La más evidente deficiencia en el Credo Niceno es la omisión de cualquier declaración concreta acerca del Espiritu Santo. Esto se explica por el hecho de que la doctrina acerca del Hijo y de su relación con el Padre era entonces el tema absorbente de controversia. Pero Atanasio y otros exponentes y defensores del Credo Niceno insistian en la consustancialidad del Espiritu con el Padre y con el Hijo, y que éste era el pensar del Concilio. Pero como esto era disputado, fue declarado de manera concreta por varios Concilios provinciales, como el de Alejandria en el 362 d.C., y en el de Roma, el 375 d.C. Fue la oposición a esta doctrina lo que motivó la convocatoria del Segundo Concilio Ecuménico, que se reunió en Constantinopla el 381 d.C. En la modificación del Credo Niceno, redactada por este Concilio, se añadieron las siguientes palabras a la cláusula «Creemos en el Espiritu Santo»; «Que es el Señor y dador de vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado, y que habló por los profetas. Algunos de los padres griegos y el gran cuerpo de padres latinos mantenian que el Espiritu procedia de Hijo así corno del Padre, y en el Sinodo de Toledo, en el 589 d.C., se añadieron las palabras filioque al credo. Esta adición fue una de las causas que condujeron, la separación de las Iglesias de Oriente y de Occidente
El Credo Atanasiano.
Después del Concilio de Constantinopla, el 381 d.C, las controversias que agitaron a la Iglesia tuvieron referencia a la constitución de la persona de Cristo. Antes que las cuestiones involucradas en estas controversias fueran decididas de manera autoritativa, fue adoptado generalmente el llamado Credo Atanasiano, una amplificación de los de Nicea y Constantinopla, al menos entre las Iglesias de Occidente. Este Credo estaba expresado asi: Quien quiera ser salvo tiene ante todo que mantener la fe católica, ya que, si no la preserva integra e inviolada, sin duda perecerá eternamente. Pero ésta es la fe católica, que adoramos a un Dios en trinidad, y trinidad en unidad. Ni confundiendo las personas ni dividiendo la sustancia. Porque la persona del Padre es una; la del Hijo, otra; la del Espiritu Santo, otra. Pero la divinidad del Padre, y del Hijo, y del Espiritu Santo, es una, igual la gloria, igual la majestad. Asi como es el Padre, asi es el Hijo, y asi el Espiritu Santo. El Padre es increado, el Hijo es increado, y el Espiritu Santo es increado. El Padre es infinito, el Hijo es infinito, el Espiritu Santo es infinito. El Padre es eterno, el Hijo es eterno, el Espiritu Santo es eterno. Pero no hay tres Seres eternos, sino un Ser eterno. Y sin embargo, no hay tres Seres increados, ni tres Seres infinitos, sino un Ser creado e infinito. De la misma manera, el Padre es omnipotente, el Hijo es Omnipotente, y el Espíritu Santo es omnipotente. Y sin embargo, no hay tres Seres omnipotentes, sino un Ser omnipotente. Asi el Padre es Dios, el Hijo, Dios, y el Espiritu Santo, Dios. Y sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios. El Padre es Señor, el Hijo es Señor, y el Espiritu Santo es Señor. Sin embargo, no hay tres Señores, sino un solo Señor. Porque como somos impulsados por la verdad cristiana a confesar a cada persona de manera distintiva como siendo Dios y Señor, tenemos prohibido por la religión Católica decir que haya tres Dioses, o tres Señores. El Padre no es hecho por nadie, ni creado, ni engendrado. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, no creado, sino engendrado. El Espiritu Santo no creado por el Padre y el Hijo, ni engendrado, sino que procede. Por ello, hay un Padre, no tres Padres, un Hijo, no tres Hijos; un Espiritu Santo, no tres Espiritus Santos. Y en esta Trinidad nada es anterior ni posterior, nada mayor o menor, sino que todas las tres personas son coeternas y coiguales a ellas mismas. De manera que en todo, como se ha dicho antes, se debe adorar la unidad en trinidad y la trinidad en unidad. Todo el que quiera ser salvo, que asi piense acerca de la Trinidad».
Está universalmente aceptado que Atanasio fue el autor de este credo. Aparece sólo en latin en su forma original, y tiene modos de expresión tomados de los escritos de Agustin y de Vicente de Lerino, 434 d.C. Como también contiene alusiones a controversias posteriores acerca de la persona de Cristo, es asignado a algún periodo en mediados de los siglos quinto y mediados del sexto. Aunque no fue el emitido con la autoridad de ningún Concillo, fue pronto universalmente admitido en Occidente, y posteriormente en Oriente, y fue en todas partes considerado como un símbolo ecuménico.
La Doctrina de la Trinidad establecida en estos tres antiguos credos -el Niceno, el Constantinopolitano y el (llamado) Atanasiano es la Forma Eclesial de este fundamental articulo de la fe cristiana. No hay diferencia, excepto en amplificación, entre estas varias fórmulas.