Lección 5 | La iglesia es santa | R. C. Sproul

La iglesia es santa | R. C. Sproul

El Credo Niceno afirma: "Creo en una santa iglesia católica y apostólica". Ahora nos volvemos al atributo de la santidad en lo que respecta a la iglesia. En el pasado se ha dicho que la iglesia es la institución más corrupta del mundo. Ahora bien, eso puede parecer un tanto desmedido y exagerado, pero puede ser cierto dependiendo de cómo evaluemos la corrupción. En primera instancia, si simplemente miramos al mal puro, entonces es obvio que cosas como el crimen organizado o los neo-nazis pueden considerarse mucho más corruptos que la iglesia. Pero si miramos el bien y el mal en relación con la escala proporcional de la responsabilidad moral, entonces sí, la iglesia es la más corrupta de las instituciones.

Jesús dijo: "Al que se le da mucho, también se le exigirá mucho" (Lucas 12:48). Si aplicamos ese estándar a la iglesia, entonces diríamos que la iglesia, de todas las instituciones, es la que ha recibido los mayores beneficios de la gracia divina. A la luz de los diversos beneficios y dones de la gracia que hemos recibido como iglesia, y el correspondiente elevado nivel de responsabilidad que eso conlleva, podríamos decir, en términos relativos, que la iglesia es corrupta en tanto que no alcanzamos a estar a la altura de la responsabilidad de nuestro llamado.

A algunos les parece casi gracioso que, en el Nuevo Testamento, Pablo frecuentemente se dirija a los creyentes como "santos". Por ejemplo, él dirigió sus epístolas a los santos que están en Corinto, o los santos que están en Efeso. La palabra que se traduce como "santos" es la palabra hagioi. Al Espíritu Santo se le llama "santo" con esta misma palabra griega.

¿En qué sentido a los miembros del cuerpo de Cristo se les llama santos -los hagion-? Tenemos que mirar las distintas formas en las que se puede llamar legítimamente santas a las personas. Esto comienza por entender la vocación de la iglesia. Una vocación, desde luego, es un llamado. Esta palabra casi ha desaparecido de nuestro vocabulario común. La gente hoy habla de sus empleos y sus carreras, pero en otro tiempo todos entendíamos que teníamos una vocación. Una vocación significaba un llamado de Dios para involucrarse en una empresa en particular. El llamado a ser cirujano o agricultor o ama de casa se consideraba como una responsabilidad entregada a las personas según sus dones por Dios.

Toda la idea de vocación está integrada en la palabra bíblica para iglesia. En el Nuevo Testamento, la palabra griega que se traduce como "iglesia" es ekklesia. De ese término griego proviene la palabra "eclesiástico". Si miramos esta palabra y la descomponemos, vemos que ekklesia contiene un prefijo y una raíz. No es necesario ser estudiante de griego para poder entender esta idea, porque el prefijo ek viene de ex, que significa "desde" o "de". Además, la raíz principal de esta palabra viene del término griego kaleō, que significa "llamar". Es muy cercana a la palabra castellana "llamado". Si observamos el significado original de la palabra ekklesia en la Escritura, vemos que etimológicamente significa algo que es llamado desde otra cosa.

La razón por la que la iglesia se denomina ekklesia es que ella es la compañía de personas que han sido llamadas por Dios desde el mundo. Después de que Jesús nació, Herodes intentó matar a los infantes y destruir a este rey recién nacido. El ángel del Señor advirtió a José en un sueño que huyera del país, y ellos descendieron a Egipto. Después de la muerte de Herodes, se le reveló a José que era seguro regresar a Palestina, y así se nos dice que se cumplió la Escritura: "De Egipto llamé a mi Hijo" (Mateo 2:15), refiriéndose a un postrer cumplimiento definitivo de lo que Dios hizo originalmente en el Éxodo. Allí, Dios llamó a Israel desde la esclavitud en Egipto y adoptó a la nación de Israel como su hijo. En un sentido real, esta vocación de la iglesia comienza con este llamado de Dios, donde él redimió una nación desde la esclavitud de Egipto.

Pero hay un sentido aún más profundo. El cristiano y la iglesia, Israel en el Antiguo Testamento así como la iglesia en el Nuevo Testamento, no fueron llamados por Dios meramente de Egipto, sino que fueron llamados del mundo. No que tuvieran que salir del planeta, sino que se trataba de un llamado a la santidad. Recordemos que cuando Dios formó a Israel, les dijo: "Yo soy el Señor su Dios. Por lo tanto, ustedes se santificarán, y serán santos, porque yo soy santo" (Levítico 11:44). Mucho antes de que Pablo escribiera epístolas a los santos de Efeso, Corinto, o Tesalónica, la idea de que la iglesia era un pueblo que había sido llamado por Dios a la santidad ya estaba profunda y firmemente establecida en el Antiguo Testamento.

La propia palabra santo significa ser distinto o ser apartado. Cuando uno es apartado, la persona es separada de aquello común y corriente y es dirigida hacia algo extraordinario, algo fuera de lo común. Por supuesto, en las categorías bíblicas, eso significó que el pueblo de Israel que fue llamado a la santidad fue llamado a vivir conforme a un modelo, estándar o modo de vivir distinto al que es común en el mundo. En otras palabras, este fue un llamado a la piedad, a una forma de vida distinta.

Lo primero que tenemos que entender cuando observamos la declaración la iglesia es santa es que la iglesia tiene una vocación santa, un llamado santo. La iglesia ha sido separada de cualquier otra institución y el pueblo de Dios ha sido separado del mundo para una misión específica. Ellos deben reflejar y reproducir el carácter de Dios. Esto significa que si somos parte de la iglesia invisible, estamos llamados a ser un pueblo peregrino. Es por eso que la Biblia enfatiza que estamos de paso, que somos peregrinos y extranjeros en este mundo.

Además de esto, hay otro sentido en el que la iglesia es llamada santa. La iglesia es llamada santa porque sus miembros deben ser personas en las que habita Dios el Espíritu Santo. Cualquiera en quien habite el Espíritu Santo es considerado santo o separado a ojos de Dios. La iglesia es la institución visible que Dios ha creado donde le ha placido que more su Espíritu. Ten en cuenta que el Espíritu Santo no es el único espíritu que encontramos en medio de la iglesia visible. Encontramos espíritus malignos y tenemos que probar los espíritus. Pero la iglesia es santa en tanto que el Espíritu Santo está presente y actuando en la vida de las personas que la componen.

Es por eso que Pablo puede mirar a los pecadores y dirigirse a ellos como santos. En sí mismos, ellos. aún son pecadores, pero si han sido regenerados por el Espíritu Santo, han nacido del Espíritu, y el Espíritu Santo mora en ellos, ahora son los lagioi, "los santos", los que están en el proceso de ser santificados. En respuesta a esto, escuchamos a las personas decir que la iglesia no es santa sino que más bien está llena de hipócritas. La respuesta a eso debería ser: "Siempre hay espacio para uno más".

Ninguno de los que estamos en la iglesia es capaz de llegar a practicar perfectamente las mismas cosas que profesamos creer, Los creyentes que son llamados santos son una comunidad de pecadores que están en el proceso de ser santificados. Somos hechura de Cristo. Cristo nos está modelando a nosotros y está modelando a su iglesia. Él la está moldeando para que sea santa. Así como las personas no serán perfectamente santificadas mientras no lleguen al cielo, tampoco la iglesia será perfectamente santificada mientras no sea glorificada.

Hemos visto que la Biblia se refiere a la iglesia como "la novia de Cristo". Un día veremos a esta novia vestida con su inmaculado e impresionante vestido de novia. Pero en este momento, el vestido de la novia está dañado. Tiene manchas, salpicaduras, y arrugas. Pero la promesa de Cristo a su novia es que el va a quitar cada salpicadura, cada mancha, y cada arruga, de manera que en el día final él presentará su novia al Padre en todo el esplendor de la perfecta santidad. En este momento somos una novia cuyo vestido está arrugado y manchado.

Imagina que una novia se presente en la boda con su vestido de novia y uno piense: "¡Cómo es posible! Ella debe haber tenido esa cosa tirada en un rincón como por medio año. Está todo arrugado". Ninguna novia llegaría así a su boda. Si miramos el estado en que estamos ahora, no tenemos nada de qué jactarnos. Nuestra santidad está en progreso, y es una certeza absoluta en cuanto al destino de la verdadera iglesia. Eso no significa que las iglesias como instituciones visibles no perecerán o que las iglesias no puedan volverse apóstatas. Pueden hacerlo, pero ahora estamos hablando de la iglesia invisible. Esta es la iglesia compuesta por los verdaderos creyentes.

En algún punto de la historia, esta iglesia demostrará la plenitud de su santidad y será fiel a su vocación en la medida que es constantemente capacitada y purificada por el Espíritu Santo que mora en ella. Este es uno de los motivos por el que la iglesia está sujeta a grandes persecuciones y tiempos de gran sufrimiento. En ese sufrimiento ocurre la purificación del crisol. Este es uno de los medios que Dios usa para efectuar la santificación y la pureza de la iglesia. De tanto en tanto, a Dios le agrada despertar a su pueblo, y al parecer siempre necesitamos un despertar a nuestra vocación y llamado como pueblo de Dios para que podamos ser santos así como él es santo.

Pregúntate ti mismo: ¿Es mi iglesia un lugar santo?". Puede que esa pregunta te cause risa, porque quizá podrías señalar todas las falencias, errores, y pecados que invaden la iglesia. Recuerda que la iglesia aún está contaminada, pero también es la novia de Cristo. La santidad no es tanto lo que la iglesia es en algún momento dado de su historia como lo que será. Nuestro propósito en el presente es ser un santo que está siendo santificado. Además, debemos ser aquellos que confían en los dones y las gracias del Espíritu Santo para ser fieles a la vocación que Dios le ha dado a la iglesia.

Fragmento extraído del libro ¿Qué es la iglesia?, por R. C. Sproul


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