Las palabras «santo» o «santidad» son usadas en la Biblia en dos formas distintas, que pueden confundirse fácilmente. La palabra hebrea original para santidad podía significar «apartado y también resplandor».
El significado «apartado» era usado para referirse a una posición en la cual algo era separado para un propósito especial. Por ejemplo, si en el Antiguo Testamento una mesa o una silla eran apartados para un propósito específico, se consideraban santos.
También se consideraba «santo el día de reposo, tal como lo menciona el cuarto mandamiento: «Acuérdate del día de reposo para santificarlo» (Éxodo 20:8, énfasis añadido). En otras palabras, este sería un día distinto y separado de los demás días de la semana.
Lo mismo sucede cuando se dice que la vida humana es «sagrada». Se entiende que la vida humana tiene un valor distinto a cualquier otra forma de vida. Existe una enorme diferencia entre un niño y una gallina, no puedes tratarlos de la misma manera, ya que la vida humana tiene un carácter «sagrado».
El segundo significado para santidad era resplandor», y se utilizaba para describir un proceso de transformación interior. Este era un proceso progresivo donde el radiante carácter de Dios se iba reflejando cada vez más en la vida de un creyente.
Cuando Pablo oró por la santificación de los Tesalonicenses, pidió a Dios que «los santifique por completo» (1 Tesalonicenses 5:23, énfasis añadido). Esta oración hacía referencia al proceso de santificación que ocurre a lo largo de la vida del cristiano.
Una vez se comprende esta diferencia, resultará obvio el por qué la mayoría de los cristianos dudan cuando se les pregunta: «¿Eres santo?».
La respuesta a esta pregunta está sujeta a la interpretación que se haga de la misma. Si la pregunta busca evaluar si mi vida es un fiel reflejo del resplandor de la gloria de Dios, la respuesta es «No», por lo menos, o «No todavía», debido a que los creyentes seguimos todavía trabajando en ello.
Pero si la pregunta busca validar si mi vida ya fue apartada para un propósito especial, la respuesta de cada creyente debería ser <<¡Sí!». En Cristo, cada cristiano ya fue apartado para el propósito especial de Dios. Pablo se refiere a esto cuando dice: «Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros santificación» (1 Corintios 1:30, énfasis añadido).
Si estás en Cristo, ya eres santo y fuiste apartado por Dios para un propósito especial. Una vez que entiendas esto, no tendrás razones para dudar de tu santidad otra vez.