El indescriptible regalo de Dios | John Piper

Domingo, Diciembre 23

EL INDESCRIPTIBLE REGALO DE DIOS

Porque si siendo enemigos, fuimas reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación. Romanos 5:10-11

¿Cómo podemos recibir la reconciliación y gloriarnos en Dios? Una respuesta es: por medio de Jesucristo. Lo que eso significa, por lo menos en parte, es hacer el retrato de Jesús en la Biblia -la obra y las palabras de Jesús presentadas en el Nuevo Testa- mento el contenido esencial de su gozo en Dios. Gozo sin el contenido de Cristo no honra a Cristo.

En 2 Corintios 4:4-6, Pablo describe la conversión en dos maneras. En el versículo 4, dice que es ver la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Y en el versículo 6, dice que es ver La gloria de Dios en la faz de Jesucristo. En cualquier de los dos

casos, se entienede el punto. Tenemos a Cristo, la imagen de Dios, y tenemos a Dios en la faz de Cristo.

Para gozarse en Dios, hay que gozarse en lo que se ve y con- oce de Dios en el retrato de Jesucristo. Y la plenitud de esta experiencia es cuando el amor de Dios se derrama en nuestros corazones por el Espiritu Santo, como dice Romanos 5:5.

Entonces, éste es el punto navideño. Dios no solo compró nuestra reconciliación por medio de la muerte del Señor Jesu- cristo (versículo 10), ni tampoco solamente nos capacitó para recibir esa reconciliación por medio del Señor Jesucristo (versí- culo 11), sino que incluso ahora, el versículo 11 dice que nos glo- riamos en Dios mismo por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Jesus compró nuestra reconciliación. Jesús nos capacitó para recibir la reconciliación y abrir el regalo. Y Jesús mismo brilla desde el empaque el regalo indescriptible-como Dios en la carne, y produce todo nuestro gozo en Dios.

Mire a Jesús esta navidad. Reciba la reconciliación que com- pró. No la ponga en la balda sin abrirla. Y no la abra para hac- erla un medio por el cual se obtiene todos sus otros placeres.

Ábrala y disfrute del regalo. Regocijase en Él. Deléitase en

Él. Hágale su Tesoro,

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