LA SEGURIDAD BENDITA | ADRIAN ROGERS

LA SEGURIDAD BENDITA | ADRIAN ROGERS

Cómo respondería si le preguntara en este momento: «¿Es usted salvo?». Debería ser capaz de contestar: «¡Gracias a Dios! ¡Gloria y alabanza a ti, Señor! ¡Sé que soy salvo!». No obstante, muchos creyentes no saben que son salvos. Andan a su alrededor decaídos, desanimados, preguntándose y preocupándose. Me recuerdan los signos de interrogación con sus cabezas inclinadas, en vez de signos de exclamación erguidos, altos y firmemente de pie diciendo: «Yo sé a quién he creído».

En lugar de ser creyentes victoriosos son creyentes dudosos. En vez de tener una salvación «que se conoce», tienen una salvación «que se espera». Alguien dijo: «Si usted pudiera tener la salvación y no saberlo, la podría perder y no echarla de menos». La verdad es que si tiene la salvación, lo sabe, y si la posee y lo sabe, nunca podrá perderla.

Conocí en una ocasión a un joven en un cuarto de hospital. Minutos antes yo había guiado a su moribunda suegra al Señor Jesucristo. Me volví hacia él y le pregunté:

—¿No cree que es maravilloso que el Señor la haya salvado?

—¡Oh, nadie puede saber si es verdaderamente salvo! —respondió.

Este hombre no era un no creyente; es decir, él no repudiaba el cristianismo. Él simplemente tenía una posición doctrinal que no le permitía aceptar la seguridad de la salvación. No obstante, el apóstol Juan escribió todo un capítulo para asegurarle al pueblo de Dios que ellos son sin duda el pueblo de Dios: «Les he escrito estas cosas a ustedes, los que CREEN en el Nombre del Hijo de Dios, para que SEPAN que TIENEN vida eterna...» (1 Juan 5:13).

La palabra «sepan» significa seguridad absoluta. Según el versículo 13, es posible ser salvo y saberlo. Sin embargo, el simple hecho que Juan haya escrito este versículo demuestra que también es posible ser salvo y dudarlo.

¿Es buena la duda? No. La duda es a su espíritu lo que el dolor es a su cuerpo. El dolor es una advertencia, una señal de que algo no está bien. No significa que está muerto, sino que algo anda mal. Si tiene dudas y es realmente un renacido hijo de Dios, está sufriendo de alguna dolencia espiritual. 

Todos los creyentes dudamos de vez en cuando. Una mujer le dijo en una ocasión a Dwight L. Moody que ella tenía 25 años de ser salva y nunca había tenido ni siquiera una duda. Él le respondió:

«Entonces dudo que usted sea salva».

Ahora bien, aunque todos podemos ser incomodados por una duda ocasional, este es un problema que debe y puede ser superado. Juan dijo que él escribió el capítulo 5 a nosotros los hijos de Dios para que sepamos que hemos sido salvados.

Los verbos saber o conocer aparecen en esta epístola con relación a la seguridad unas treinta y ocho veces. Por consiguiente, la pregunta lógica sería: ¿Cómo puedo saberlo? Yo lo sé, no por ninguna confianza que tenga en mí mismo, sino por dos pruebas infalibles (las cuales se compartirán en el siguiente artículo).

SEGUNDA PARTE

Fragmento extraído del libro La seguridad bendita: La salvación que se conoce, Adrián Rogers

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