Lección 4 | El hombre como imagen de Dios | Antropología bíblica

Lección 4 | El hombre como imagen de Dios | Antropología bíblica

Los datos de la Escritura respecto a la imagen de Dios en el hombre.

Las enseñanzas de la Biblia respecto a la imagen de Dios en el hombre fundamentan las siguientes afirmaciones.

1. Las palabras "imagen" y "semejanza" se usan como sinónimos e indistintamente, y por tanto no se refieren a dos cosas diferentes. En Gén. 1:26 se usaron ambas palabras pero en el versículo 27 se usa solamente la primera. Se consideró evidentemente que esto era suficiente para expresar la idea completa. En. Gén. 5:1 ocurre nada más la palabra "semejanza"; pero en el versículo 3 de ese capítulo se usan ambos términos otra vez. Gén. 9:6 contiene solamente la palabra "imagen" como una expresión completa de la idea. Llegando al Nuevo Testamento encontramos que se usan "imagen" y "gloria" de la manera siguiente: en 1ª Cor. 11:7 "imagen" y "gloria", en Col. 3:10 nada más "imagen", y en Santiago 3:9 nada más "semejanza". Esto da la evidencia de que ambos términos se usan. indistintamente en la Santa Escritura.

La implicación natural de esto es que el hombre fue creado también a la semejanza de Dios y que dicha semejanza no fue algo con lo que se le dotara posteriormente. La opinión corriente es que la palabra "semejanza" fue añadida a "imagen" para expresar la idea de que la imagen fue extraordinariamente parecida, una imagen perfecta. La idea es que mediante la creación lo que era arquetípico en Dios se convirtió en copia en el hombre. Dios fue el original de donde se sacó la copia que es el hombre. Por consiguiente, esto significa que el hombre no solamente lleva la imagen de Dios, sino que es su verdadera imagen. Esto se afirma con toda claridad en 1 Cor. 11:7 pero también se puede decir que lleva la imagen de Dios, compárese 1 Cor. 15:49.

2. La imagen de Dios según la cual fue creado el hombre incluye en verdad lo que, generalmente, ha dado en llamarse "justicia original", o más definidamente conocimiento verdadero, justicia y santidad. Se nos dice que Dios hizo al hombre "muy bueno". Gén. 1:31. y "justo"; Ecl. 7:29. El Nuevo Testamento indica de manera muy precisa la naturaleza de la condición original del hombre en donde habla del hombre que ha sido renovado en Cristo, es decir, que se le ha hecho volver a su condición original. La condición a la que el hombre queda restaurado en Cristo claramente se ve que no es una de neutralidad, ni buena ni mala, en la que la voluntad guarda un estado de perfecto equilibrio; sino uno de verdadero conocimiento, Col. 3:10, justicia y santidad, Ef. 4:24. Estos tres elementos constituyen la justicia original, la que fue perdida por el pecado; pero que se reconquista en Cristo.

3. Pero la imagen de Dios no debe limitarse al conocimiento, justicia y santidad originales que se perdieron por causa del pecado, sino que también incluye elementos que pertenecieron a la esencia natural del hombre. Son elementos que pertenecen al hombre como hombre, tales como el poder intelectual, los afectos naturales y la libertad moral. El hombre creado a la imagen de Dios tiene una naturaleza racional y moral que no se perdió con el pecado y de la cual no puede desprenderse a menos que deje de ser hombre. Esta parte de la imagen de Dios indudablemente ha sido viciada por el pecado, pero todavía permanece en el hombre aun después de su caída en el pecado. Nótese que al hombre aun después de la caída, a despecho de su condición espiritual, todavía se le considera como la imagen de Dios, Gén. 9:6; 1 Cor. 11:7; Sant. 3:9. El crimen de asesinato debe su enormidad al hecho de que es un ataque contra la imagen de Dios. En vista de estos pasajes de la Biblia ¿Es infundado decir que el hombre ha perdido completamente la imagen de Dios?

4. Otro demento que se acostumbra incluir en lo que llamamos imagen de Dios es la espiritualidad. Dios es espíritu, y no es sino natural esperar que el demento de la espiritualidad también tenga expresión en el hombre como imagen de Dios. Y que esto es así, ya queda indicado en el relato de la creación del hombre. Dios "sopló en la nariz del hombre el aliento de vida, y el hombre fue un ser viviente". Gen. 2:7. El "aliento de vida" es el principio de la vida del hombre y "el alma viviente" es el mero ser del hombre. El alma está unida con el cuerpo y adaptada a éste, pero puede, si es necesario, existir también sin el cuerpo. En vista de esto podemos hablar del hombre como de un ser espiritual, y también en ese sentido, imagen de Dios.

En relación con esto puede surgir la pregunta respecto a que si el cuerpo del hombre constituye también una parte de la imagen. Y no parece sino que la pregunta tiene que contestarse en sentido afirmativo. La Biblia dice que el hombre no solamente el alma del hombre fue creado a la imagen de Dios, y el hombre "alma viviente", no está completo sin el cuerpo. Además, la Biblia dice que un asesinato es la destrucción del cuerpo, Mat. 10:28, y también la destrucción de la imagen de Dios en el hombre, Gén. 9:6. No necesariamente ve la imagen en la sustancia material del cuerpo; más bien se encuentra en el cuerpo como el instrumento adecuado para la expresión propia del alma. Hasta el cuerpo está destinado a convertirse finalmente en un cuerpo espiritual, es decir un cuerpo que estará completamente controlado por el espíritu, un instrumento perfecto del alma.

5. Un demento más de la imagen de Dios es la inmortalidad. La Biblia dice que sólo Dios tiene inmortalidad, 1 Tim. 6:16, y esto parece excluir la idea de la inmortalidad humana. Pero es del todo evidente, según se desprende de la Escritura, que también el hombre es inmortal en algún sentido de la palabra. El significado del pasaje es que Dios solamente es el que tiene inmortalidad como cualidad esencial, la tiene en Él y por Él mismo, en tanto que la inmortalidad del hombre es un don que recibe de Dios. El hombre fue creado inmortal, no meramente en el sentido de que su alma estaba dotada con una existencia interminable, sino también en el sentido de que no llevaba en sí mismo la semilla de la muerte física, y en su condición original no estuvo sujeto a la ley de la muerte. La muerte se pronunció como un castigo por causa del pecado, Gén. 2:17; y que esto incluyó la muerte física del cuerpo se hace manifiesto en Gén. 3:19. Pablo nos dice que por el pecado entró la muerte en el mundo, Rom. 5:12; 1 Cor. 15:20, 21; y que la muerte debe considerarse como la paga del pecado, Rom. 6:23.

6. Hay considerable diferencia de opinión en cuanto a que la imagen de Dios incluya también el dominio del hombre sobre la baja creación. Esto no debe sorprendernos si atendemos al hecho de que la Escritura no se expresa con claridad sobre este punto. Algunos consideran el dominio de que tratamos simplemente como un oficio conferido al hombre, y no como una parte de la imagen. Pero nótese que Dios menciona la creación del hombre a la imagen divina y su dominio sobre la baja creación en un mismo momento, Gén. 1:26. Este dominio es señal de la gloria y el honor con que el hombre está coronado, Sal. 8:5, 6.

El hombre como la imagen de Dios.

Según la Biblia la esencia del hombre consiste en esto, en que es la imagen de Dios. Por ser eso se le distingue de todas las otras criaturas y conserva supremacía como cabeza y corona de toda la creación. La Biblia afirma que el hombre fue creado a la imagen y conforme a la semejanza de Dios, Gén. 1:26, 27; 9:6; Sant. 3:9; y habla del hombre como que es y como que lleva la imagen de Dios, 1 Cor. 11:7; 15:49. Los términos "imagen" y "semejanza" se han considerado diferentes en varios sentidos. Algunos eran de opinión que "imagen" tenía referencia al cuerpo, y "semejanza", al alma. Agustín sostuvo que la primera se refería al intelecto, y la última, a las facultades morales del alma. Bellarmino consideró que "imagen" era la designación de los dones naturales del hombre, y "semejanza" era una descripción de todo lo que sobrenaturalmente se añadió al hombre. Todavía hubo otros que afirmaban que la imagen" denotaba lo innato, y "semejanza", la conformidad a Dios, adquirida.

Sin embargo, parece mucho más probable, como ya lo dejamos dicho arriba, que ambas palabras expresan la misma idea, y que "semejanza" es únicamente una adición aclaratoria para designar la imagen como muy parecida o muy semejante. La idea expresada por las dos palabras es que se trata de la verdadera imagen de Dios. La doctrina de la imagen de Dios en el hombre es de la mayor importancia en teología, porque esa imagen es la expresión de lo que es más distintivo en el hombre y en su relación con Dios. El hecho de que el hombre es la imagen de Dios lo distingue del animal y de cualquiera otra criatura. Hasta donde podemos saber por medio de la Escritura, ni siquiera los ángeles alcanzan el honor que alcanzó el hombre, aunque a veces se les representa como si lo tuvieran.

La condición original del hombre como la imagen de Dios.

Hay una relación muy estrecha entre la imagen de Dios y el estado original del hombre, y por tanto, los dos, generalmente, se consideran juntos. El hombre fue creado en un estado de relativa perfección, un estado de justicia y santidad. Esto no quiere decir que ya hubiera alcanzado el más alto estado de excelencia de que era susceptible. Generalmente se considera que estaba destinado a llegar a un alto grado de perfección en el camino de la obediencia. Era como un niño perfecto en sus miembros; pero no en su desarrollo. Su condición preliminar y temporal podría conducirlo a mayor perfección y gloria, o terminar en caída. Estaba, por naturaleza, dotado con aquella justicia original que es la gloria culminante de la imagen de Dios, y vivía consecuentemente en un estado de positiva santidad.

La pérdida de esa justicia significó la pérdida de algo que correspondía a la verdadera naturaleza del hombre en su estado ideal. El hombre podría perderla y seguir siendo hombre pero no podría perderla y seguir siendo hombre en el sentido ideal. En otras palabras, su pérdida realmente significaría la deterioración y ruina de la naturaleza humana. Además, el hombre fue creado inmortal. Significa que el hombre, tal como fue creado por Dios, no llevaba en él las semillas de la muerte y no hubiera tenido necesariamente que morir en virtud de la constitución original de su naturaleza.

Aunque la posibilidad de convertirse en víctima de la muerte no estaba excluida, no quedaba sujeto a la muerte en tanto que no pecara. Debe conservarse en mente que la inmortalidad original del hombre no era algo puramente negativo y físico, sino también positivo y espiritual. Significa vida en comunión con Dios con el goce del favor del Altísimo. Esta es la idea fundamental de la vida en la Escritura, precisamente como en la de la muerte es fundamental la separación de Dios y la condenación bajo su ira. La pérdida espiritual equivale a muerte que también se convierte en muerte fisica.


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