1. La doctrina de Dios.
1.1. Dios.
• Su Existencia. El libro de Hechos, en su totalidad, asume la existencia de Dios. Esto se debe, principalmente, al trasfondo veterotestamentario de los predicadores apostólicos. Aun entre los gentiles en Listra fue así (cf. 14:15), aunque en Atenas Pablo no dio por sentado el conocimiento del Dios verdadero (17:22 ss.), sin embargo, generalmente hablando, en el libro de los Hechos la existencia de Dios se asume al estilo del Antiguo Testamento.
• Sus características. Un número de las características de Dios son mencionadas un tanto incidentalmente en el libro. Él es Creador (14:15: 17:24). Esta verdad acerca de Dios fue particularmente afirmada entre los oyentes gentiles, aunque era bien conocida y reconocida por los judíos (cf. 4:24). Él es soberano. Los apóstoles reconocieron la relación soberana de Dios sobre ellos mismos cuando se dirigieron a Dios como el soberano Señor y percibieron que Él estaba en control absoluto de los hechos y las circunstancias (4:28). También fue reconocido como el Dios de la elección soberana (13:48: cf. Dan. 6:12, donde se usa la misma palabra en la Septuaginta), y como el gobernador sobre todas las naciones (17:26). Él es bondadoso. Su bondad es vista particularmente en el campo de las bendiciones naturales (14:17) y en el estado temporal de juicio (17:30).
• Su revelación. Él está cercano a todo hombre (17:27; cf. Di. 4:29; Salmo 145;18). Él apareció y habló en tiempos pasados (7:2, 6. 31). Él se reveló a sí mismo a través de obras providenciales, empleando ángeles frecuentemente (5:19; 7:53; 8:26; 10:3; 12:7). Él se revela a sí mismo directamente. Esta es probablemente una de las características sobresalientes de la era apostólica. La "naturalidad de lo sobrenatural" se deja ver por todos lados. Fue visto por Esteban (7;56, Pablo (9:5) y Ananías (9:10). Él se revela a sí mismo a través de la Palabra escrita (4:25).
1.2. Sus obras.
En el último análisis todas las cosas son de Dios, pero en el relato de Lucas se le atribuyen ciertas obras particulares. Ellas son: La resurrección de Jesús (4:10; 5:30; 13:37), La salvación de los gentiles (2:21; 13:47; 26:18; 28:28), La reconstrucción del tabernáculo de David (15:16), El juicio futuro (17:31), El envío del Espíritu (2:17), La unción de Jesús (10:38), y la exaltación de Cristo Jesucristo.
1.2.1. Designaciones y descripciones relacionadas a su persona.
• Él es humano. La humanidad de Cristo es ampliamente demostrada en el libro, por referencias al histórico ser humano Jesús de Nazaret y mediante la identificación de Jesús como el Cristo. Que Jesús fue un verdadero ser humano se asume y acepta en el mensaje Pentecostal de Pedro; que Jesús es el Cristo es el punto de su mensaje (2:36). Son pocas las referencias a incidentes específicos en la vida terrenal de Cristo, pero las que son mencionadas constituyen pruebas de su humanidad (2:23; 8:32; 10:38).
• Su deidad. La principal prueba teológica de la deidad de Cristo está en 13:33 donde se afirma la eterna relación de Hijo. "Hoy se refiere a la fecha del decreto mismo... pero este, como un acto divino, era eterno, y así debe ser la relación que éste afirma". La deidad es también otro punto del mensaje de Pedro en Pentecostés, porque por la resurrección, exaltación y el envío subsecuente del Espiritu, él muestra que Jesús de Nazaret es Señor, demostrando así Su deidad.
• Él es el Salvador rechazado y sufriente. El rechazo es la razón por la cual Pedro cita el Salmo 118:22 en 4:11. Es dudoso que el énfasis estuviera sobre Cristo como cabeza del ángulo, sino que más bien parece ser el hecho de que la piedra fue reprobada por los edificadores. Por lo tanto, esto no es tanto una revelación de Cristo como Cabeza de la Iglesia como es un énfasis del rechazo. El Salvador sufriente es un tema que aparece repetidamente a través del libro (3:18; 8:32-35; 17:2-3; 26:22-23).
• Él es el resucitado. Este fue el tema clave de la predicación apostólica como se ejemplifica en los sermones de Pentecostés y Antioquía de Pisidia (2:25-28: 13:32-35). La resurrección está, por supuesto, intimamente conectada con la ascensión (1:9-11) y la exaltación (2:33-35).
• Él es el que viene. En el momento de la ascensión la promesa del regreso del Mesías fue afirmada a los discípulos que miraban hacia el cielo (1:9-11). También fue reiterada en el segundo sermón de Pedro (3:21).
Todas estas referencias relativamente incidentales a la persona de Cristo, aunque no forman ninguna área teológica principal del libro, exponen el concepto alto y completamente ortodoxo que tanto los predicadores apostólicos como el cronista tenían de Jesús.
1.3. Su ministerio
• En la salvación, todas las citas del Antiguo Testamento que aparecen en Hechos referentes a la salvación hablan de la universalidad de la salvación que el Mesías proveería. tal inclusividad está basada en la promesa universal del pacto abrahámico (Gn. 12:3), la cual asegura que en la Simiente serían benditas todas las familias de la tierra (cf. Hechos 2:21; 3:25-26; 10:43; 13:46-47; 26:23; 28:28). Sin embargo, hay un aspecto exclusivo de Su salvación. Su provisión es sólo a través del nombre de Jesús de Nazaret (2:36; 4:12; 13:39).
• En la enseñanza. Si consideramos todo lo disponible tocante a lo que nuestro Señor enseñó a sus discípulos durante los cuarenta días entre la resurrección y la ascensión (1:3-9; 13:31), sólo tendríamos un ejemplo de las muchas cosas que debió de haber dicho.
• Respecto de sí mismo. En el camino a Emaús El trató de mostrar a los dos discípulos que su concepto del Mesías estaba bastante torcido, y ese concepto era generalmente compartido por todos hasta la venida del Espíritu.
• Respecto al tiempo del reino. Él les enseñó que no podían tener ningún conocimiento sobre el tiempo y las sazones del reino mesiánico prometido siglos atrás (1:6-7). No hubo censura de parte del Salvador a la pregunta, ni ninguna insinuación de que el reino no iba a venir como cumplimiento literal de las promesas. Ellos no podían saber acerca del tiempo del cumplimiento.
• Respecto al Espíritu. Aunque el ministerio del Espíritu era bien conocido y tal vez ampliamente experimentado en el Antiguo Testamento, el Señor anunció que el bautismo del Espíritu todavía era futuro (Hechos 1:5). (Lo que hubiera sucedido como cumplimiento de Juan 20:22 no pudo haber sido el bautismo; de otro modo la forma futura en Hechos 1:5 pierde todo significado).
• Respecto al servicio. El servicio de los discípulos, según Jesús, iba a tener un nuevo poder en la persona del Espíritu Santo y un nuevo programa que se extendería hasta lo último de la tierra (1:8). La motivación de ese servicio era tener amor para el Señor (Juan 21).
• En otras formas. El libro, en su totalidad, es el testimonio de la obra del Mesías; por lo tanto, cualquier lista sería incompleta. Sin embargo, entre las cosas más notables que Él hizo está: el envío del Espíritu (2:33), el añadir al grupo cristiano (2:47; 4:12), la realización de milagros (4:10; 9:34; 13:11; 16:18; 19:11), y la manifestación de su presencia personal (7:56; 9:5, 10-11; 18:9).
1.4. El Espíritu Santo.
• Su deidad. Una afirmación directa de la deidad se encuentra en el bien conocido pasaje en el capítulo 5, donde Pedro usa a Dios y al Espíritu Santo intercambiablemente (5:3-4). El Espíritu fue enviado por el Hijo resucitado (2:33).
• Su obra con relación a Cristo. Se dice que Él ungió al Señor durante su ministerio sobre la tierra (10:38). Esto probablemente es equivalente a la morada del Espíritu y ocurrió en el bautismo de Cristo. Eso no quiere decir que el bautismo significa unción, sino sólo que ambas cosas ocurrieron simultáneamente.
• Su obra en el futuro. Si se interpreta la cita de Joel 2 en Hechos 2 como que tiene un cumplimiento futuro, entonces el Espíritu algún día será derramado sobre toda carne con ciertos acompañamientos no usuales.
• Su obra con relación a la Iglesia. Esta es el área principal de la obra del Espíritu en lo que respecta al libro de los Hechos. Él bautiza (1:5; 11:15-16). Este ministerio fue con el propósito de formar el Cuerpo de Cristo. Él gobernaba la Iglesia primitiva (13:2-4). Él llenó a los creyentes para que diesen testimonio (1:8; 2:4; 4:31; 5:32; 9:11-20). Evidentemente, la Iglesia esperaba que así fuese (6:3-5; 11:24). Él guio a los líderes de la Iglesia primitiva. Notables ilustraciones de esto son Felipe (8:26-30), Pedro (10:19; 11:19), Pablo (16:7; 20:23; 21:4, 11), y los profetas, de los cuales Agabo es un ejemplo (11:28, 21:4).
Aunque el lector de Hechos esté particularmente consciente de la obra del Espíritu, siempre es, como es de esperarse, la obra de procurar la gloria de Cristo y no la de Sí mismo. Estas son las obras del Cristo resucitado a través del Espíritu Santo actuando en los hombres.
2. La doctrina de las Escrituras.
2.1. El uso del Antiguo Testamento.
En los discursos de Hechos hay cerca de 110 citas del Antiguo Testamento, tomadas de dieciocho a veinte libros. Las citas predominantes son pasajes mesiánicos de Deuteronomio, los Salmos, e Isaías. Como era de esperarse, hay más citas del Antiguo Testamento en los primeros discursos en Hechos porque iban dirigidos a audiencias judías, y los pasajes citados son mesiánicos a fin de identificar a Jesús de Nazaret con el Cristo.
2.2. La inspiración del Antiguo Testamento.
Que el Antiguo Testamento era de Dios fue afirmado por la Iglesia primitiva (1:16; 4:25; 28:25). La autoridad de las Escrituras también fue reconocida (3:18, 21; 13:46-47; 15:15-18; 26:22-23).
2.3. La forma de Citar el Antiguo Testamento.
(1) En el Nuevo Testamento se usa frecuentemente la Septuaginta con el fin de aclarar el significado de algo que no está muy claro en el texto hebreo. En algunos casos la Septuaginta sería aún más exacta.
(2) Verdaderamente, las parafrasis no son problemas serios. Las mentes de los escritores del Nuevo Testamento estaban saturadas de la Escritura, y frecuentemente citaban sólo el sentido de ellas aun cuando prefijaban la paráfrasis con la frase "dice la Escritura". Así que la palabra dice era usada en un sentido general y, ya que las comillas no estaban disponibles en el idioma griego, tal sentido general no sólo es posible sino muy probable en muchos casos.
(3) En último análisis cualquier solución debe de tomarse en cuento a la obra protectora del Espíritu Santo en ambos Testamentos. En realidad, todas las citas del Antiguo Testamento que aparecen en el Nuevo equivalen a un autor que se cita a sí mismo. Este autor es el Espíritu Santo.
3. La doctrina de la salvación.
3.1. La condición de la salvación.
La Iglesia primitiva expresó por todas partes que hay una sola condición para la salvación, es decir, la fe. Hay una fe que no es para salvación. Hay dos ejemplos notables del ejercicio de tal fe en el libro de los Hechos — Simón (8:13) y Agripa (26:27). Para que sea una fe salvadora debe de tener el objeto correcto, y la fe de estos dos no estaba dirigida hacia Jesús de Nazaret. La fe salvadora debe ser en Jesucristo. Esta idea es la afirmación más frecuentemente repetida en Hechos en lo que concierne a la salvación (10:43; 11:17, 21; 14:23; 16:31; 18:8). En ocasiones el texto dice que la fe salvadora está dirigida hacia Dios, pero en tales circunstancias se presupone un conocimiento de Jesús, de forma que la fe es hacia Dios como se revela en Su Hijo (por ejemplo 16:34).
El mensaje de la fe se proclama a través de los mensajeros de Dios. Es a través de hombre que Dios entrega su mensaje tanto oralmente (15:7) como por hechos y vida (13:12). El acto de creer es por gracia y, por lo tanto, está basado en el consejo eterno de Dios. Aunque creer es un acto humano, sin embargo, se realiza a través de la gracia de Dios (18:27), y quienes creen ya han sido inscritos o colocados en el rango de los que tienen vida eterna (13:48; cf. 11 Tim. 3:11 para la misma palabra). Este énfasis sobre el aspecto soberano y divino de la salvación es algo que causa sorpresa encontrarlo en un libro histórico, pero muestra que la doctrina era una parte establecida en la subestructura teológica del pensamiento de Lucas.
• La fe como sinónimo del arrepentimiento.
Frecuentemente la idea de creer se expresa con la palabra arrepentimiento (2:38; 3:19; 5:31; 8:22; 11:18; 17:30; 20:21; 26:20). Al igual que la fe, el arrepentimiento es un requisito humano para la salvación y aun así es un don de Dios (5:31; 11:18). Tanto Pedro como Pablo predicaron el arrepentimiento, lo cual significa que no puede ser relegado a la teología petrina. La palabra significa cambiar la mente, y por su uso en el libro de Hechos significa cambiar la mente respecto de Jesús de Nazaret, reconociéndolo como el Mesías. Esto involucraba no pensar más en Él cómo meramente el hijo del carpintero de Nazaret, un impostor, sino recibirlo ahora como Señor y Mesías. De modo que el arrepentimiento predicado por los apóstoles no fue ni un requisito previo ni una consecuencia de la salvación, sino que era el acto de fe en Jesucristo, quien traía salvación a aquel que se arrepentía.
• La fe sola es suficiente. Una desviación de la suficiencia de la fe apareció temprano en la Iglesia. Algunos de los hermanos de la circuncisión trataron de hacer de esta una condición adicional para la salvación (15:5). La causa de ese fenómeno fue que algunos consideraron al cristianismo sólo como un grupo dentro del judaísmo. Por lo tanto, cuando los gentiles se integraron a la Iglesia pensaron que debían entrar como prosélitos judíos y ser circuncidados.
La cuestión se agudizó hasta que fue necesario convocar a un concilio de la Iglesia en Jerusalén para resolver el problema. Por causa de los otros decretos del concilio que sugerían la limitación de ciertas libertades, algunas veces pasamos por alto la decisión que se hizo concerniente a la pregunta para todos importante de si la circuncisión era necesaria, además de la fe, para la salvación. La declaración está claramente establecida: "Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios". (15:19).
4.6.2. Las Consecuencias de la Salvación.
Vida eterna (13:48). Justificación (13:39). La justificación, el acto divino de pronunciar justo al pecador, fue algo que la Ley Mosaica no podía hacer. Remisión de Pecados (2:38; 10:43; 22:16).
4. El bautismo.
• El bautismo siempre significa identificación. El bautismo del prosélito judío (el cual era practicado en los días de Cristo) significaba identificación del gentil con el judaísmo. El bautismo de las religiones misteriosas tenía el mismo significado. El bautismo de Juan identificaba a la gente con su mensaje. Igualmente, el bautismo cristiano era un hecho de identificación con el mensaje y con el grupo cristiano.
• El método del bautismo. Aun los no-inmersionistas admiten que la inmersión fue la práctica común de los tiempos apostólicos y que había suficientes fuentes en Jerusalén para permitir la inmersión de 3,000 convertidos en el día de Pentecostés. El modo bautismal del prosélito judío, rito similar y contemporáneo, era clara e invariablemente por inmersión, y es difícil imaginar que un modo diferente fuera practicado por la Iglesia cristiana.
En todos los casos la razón para ser bautizado era que la salvación ya había sido una realidad. El bautismo no era para salvación sino sobre la base de la salvación. La obligación de testificar de Cristo. Esta pareció ser una consecuencia natural y normal de la salvación, de modo que como resultado otros se salvaban diariamente (2:47; 8:4; 9:20; 18:5, 26:26; 19-20).
• La obligación de ayudarse mutuamente. La nueva comunidad reunió a gente desconocida, pero esa nueva relación evidenciaba amor y ayuda mutua (2:44; 11:27-30; 15:36; 18:23; 21:20-26).
• La obligación de restringir su libertad. Cuando los creyentes gentiles fueron advertidos de que algunas de sus prácticas ofendían a otros judíos creyentes, gustosamente restringieron su libertad en Cristo por el bien de sus hermanos (15:19-29). No era una cuestión de ser coartados por causa de los caprichos de unos pocos, sino que había un gran número de judíos que necesitaban ser ganados a la nueva fe.
5. La doctrina de la Iglesia.
5.1. El principio de la Iglesia.
Por muy limitada que sea la consideración que se dé a la teología de Hechos en las Teologías Bíblicas que se publican, la eclesiología siempre recibe cierta atención, porque "el enfoque que Hechos proporciona de la vida de la comunidad cristiana primitiva es muy interesante y el Principio de la Iglesia. La Iglesia pertenece a Cristo (Mt. 16:18). El escogió y entrenó a los primeros líderes durante su vida terrenal.
Algunas de sus enseñanzas eran una anticipación de la formación de la Iglesia. Su muerte, resurrección, ascensión, y exaltación eran la base necesaria sobre la cual la Iglesia iba a ser constituida. Pero, aunque el Señor es el fundador de la Iglesia y quien colocó el cimiento en su vida terrenal, la Iglesia no comenzó su existencia funcional sino hasta el Día de Pentecostés. Hay un número de consideraciones para probar esto.
El argumento mayor se relaciona con el bautismo del Espiritu Santo. El Señor había hablado de esta obra del Espiritu tan sólo antes de su ascensión (1:5) como aún futura y como algo que ellos jamás habían experimentado. Aunque no está expresamente registrado en Hechos 2 que el bautismo del Espíritu ocurrió el Día de Pentecostés, sí se dice en Hechos 11:15-16 que sucedió en ese día en cumplimiento de la promesa del Señor. Sin embargo, es Pablo quien explica que es este bautismo el que coloca al creyente en el Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13). En otras palabras, en el Día de Pentecostés, los hombres fueron puestos en el Cuerpo de Cristo. En vista de que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo (Col 1:18), la Iglesia no pudo haber comenzado sino hasta Pentecostés y tenía que empezar en ese día.
Un segundo argumento concierne a la exaltación de Cristo y al envío del Espíritu Santo (2:33). Es obvio que el énfasis de Pedro sería tan incongruente con la idea de que la Iglesia comenzó algunos días después de Pentecostés como de que comenzó antes de Pentecostés, porque dicho comienzo depende del Señor resucitado y ascendido (cf. Ef. 4:8-11). Del Pentecostés en adelante hay un nuevo distintivo. El día mismo era ciertamente diferente a otros Pentecostés anteriores, y el grupo que fue formado era intuitivamente distintivo. La sumisión de los convertidos al bautismo de agua inmediatamente los diferenciaba de los otros judíos. Aun cuando la palabra Iglesia no aparece en Hechos sino hasta 5:11, y aunque había cierta mescolanza con el judaísmo, había un grupo manifiestamente nuevo después de Pentecostés (2:38).
Pedro se refirió a Pentecostés como el comienzo (1:15). Este comienzo no pudo haber ocurrido después de Pentecostés, porque Pedro asocia el comienzo con la promesa del Señor concerniente al bautismo del Espíritu, el cual el Señor había dicho que sería cumplido "dentro de no muchos días" (1:5).
5.2. La organización de la Iglesia.
• Los apóstoles. En los primeros días de la Iglesia, cuando todos los miembros estaban en Jerusalén, los apóstoles asumieron el liderazgo. Los apóstoles guiaron la doctrina del nuevo grupo, lo cual era un factor determinante para la unidad de la Iglesia (2:42).
• Los ancianos. Cuando Lucas menciona por primera vez a los ancianos los introduce sin prólogo como si diese por sentado la existencia de estos (11:30). Debemos entender de esto que la organización de los ancianos fue adoptada por la Iglesia cristiana de la organización de la sinagoga judia (cf. 4:5; 6:12; 25:15). Evidentemente los ancianos como un grupo organizado antecedieron a los diáconos, y sostuvieron la misma relación con los grupos cualquier lugar como la sostuvieron los apóstoles al principio con la Iglesia en Jerusalén.
La designación de Pablo de los ancianos para que tomaran el liderazgo de las iglesias que él había fundado sostendría esto. También parece que había varios ancianos sobre cada congregación (14:23; 15:2, 4; 21:18) y que sus responsabilidades se extendían tanto a lo espiritual como a los asuntos temporales (11:30; 14:23).
• Los diáconos. En lo que respecta al libro de Hechos la palabra diácono parece ser usada enteramente en un sentido no oficial. Eso no significa que el diaconado no era reconocido durante el período de Hechos (cf. Fil. 1:1), pero la palabra es usada en Hechos en un sentido general de aquellos que sirven (1:17, 25: 6:1, 2, 4; 11:29, 12:25; 19:22; 20:24; 21:19). Aquellos que fueron escogidos en Hechos 6 como resultado de una disputa entre las viudas probablemente debieron ser denominados ayudantes en lugar de diáconos, porque su función era específicamente subordinada y no un oficio en la Iglesia. El desarrollo de la actividad probablemente tomó lugar en la forma siguiente:
5.3. La vida de la Iglesia.
La vida de la comunidad primitiva involucraba muchas cosas.
• Doctrina (2:42). Los apóstoles tenían un enorme trabajo en sus manos al instruir a las multitudes que venían a Cristo. El contenido de sus enseñanzas era los hechos y el significado de la vida de jesús de Nazaret. La enseñanza estaba combinada con la predicación (4:2; 5:21, 25, 28, 42; 28:31), pero la doctrina tenía un lugar prominente en la vida de los grupos primitivos (11:26; 15:35).
• Comunión. La presencia del artículo definido en 2:42 probablemente señalaba la comunión espiritual que mantenía unidos a los cristianos. El grupo también manifestaba comunión en las cosas materiales (4:32). Es ridículo Ilamar a esta acción comunismo cristiano, porque toda venta era voluntaria (4:34; 5:4), y el derecho de posesión privada nunca fue abolido. El grupo sólo controlaba aquello que se le daba, y la distribución no era por igual sino de acuerdo a las necesidades. Esto era comunión cristiana en acción, porque el significado principal de expresar la comunión es a través de la dádiva de cosas materiales.
• La Cena del Señor. En Jerusalén la Cena del Señor era observada diariamente (2:42), aunque sin duda no debemos entender que fue diariamente en cada casa, pero sí cada día ya que en algún lugar en Jerusalén se realizaba. La observancia semanal, evidentemente, llegó a ser el proceder general con el de cursar del tiempo (20:7, 11). Cuando Pablo visitó Troas, participó con los creyentes locales en la cena memorial.
• Oraciones. La oración impregnaba la vida de la Iglesia, y como es el aspecto más importante de cualquier obra para el Señor, ese era el secreto para el éxito de la Iglesia primitiva. Había oraciones en ocasiones regulares y oraciones para necesidades especiales (1:24; 3:1; 4:23-31; 6:4, 6; 9:40; 10:4, 31; 12:5, 12; 13:3; 14:23; 16:13, 16; 20:36; 28:8).
• La persecución. La vida de la Iglesia primitiva está llena de persecución (4; 5; 7; 8; 12; 15; 21). La persecución la realizaron tanto los herejes (como los judíos legalistas) como los gobernantes políticos. (La persecución de Herodes en el capítulo 12 era esencialmente religiosa y no política, porque estaba actuando para complacer a los judíos y no a los romanos).
• La Disciplina. El ejemplo notable de disciplina en la vida de la Iglesia es el caso de Ananías y Safira (5:1-11). En algunos casos la sustracción no es retrocesión.
En resumen, estas son las características más sobresalientes de la eclesiología de Hechos. (1) La Iglesia cristiana fue un nuevo grupo con un comienzo distintivamente reconocible. (2) No era puramente un grupo democrático, sino que desde el principio tuvo un liderazgo regularmente constituido responsable de la dirección de sus negocios. (3) La base de la vida de la Iglesia fue el vínculo del amor el cual unía a los creyentes en una comunidad. En otras palabras, la comunión fue la base de la vida de la Iglesia. Eso explicaba el interés en la doctrina, el compartimiento de los bienes materiales, la celebración frecuente de la Cena del Señor, el énfasis en las oraciones, la persecución de parte de los líderes religiosos, y la necesidad de disciplina dentro de su propio círculo.
6. Misiones.
Los principios tocante a las Misiones en el Libro de Hechos. En una historia de la obra misionera de la Iglesia es de esperarse que el Espíritu Santo revele ciertos principios concernientes a la obra misionera que servirán como guía para el día de hoy.
• El principio fundamental. La base para toda misión es el discípulo individual. Nuestro Señor había establecido el patrón para el inicio de la obra con individuos en la Gran Comisión cuando mandó a sus seguidores a hacer discípulos. Esta obra, según Mateo 28:18-20, incluye el ir, bautizar, y enseñar (los tres participios en los versículos establecen un contraste con el único imperativo, "haced discípulos"). En otras palabras, colocar el fundamento significa más que evangelizar; también incluye la enseñanza a los nuevos convertidos. Esto fue lo que la Iglesia primitiva hizo, y el relato histórico lo verifica, porque la designación principal que usa Lucas es la palabra discípulo (6:1, 2, 7; 9:1, 19, 25-26, 38; 11:26; 13:52; 14:22, 28; 18:23, 27; 19:9; 20:1, 30; 21:4, 16).
• El principio geográfico. En relación con la geografia, a los discípulos se les había mandado ir a todo el mundo, y esto hicieron, aunque no siempre voluntariamente. En el Día de Pentecostés providencialmente se habían reunido gentes de muchas naciones quienes llevaron el mensaje de regreso a casa. En otra ocasión Dios usó la persecución para regar la semilla (8:1, 4). Realizar la obra misionera en áreas no alcanzadas vino a ser un deseo y propósito normal de la Iglesia (13:1-3; 15:40). La meta era alcanzar a quienes aún no habían sido alcanzados (cf. Ro. 15:24).
• El principio de grupo. La meta final del ministerio del discipulado individual fue, en todo lugar, el de establecer iglesias locales. Esto surgió casi espontáneamente porque las personas que eran convertidas y enseñadas veían la necesidad de la actividad de grupo. Los discípulos no iban a una comunidad y anunciaban que iban a establecer una iglesia eso se desarrollaba espontáneamente; tampoco iban a una ciudad y hacían convertidos sin establecer una iglesia (14:23). La meta principal de la obra misionera es el establecimiento de iglesias locales, organizadas. Las Epístolas del Nuevo Testamento están dirigidas a iglesias lo cual atestigua la validez y éxito de este principio.
6.1. Los Procedimientos de las Misiones en el Libro de Hechos.
Básicamente el procedimiento era predicar y enseñar la Palabra continuamente. Sin embargo, había formas particulares en las cuales esto era hecho.
• Viaje. Los misioneros siempre estaban en movimiento, no esporádica sino sistemáticamente (11:22-26; 15:36). Aun al pastor ya establecido se le dice que viaje.
• Penetrando centros estratégicos. Comenzando en Jerusalén y extendiéndose hasta Antioquía, Éfeso, Filipo, Atenas, Corinto y terminado en Roma, el mensaje fue llevado primero a los centros de población. De allí se irradió a las áreas de los alrededores (19:10; Cf. 1 Ts. 1:8).
• Predicación oral. Este fue indudablemente el método principal de las misiones. Cualesquiera que sean las ayudas adicionales para promover el testimonio, nada puede tomar el lugar de la predicación oral (2:40; 5:42; 8:4-5, 35, 40; 13:5; 28:31). La predicación fue hecha en las sinagogas (9:20; 13:14; 14:1; 17:1, 10; 18:4; 19:8); en las casas (10:34); en la iglesia (13:1); en las márgenes de un río (16:13); en las cárceles (16:25); en reuniones en la calle (17:22) y en el trabajo (18:2-3).
• La literatura. La existencia de Hechos mismo, por no hablar de las Epístolas, es una evidencia de la importancia que tenía el ministerio escrito para instruir a los creyentes. Entrenando obreros nacionales. Este es un resultado de hacer discípulos. Algunas veces tal entrenamiento estaba relacionado con grupos, como los ancianos (14:23; 19:30; cf. 1 Ts. 5:12), y en otros casos con individuos (16:1; 18:26). Este procedimiento se hizo para la multiplicación del esfuerzo misionero y no por mera adición.
7. Escatología.
7.1. El Reino de Dios era el tema de la Predicación Apostólica.
A través del libro de Hechos se reporta que los primeros predicadores anunciaron el reino (8:12; 14:22; 19:8; 20:25; 28:23). En estas citas el término reino tiene varias facetas. En dos ocasiones está ligado con la frase nombre de Jesús (8:12; 28:23). En otro lugar es usado como un sinónimo del Evangelio de la gracia de Dios (20:25). Es predicado tanto a audiencias judías como gentiles (cf. 19:8; 28:23), y el concepto arroja un elemento de realización futura (14:22). Sin embargo, la idea principal parece ser el concepto básico del reino; es decir, el soberano poder gobernante de Dios. Así que tal como se usa la frase en la predicación apostólica significa las cosas concernientes al poder y plan de Dios obrando para traer la salvación a través de Jesús el Mesías, cuya salvación se consumará en la gloria futura. Es casi semejante a la idea judía del reino.
7.2. Reafirmación de la promesa del Reino Mesiánico.
Ya se mencionó que Jesús confirmó las promesas del reino mesiánico (1:6-7). pero Pedro también confirmó estas promesas (3:12-26). La ocasión fue la sanidad de un hombre cojo, pero el tema del mensaje de Pedro a la multitud que se reunió era similar a aquel que había predicado en Pentecostés — Jesús a quien vosotros matasteis es el Mesías —.
Entonces después del llamado al arrepentimiento, prometió perdón de pecados y el tiempo de refrigerio asociado con la venida del Mesías (3:19). La frase "tiempos de refrigerio" se encuentra solamente aquí en el Nuevo Testamento; evidentemente es un sinónimo con "la restitución de todas las cosas" en el versículo 21 y se refiere, por lo tanto, al reino milenial (cf. 1:6, Lucas 2:25). Así la esperanza de Israel en ninguna forma es abrogada, sino al contrario es reafirmada aún después del comienzo de la Iglesia. Tanto en los Sinópticos como en Hechos el significado de la palabra reino debe determinarse por su uso.