La inmutabilidad de Dios

La inmutabilidad de Dios

La inmutabilidad de Dios es una de sus perfecciones más preciosas y de las que más distinguen al Creador de todas las criaturas. Dios es el mismo de manera perpetua, no está sujeto a ningún cambio ni variación, tanto en su ser como en sus atributos y determinaciones.

En algunas dogmáticas colocan este atributo al lado de su eternidad e inmensidad porque los tres son una negación del tiempo, del espacio y del cambio. Cosas tan grandes que nuestra mente finita no puede captar. Por eso la Biblia cuando quiere expresar en lenguaje humano el carácter inmutable de Dios tiene que buscar una analogía que se aproxime para que nosotros podamos entender un poco lo que Él es.

Una de las metáforas que hallamos en la Escritura es la Roca (Dt. 32:4) porque permite establecer la idea de una permanencia inconmovible cuando el mar que tiene enfrente fluctúa continuamente. Aunque sus criaturas cambien de manera continua, Dios permanece inmutable. El no conoce cambio alguno porque no tiene principio ni fin (Stg. 1:17).

"Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días; por generación de generaciones son tus años. Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán; como un vestido los mudarás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán". Salmo 102:24-27 RV60

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