Ahora vamos a ver como Daniel fue apartado. Creo que, en el Libro de Daniel, tenemos la verdad de ser apartado, y por cierto ser apartado biblicamente. Y si Ud. puede cantar casualmente el cántico que dice: "Atrévete a ser como Daniel; atrévete a tomar una posición tú solo," entonces será bueno que Ud. entienda lo que realmente significa atreverse a ser como Daniel y lo que es tomar solo una posición por Dios en nuestra época.
Daniel era joven cuando fue llevado como cautivo a Babilonia. Cuando Nabucodonosor primero capturó a Jerusalén en 606 a.C., él no tenía la intención de destruirla. Pudo haberlo hecho, pero no fue hasta dieciocho años después que la destruyó. Entretanto, hubo dos rebeliones contra él que lo condujeron a esta acción extrema. En su primera invasión, Nabucodonosor depuso al rey y colocó a su hermano sobre el trono de Jerusalén. También, llevó cautivos en ese tiempo a los jóvenes más destacados, los que tenían el cociente de inteligencia más alto.
12
El diablo siempre ha buscado a los mejores. Y yo personalmente estoy celoso, queriendo que el Señor tenga a los mejores. No veo por qué no podemos tener más obreros con cocientes de inteligencia altos. ¿Qué hay de malo en dedicar nuestro cerebro a Dios? Los necesitamos en estos días. Y este hombre, Nabucodonosor era lo suficientemente sabio para llevar a los mejores, los de la mejor mentalidad, los que tenían la mejor personalidad, los que eran físicamente atractivos; y entre esos estaban Daniel y sus tres compañeros. Estos cuatro hijos hebreos fueron con los otros en este tiempo de cautividad.
Estos cuatro hombres se habían criado bajo el sistema mosaico. Tenían a su disposición una gran parte de la Escritura del Antiguo Testamento, de hecho, hasta el Libro de Jeremías. Se encontraron en una tierra extrajera con costumbres extrañas y paganas. Estaban nostálgicos. Si Ud. quiere saber cómo se sentían, los cautivos escribieron su experiencia en el Salmo 137:
Junto a los ríos de Babilonia, alli nos sentábamos, y aún Ilorábamos, acordándonos de Sion. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sion. ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños? Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría. (Salmo 137:1-6)
Había otros cautivos, lamento reportar, que se olvidaron de Jerusalén. Muchos de ellos nunca volvieron a su tierra natal. Pero Daniel, durante su larga vida nunca, se olvidó de Jerusalén aun cuando significaba poner su vida en peligro. En una ocasión significó ser arrojado a un foso de leones porque él había abierto su ventana y había orado hacia Jerusalén como era su costumbre. Él nunca olvidó a su Dios ni su tierra natal. Pero como adolescente, él estaba nostálgico en una tierra extraña.
El plan de Nabucodonosor era lavarles el cerebro a estos jóvenes para prepararlos para servieran a su gobierno. La idea era quitarles todo lo que había de su pasado, e inculcarles nuevas ideas, nueva filosofía en su pensar, y hacerles siervos de este gran gobierno mundial. ¡Fue al extremo de cambiarles los nombres!
Pensamos en los tres compañeros de Daniel como Sadrac, Mesac y Abed-nego, pero esos no son sus nombres verdaderos. Los nombres que les dieron sus padres eran Hananías, Misael y Azarías. Debemos recordar esos nombres en vez de los nombres paganos que se les dieron. El nombre Daniel que significa "Dios es mi juez," se cambió a Belsasar, nombre que viene del ídolo pagano, Bel. Nabucodonosor no solo les cambíó los nombres, ¡hasta les cambió su dieta! ¡Él intentó cambiar a estos jóvenes por completo!
Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. (Daniel 1:8)
Ahora Daniel hizo una petición atrevida. De hecho, fue una que puso en peligro su vida. Porque sucedía que él estaba en la corte de un hombre que padecía de una forma de locura, bien conocida hoy como un peligroso tipo de locura. Este hombre, sin más ni más, podía haber dado órdenes para matar a estos jóvenes atrevidos por no querer comer lo que el rey había provisto para ellos de lo mejor de Babilonia.
Daniel respetuosamente pidió para sí mismo y para sus compañeros que se les diera una dieta especial. Daniel no conocía el antiguo dicho: "Dondequiera que fueres, haz lo que vieres." Y yo quisiera decirle algo más por él: él no dio una conferencia sobre el mal del alcohol. Pudo haberlo hecho. Créame, Babilonia lo necesitaba. Tampoco fue odioso. Simplemente "propuso en su corazón" que no iba a comer esa dieta, y que iba a ser fiel a Dios. Eso es todo. Oh, ¿cómo
14
necesitamos hombres y mujeres que propongan en sus corazones ser fieles a Dios! Eso es todo.
Dios estaba con Daniel. Note esto,
Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos... (Daniel 1:9)
Que Daniel fuera el favorito del encargado no fue ningún accidente. Dios estaba obrando a favor de estos jóvenes por medio de Sus tratos providenciales.
... y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza. (Daniel 1:10)
Se puede ver que jeste oficial de Nabucodonosor realmente creía en esa dieta! Dijo en efecto: "Ahora, Daniel, me caes bien, y me gustaría cooperar contigo. Pero supón que te permito cambiar a esta dieta que pides y después de tres años viene el día que te llevan delante del rey y tú y tus compañeros están allí con los demás - todos ellos de buen parecer, porque esta es una gran dieta - y ¡Uds. cuatro son pequeños y parecen anémicos! Tú ves en qué posición eso me pondría. Arriesgaría mi vida. No puedo hacer eso."
Así que Daniel hace una justa petición
Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananias, Misael y Azarías: Te rugo que hagas la pruebas con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber. (Daniel 1:11, 12)
Es una petición sensible y honesta. Estos jóvenes no son delincuentes que están rebelándose contra la ley de la tierra. Quiero que eso quede bien claro. No son una pandilla de los barrios bajos de una gran ciudad. Ellos simplemente piden respetuosamente que se pruebe la dieta por diez dias.
Entonces, Melsar les quitó la porción de la comida del rey y el vino y les dio legumbres. Es decir, les dio algo así como cereal.
Surge la pregunta: "¿Cuál era el problema con la carne en Babilonia? ¿Estaba contaminada? ¿Había algún problema con la carne? Probablemente tenían la mejor carne que se podía conseguir en aquel día. No había ningún problema con la came en Babilonia. La clave al problema se encuentra en esta declaración: Daniel propuso en su corazón no profanarse con la porción de la comida del rey. Entonces, hizo su petición al jefe de los eunucos "para que no se contaminara". Esa es la clave. Esto tiene que ver con contaminación religiosa y ceremonial. Recuerde que este joven se había criado bajo el sistema mosaico. Había sido criado para leer la Palabra de Dios y para comprender las Escrituras como el Salmo 119:9: "¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar Tu palabra." En efecto, Daniel dijo: "Yo estoy siguiendo la Palabra de Dios, cueste lo que cueste.
¿Qué problema había entonces con la came? Bueno, varias cosas. Primero, es que Dios le había dado a Su pueblo una línea de demarcación entre lo que era limpio y lo que era inmundo. ¿Por qué? Que hombres y mujeres pudieran saber desde los días del Antiguo Testamento hasta la hora actual, y especialmente en este día de latitud y arrianismo, que hay tal cosa como lo negro y lo blanco; tal cosa como lo justo y lo injusto; que hay tal cosa como creer algo, tomar una posición por algo y pagar un precio por haber tomado esa posición.
Dios le habla dicho a Su pueblo:
Porque yo say Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; asi que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra. Porque yo soy Jehovd, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios; seréis, pues, santos, porque yo soy santo. Esta es la ley acerca de las bestias, y las aves, y todo ser viviente que se mueve en las aguas, y todo animal que se arrastra sobre la tierra, para hacer diferencia entre lo inmundo y lo limpio, y entre los animales que se pueden comer y los animales que no se pueden comer. (Levítico 11:44-47)
16
Dios dijo que había ciertas carnes que se podían comer y ciertas carnes que no se podían comer. Ese era el sistema legalista del Antiguo Testamento. Tenía que ver con ritual religioso, porque Dios lo había dado. Eso era verdad en aquel día, y El quiso que se siguiera al pie de la letra.
Así que, Daniel dijo: "No puedo comer la carne de Babilonia. Dios me libre de comerla." Oh, me parece que un día le trajeron un guisado. Delicioso, con todo tipo de carne en el guisado. Of a un hombre que dijo: "¡Nunca como guisado fuera de mi casa porque no sé lo que contiene, y continuó: ¡Nunca lo como en mi casa porque sí sé lo que contiene!" Daniel dijo: "No comeré carne. No quiero comer aquello que es prohibido por Dios"
Segundo, todas las carnes disponibles a esta gente primero habían sido ofrecidas a idolos. Había una maldición de idolatría. Toda carne fue ofrecida a idolos, y Daniel no quiso tomar parte en aquello que tenía que ver con la idolatría. Así que él se negó a comer carne.
Daniel también dijo que no podía beber el vino. Muchos de nosotros creemos que todos estos jóvenes hebreos eran nazarenos. En el Libro de Números, capítulo 6, se encuentran instrucciones para el nazareno, una persona separada totalmente al Señor. Una de las tres cosas que él no debía hacer era beber vino o hasta acercarse a él. Creo que Daniel y sus tres compañeros eran nazarenos. Estaban separados a Dios en esta conexión particular, y creían que no debían contaminarse. Estaban siendo obedientes a Dios.
En el día de Daniel ellos tenían el Libro de Isaías, y conocían su admonición:
Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová. (Isaías 52:11)
Querian estar limpios ante la vista de Dios.
Fuente: 'Lecciones de valor' del libro de Daniel, por Dr. J. Vernon McGee.