El propósito substitutivo de la cruz | Adrián Rogers

El propósito substitutivo de la cruz | Adrián Rogers

«El justo por los injustos»

Todo el pecado es contra Dios, por lo tanto sólo Dios puede perdonar el pecado; pero, ¿cómo lo hace?

Observe nuevamente 1 Pedro 3:18 y encontrará la frase: «El Justo por los injustos...». Jesús es el JUSTO. Usted y yo somos los injustos.

¿Cómo perdona Dios el pecado? Él debe hacerlo con un SUBSTITUTO. La multa de nuestro pecado debe pagarse. Verá, Dios no puede pasar por alto el pecado. Si Él ignorara el pecado, entonces cesaría de ser un Dios santo; tal y como un juez no sería un juez justo si pasase por alto un crimen.

Hay un proverbio en jurisprudencia que dice que cuando un hombre culpable es absuelto, el juez es condenado. Si Dios sencillamente ignorara el pecado sin castigarlo, Él se desplomaría de su trono de santidad. DIOS ES SANTO.

Apocalipsis 15:4 dice: «¿Quién no te temerá, Señor? ¿Quién no glorificará tu Nombre? ¡Sólo Tú eres SANTO! Por eso todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado».

Ahora bien, no sólo es Dios santo, Dios es amor. Primera de Juan 4:8 enseña: «El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es AMOR».

Dios, en su amor infinito y odio santo por el pecado, ingenió un plan por medio del cual el pecado se castigaría y nosotros seríamos perdonados. Dicho plan incluía el propósito SUBSTITUTIVO de la CRUZ.

1 Pedro 1:18-19 explica: «Ustedes saben que fueron rescatados de una vida sin sentido, la cual heredaron de sus padres; y que ese rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro y la plata, sino con la SANGRE preciosa de Cristo, sin mancha y sin contaminación, como la de un cordero».

Este versículo compara a Jesús con los corderos de la Pascua sacrificados por los judíos para conmemorar la noche en que el Señor pasó sobre la nación de Israel (véase Éxodo 12).

Dios no puede pasar por alto el pecado. Si Él ignorara el pecado, entonces cesaría de ser un Dios santo.

¿Sabe dónde se criaban los corderos de Pascua en los tiempos de Jesús? En Belén.

Los pastores, quienes oyeron primero el mensaje de Navidad, probablemente cuidaban esta raza especial de corderos pascuales cuando se les llamó de sus rebaños a ver el Cordero de Dios.

Varios años después, llegó el día de la crucifixión durante la semana de la Pascua. El Cordero de Dios cabalgó sobre la cima del monte de los Olivos hasta entrar a la Ciudad de Jerusalén a través de la Puerta Oriental. Al mismo tiempo, estos corderos de Pascua entraban a la ciudad por la puerta de las ovejas.

Mientras los sacerdotes examinaban los corderos pascuales para asegurarse que fuesen perfectos, otro grupo de hombres criticaba, interrogaba y castigaba al Cordero de Dios para encontrar alguna falta en Él. Sin embargo, hasta ese político empedernido de Pilato tuvo que admitir: «No hallo en Él ningún delito» (Juan 19:4).

Pilato, tratando de escapar de este dilema, decidió seguir la costumbre de soltar a un delincuente notorio durante la fiesta. Pilato pensó que así podía dejar libre a Jesús, conservando a la vez su dignidad y posición con Roma. Por consiguiente, Pilato reunió al pueblo y trajo a dos hombres: el Cordero de Dios, Jesús, y un insurrecto, ladrón y asesino llamado Barrabás. Mateo 27:17-25 describe la escena:

«Pilato se reunió con ellos y les preguntó: “¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás, o a Jesús, al que llaman el Cristo?”. Y es que Pilato sabía que ellos lo habían entregado por envidia. Mientras Él estaba sentado en el tribunal, su mujer mandó a decirle: “No tengas nada que ver con ese JUSTO, pues por causa de Él hoy he tenido un sueño terrible”. Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud de que pidieran a Barrabás, y que mataran a Jesús. El gobernador les preguntó: “¿A cuál de los dos quieren que les suelte?”. Y ellos dijeron: “¡A Barrabás!”. Pilato les preguntó: “¿Qué debo hacer entonces con Jesús, al que llaman el Cristo?”. Y todos le dijeron: “¡Que lo crucifiquen!”. Y el gobernador les dijo: “Pero ¿qué mal ha hecho?”. Pero ellos gritaban aún más, y decían: “¡Que lo crucifiquen!”. »Al ver Pilato que no conseguía nada, sino que se armaba más alboroto, tomó agua, se lavó las manos en presencia del pueblo, y dijo: “Allá ustedes. Yo me declaro inocente de la muerte de este JUSTO”. Y todo el pueblo respondió: “¡Que recaiga su muerte sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”».

A las tres de la tarde los sacerdotes alzaban las barbillas de aquellos corderos pascuales y desenvainaban sus cuchillos para matar su substituto, al mismo tiempo en el Monte Calvario, los soldados romanos clavaban al perfecto Cordero de Dios a la cruz como el ÚNICO SUBSTITUTO.

Este monte fue destinado para ser un lugar de sacrificio. ¿Sabía que la muerte del Salvador ocurrió en el mismo monte donde Abraham fue guiado por Dios para sacrificar a su único hijo (véase Génesis 22)? ¿Piensa que todo esto ocurrió por casualidad? ¡No! Todo es parte del plan de gracia de las manos de un Dios santo y amoroso.

Había tres cruces. Inicialmente, las cruces eran para tres ladrones, los dos ladrones que sabemos fueron crucificados y Barrabás. La cruz de Jesús era la cruz destinada para Barrabás. Jesús murió en el lugar de Barrabás. Jesús murió en su lugar y en mi lugar. «El Justo por los injustos».

Fragmento extraído del libro ¿Por qué la Cruz?, por Adrián Rogers

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