Atributos de Soberanía | Doctrina de Dios | Lección 9

Atributos de Soberanía | Doctrina de Dios | Lección 9

La soberanía de Dios se presenta en la Escritura con un tono muy enfático. Se le presenta como el Creador y su voluntad como causa de todas las cosas. En virtud de su obra creativa le pertenecen los cielos, la tierra y todo lo que ellos contienen. Reviste plena autoridad sobre los ejércitos del cielo y los habitantes de la tierra. Sostiene todas las cosas con su omnipotencia y determina la finalidad que cada uno está destinado a servir. Gobierna como Rey en el más absoluto sentido de la palabra y todas las cosas dependen de Él y le sirven a Él.

Hay un tesoro de evidencia escritura respecto a la soberanía de Dios; pero aquí limitaremos nuestras referencias a unos cuantos de los más significativos pasajes: Gén. 14:19; Ex. 18:11; Deut. 10:14 y 17; 1 Crón. 29:11 y 12; II Crón. 20:6; Neh. 9:6; Sal. 22:28; 47:2, 3, 7, 8; 50:10-12; 95: 3-5; 115:3; 135:5 y 6; 145: 11-13; Jer. 27:5; Luc. 1:53; Hech, 17:24-26; Apoc. 19:6. Dos atributos merecen discusión bajo este encabezado; es decir: (1) la soberana voluntad de Dios, (2) el soberano poder de Dios.

La palabra "voluntad" aplicada a Dios no siempre tiene el mismo significado en la Escritura. Puede denotar (1) la completa naturaleza moral de Dios incluyendo atributos tales como el amor, la santidad, la justicia, etc., (2) la facultad de propia determinación, es decir, el poder de determinar uno mismo su curso de acción, o de formar un plan, (3) el producto de esta actividad, en otras palabras, el plan o propósito predeterminado; (4) el poder de ejecutar este plan y de realizar este propósito (la voluntad de acción u omnipotencia); y (5) el régimen de vida trazado para las criaturas racionales.

La soberanía de Dios encuentra expresión no solamente en: la divina voluntad sino también en la omnipotencia, es decir, el poder de ejecutar su voluntad. El poder en Dios puede llamarse la energía efectiva de su naturaleza, o sea, aquella perfección de su Ser por medio de la cual Él es la causalidad más alta y absoluta.

La Biblia nos enseña por una parte que el poder de Dios alcanza mucho más allá de lo que actualmente hace, Gén. 18:14: Jer. 32:27; Zac. 8:6; Mat. 3:9; 26:53. No podemos decir, por tanto, que lo que Dios no hace, no lo hace porque no le resulta posible. Pero por otra parte la Biblia también nos indica que hay muchas cosas que Dios no puede hacer, Él no puede ni mentir, ni pecar, ni cambiar, ni negarse. Núm. 23:19; 1 Sam. 15:29; 2a Tim. 2:13: Heb. 6:18; Sant. 1:13 y 17. No existe en Dios un poder absoluto divorciado de sus divinas perfecciones, y en virtud del cual pueda hacer toda clase de cosas inherentemente contradictorias.

La idea de omnipotencia de Dios está expresada en el nombre El Shaddai, y la Biblia habla de ella en términos precisos, Job 9:12; Sal. 115:3; Jer. 32:17; Mat. 19:26; Luc. 1:37; Rom. 1:20; Ef. 1:19. Dios manifiesta su poder en la creación. Rom. 4:17; Is. 44:24; en las obras de providencia, Heb. 1:3, y en la redención de los pecadores, I Cor. 1:24; Rom. 1:16.


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