Es probable que esta no sea la primera vez que leas sobre la necesidad de memorizar las Escrituras. Puede que lleves varios intentos fallidos. Iniciaste con mucho ánimo algún plan de memorización, pero a medida que avanzabas ese deseo se fue apagando. Te confieso que esto es una realidad para mí también. Pero ¿por qué es así? Creo que se debe a mucho más que a un problema de memoria.
Hace poco, mi esposo y yo estuvimos cambiando a nuestros hijos de habitación y haciendo algunas reparaciones. Aprovechamos la ocasión para revisar todas las cosas que tenían acumuladas en sus guardarropas y gavetas.
Fue sorprendente la cantidad de bolsas llenas de juguetes (o pedazos de ellos) que sacamos. Lo más interesante fue que ni siquiera usaban la mayoría de las cosas, pero las tenían guardadas solo por si les daba deseo de jugar con ellas en el futuro.
Muchas veces entendemos la memorización bíblica de la misma manera. Consideramos nuestras mentes como depósitos en los que guardamos porciones de la Biblia que vamos aprendiendo, con la posibilidad de que tengan algún beneficio en el futuro. Lo hacemos porque quizás necesitemos conocer ese versículo útil para enfrentar una tentación mañana, o porque un amigo puede que vaya a necesitar una palabra de las Escrituras en algún momento.
Aunque esto es valioso y cierto, si todo el enfoque de la memorización está en la posibilidad de obtener un beneficio futuro, será muy difícil que podamos perseverar y ver la necesidad que tenemos de que las palabras de Dios estén fijas en nuestras mentes y corazones.
La memorización nos lleva no solo a tener herramientas para el futuro, sino que también nos beneficia en gran manera en el presente. La memorización nos ayuda a ser el tipo de persona que camina en el Espíritu y que cada día pone su mirada en las cosas de arriba y no en las de esta tierra. La memorización es útil y necesaria tanto para hoy como para mañana.
Recuerdas Sus Palabras
La Biblia nos llama a recordar Su Palabra y la memorización es el medio para que esto sea posible, ya que recordar es traer a la memoria algo que hemos aprendido previamente. Varios salmos nos invitan a recordar la Palabra:
Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, Y su justicia sobre los hijos de los hijos; Sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra (Sal 103:17-18).
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti", (Sal 119:11).
"Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras", (Sal 119:16).
El llamado bíblico es que recordemos Sus palabras y las atesoremos en nuestros corazones. Invertir en esta tarea vale completamente la pena, porque las palabras que atesoramos son las que vienen del Dios vivo, nuestro Creador y Redentor. Palabras que son más preciosas que el oro y más dulces que la miel (Sal 119:103, 105).
Un medio, no la meta.
Algo que no debemos perder de vista es que la meta de la memorización es la meditación. No memorizamos las Escrituras con la intención de «saber mucha Biblia»; tampoco para que nuestras mentes estén cada vez más llenas de información. Memorizamos la Palabra de Dios para que «baje» al corazón e influya en todo lo que somos.
Al final, queremos que nuestros afectos sean impactados por la Palabra, porque Dios no es una idea para que solo la consideremos, sino una Persona a la que debemos amar. Y el camino a nuestros afectos es a través de nuestro entendimiento. Así lo expresó el famoso predicador Charles Spurgeon en uno de sus sermones:
La mente debe tener iluminación antes de que los afectos puedan elevarse apropiadamente hacia su objeto divino... Debe haber conocimiento de Dios antes de que pueda haber amor a Dios: debe haber un conocimiento de las cosas divinas, tal como son reveladas, antes de que pueda haber un disfrute de ellas."
Nuestra mente es el camino, pero el proceso no termina ahí. Aprender de memoria la Palabra es secundario; llevar la Palabra memorizada al corazón es lo principal y para que esto ocurra necesitamos la meditación, que se sirve de la memorización. Entonces, la memorización atada a la meditación tendrá efectos de bendición en nuestras vidas:
• Su Palabra será cada vez más preciada para nosotros, porque mientras más invirtamos en aprenderla más iremos viendo Su valor.
• Nuestra vida de oración será enriquecida, porque estaremos orando conforme a Sus Palabras.
• Su Palabra atesorada en nuestro corazón resultará en un medio para nuestra santificación. Su Palabra se convertirá en nuestro deleite y nos sustentará en la aflicción.
• Sus Palabras estarán listas en nuestros labios para dar a otros lo que hemos recibido de Dios.
• Su Palabra irá moldeando nuestro carácter y por el poder del Espíritu seremos conformados a la imagen de Cristo.
Memorizamos la Palabra no para acumular información sobre Jesús, a quien apunta toda la Escritura, sino porque queremos conocerlo profundamente. Queremos que Sus Palabras habiten en abundancia en nosotros y que nuestros corazones. puedan crecer en amor por Él.
Pidámosle al Señor que nos ayude a ver el valor de la memorización de las Escrituras para nuestra vida hoy, para que, junto al salmista, podamos decir que en nuestros corazones. hemos atesorado Su Palabra (Sal 119:11).
Extraído del libro La Biblia en el centro: Cómo exaltar la Palabra de Dios en tu vida, familia e iglesia.
Sobre el autor
Patricia Namnún.
Es coordinadora de iniciativas femeninas de Coalición por el Evangelio. Sirve en el ministerio de mujeres en la Iglesia Piedra Angular, República Dominicana. Patricia tiene un certificado en ministerio del Southern Baptist Theological Seminary, a través del programa Seminary Wives Institute.