios. Esta debía encerrar a todos los hombres en su maldad y ponerla en evidencia para que éstos reconocieran su incapacidad. Luego ellos tendrían que decidir el aceptar o no a la simiente que vendría para salvarlos:
"Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador." (Gá. 3:19).
En Gá. 4: 4-5 se encuentra el testimonio escrito de la venida de la simiente prometida por Dios desde el principio. Esos textos dejan en claro que Dios envió a su hijo único en el tiempo estipulado por Él para que naciera de mujer (simiente de mujer), y la ley para redimir a los hombres: "Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.".
También Pablo hace una alusión a la derrota que traería Cristo (y su Iglesia) como simiente de la mujer a la serpiente cuando dice: "Y nuestro Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo nuestros pies..." (Ro. 16:20).
Volvamos al texto de Génesis 3:15ss. Dios afirma en este texto que la simiente de la mujer herirá la cabeza de la serpiente. Hemos confirmado por la Escritura que esa simiente tiene nombre propio: Jesús de Nazaret. También en ese texto, Dios anuncia que la simiente de la serpiente herirá el calcañal de Jesús. Ahora bien, es necesario que agreguemos algunos detalles sobre lo que quiso decir específicamente el autor del libro de Génesis en esos versículos, principalmente en lo tocante al "daño" que ocasionaría la simiente de la serpiente.
La palabra hebrea que es traducida al español por herir significa "acechar". Por lo tanto debiéramos entender que lo único que podría hacer la simiente de la serpiente es "acechar" el calcañal de la simiente de la mujer, ni siquiera herirlo, como se ha creído por mucho tiempo. La muerte en la cruz y los sufrimientos de Cristo no deben considerarse como el calcañal herido por Satanás, sino el castigo, la maldición, el salario del pecado que recibió Cristo en lugar nuestro. Por supuesto que Satanás siempre tienta, engaña y sugiere para destruir. Más bien Satanás quería que ocurriera exactamente lo contrario: que Jesús no fuera a la cruz, ni que sufriera; eso lo muestra claramente Marcos 8:31-33:
"Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quitate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres."
Satanás por un momento dirigió, con dardos de fuego, la mente y la lengua de Pedro para que éste sugiriera a Jesús que no se expusiera al vituperio, ni a la muerte. No obstante, Jesús reconoció que detrás de Pedro estaba la sugerencia del Diablo y en el acto lo reprendió.
El hombre nuevo, como simiente de la mujer, tendrá la victoria finalmente y Satanás la derrota. La descendencia de la mujer en el sentido amplio es el género humano, pero en el sentido específico se refiere al Salvador Mesías. En Gálatas 3:16, que ya hemos citado encontramos la clave de interpretación que Pablo nos da, cuando dice que a Abraham también se le habló de una simiente en la cual serían benditas todas las naciones, pero aclara que no habla de "simientes" en plural, sino de "simiente" en singular y que esta simiente es Cristo. Por eso nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, somos herederos de la promesa hecha a Abraham, que se cumple en Jesús, por cuanto Él es nuestra vida.
En consecuencia, gocémonos porque el mal no está destinado a ser victorioso. Dios ha dicho que el bien y la verdad triunfarán finalmente por medio de Jesús el Cristo. La derrota definitiva de Satanás y el comienzo del reino total de Cristo están descritos en el capítulo 20 de Apocalipsis ¡Aleluya!
Vemos, pues, que Jesús vino para derrotar y expulsar a Satanás. En otros escritos vemos que su predicación estaba acompañada de expulsión de demonios. Donde está la predicación del Señor Jesús, no pueden estar los demonios activos. En otras palabras Jesús viene anunciar que el reino de Dios se ha acercado y lo demuestra.
En consecuencia los demonios tienen que irse. Donde está el poder de Dios, se manifiesta la huida de los demonios. Aquí vemos el binomio predicación-exorcismo, en otros pasajes de las Escrituras vemos el trinomio: Predicación, sanidad, exorcismo, pero casi nunca sola la predicación. Jesús vino para salvar, sanar y liberar al hombre y para derrotar a Satanás.
Gálvez, R. (2005). La obediencia de Jesús de Nazaret: Modelo de la Misión de la Iglesia (pp. 21-25).