La prueba del compañerismo | Adrián Rogers

 

La prueba del compañerismo | Adrián Rogers

«En esto sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida: en que AMAMOS a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en la muerte», (1 Juan 3:14).

Cuando soy salvo, anhelo estar bien con mi Padre y con mi hermano. Sin embargo, existen algunos que dirán: «Sí, soy salvo, pero no veo la necesidad de ir a la iglesia». Por el contrario, la Biblia afirma que si amamos a Jesús, amaremos lo que Jesús ama, y Jesús ama su iglesia.

La palabra santo (singular) aparece en la Biblia solamente cinco veces. El plural aparece casi cien veces. Ahora bien, ir a la iglesia no le hará un creyente tanto como ir a un garaje no le transformará en un automóvil. Mas cuando se dé cuenta que ha sido comprado con la sangre de Jesús, cuando el Espíritu de Dios entre a morar en usted, recibirá una nueva naturaleza, guardará sus mandamientos y amará a los hermanos.

LA PRUEBA DE LA CONFIANZA

La más grande y fuerte de todas las pruebas es la de la confianza. Todas las otras se derivan de ésta. «El que CREE en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo [...]. Les he escrito estas cosas a ustedes, los que creen en el Nombre del Hijo de Dios», (1 Juan 5:10, 13).

En la Biblia, las palabras creer y confiar son la misma palabra. Concerniente a Jesús dice: «... Muchos, al ver las señales que hacía, creyeron en su Nombre. Pero Jesús mismo no se fiaba —confiaba— de ellos, porque los conocía a todos», (Juan 2: 23-24). Ellos dijeron que creían en Él, mas Él no les creyó. Jesús sabía que ellos eran sólo buscadores de milagros; no eran verdaderos creyentes.

La fe bíblica no es solamente un ejercicio intelectual. Usted no cree acerca de Jesús, usted cree en Jesús. Usted se entrega y se confía a Jesús. Yo no creí acerca del avión en el cual volé de Augusta a Memphis; yo creí en él, me confié a ese avión. No sólo dije: «Estos aparatos pueden volar. Voy para Memphis. Creo que puede volar. Creo que ese hombre es un buen piloto. Tengo confianza en la aerolínea». No, abordé confiando mi vida a ese piloto y a ese aeroplano.

Aquel que deposita su confianza en ese avión, vuela a Memphis. Y aquel que deposita su confianza en el Hijo de Dios vive para siempre con Él. Yo confié mi vida a ese avión. El que confía, y entrega su vida al Hijo de Dios, es quien es salvo. ¿Lo ha hecho usted?

Note que no dice: El que ha creído; sino afirma: «El que CREE». Siempre está en tiempo presente. Le ha preguntado alguna vez a alguien: «¿Es usted salvo?». Y le responden: «Sí, soy salvo. Recuerdo que pasé al frente en mi iglesia cuando tenía nueve años de edad, dando mi mano al pastor y mi corazón a Jesucristo. Puede ser que no esté viviendo para Dios ahora, lo admito. Con todo, sé que soy salvo porque recuerdo lo que hice cuando era un niño de nueve años. Recuerdo que creí en Jesucristo». La Biblia nunca utiliza tal experiencia como prueba de la salvación. Nunca apunta a una fecha en que creyó en Jesucristo. ¿CREE usted en Jesucristo AHORA? ¿Está CONFIANDO en Él HOY?

Escucho incluso a gente asegurar: «Si no puede contarme el lugar y el momento cuando recibió a Jesucristo, no es salvo». Esto no es bíblico. La Biblia nunca dice que es salvo por algo que recuerde del pasado. Dice: «El que CREE». No estoy indicando que no hubo un tiempo en que recibió a Cristo. Sí, obviamente hubo un día, pero éste no es la prueba. La prueba es: ¿CREE usted en Jesucristo AHORA? ¿Está CONFIANDO en Él HOY? ¿Existe alguna evidencia en su vida HOY de que pertenece a la descendencia del Dios viviente? Esta es la prueba de su salvación.

Fragmento extraído del libro La seguridad bendita: La salvación que se conoce, Adrián Rogers

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