Algunos cristianos, que interpretan erróneamente el pasaje de Pablo cuando afirma que nosotros tenemos la mente de Cristo, hablan como si ellos tuvieran una línea directa con el cielo, y se apresuran al considerar sus propios pensamientos icomo si fuesen los pensamientos de Dios!
La respuesta de Pablo a este error se puede ver claramente cuando se lee el resto de la carta de Pablo a los Corintios. Allí se mencionan los errores torpes que cometían estos creyentes (que tenían la mente de Cristo).
Los cristianos aún cometen todo tipo de errores como esposos, padres, pastores, trabajadores, estudiantes, amigos, economistas y políticos. Dios no nos hace sabios para que jamás cometamos errores, Él nos hace sabios para que podamos ver nuestros errores y así poder aprender y crecer a través de ellos.
Esto concuerda con lo que hemos aprendido acerca de nuestra nueva identidad en Cristo. Dios nos hace libres; sin embargo, esto no significa que no haya luchas. Dios nos hace limpios, pero eso no significa que Él nos quitará del mundo. Tu pureza te permite enfrentar la realidad del pecado en tu vida. Tu libertad te permite afrontar tus luchas. Tu santidad te permite ser luz en este mundo oscuro. Tu sabiduría te capacita para tomar decisiones dificiles.
Tomemos un momento para repasar lo que hemos aprendido: 1. En Cristo, estás limpio (aunque todavía peques). Cristo es tu justicia, así que tu pureza no depende de ti, sino de Él.
2. En Cristo, eres libre (aunque sigas luchando). Cristo es tu redención. Una vez fuiste esclavo del pecado, pero Cristo te ha llevado de la jaula al campo, donde tienes la capacidad de luchar. Puede que fracases muchas veces, pero al final triunfarás. El pecado ya no es tu amo.
3. En Cristo, eres santo (aunque aún vivas en el mundo). Cristo es tu santidad. No perteneces a este mundo, perteneces a Cristo. Él te ha llamado a no ser del mundo y te envía como luz a las tinieblas.
4. En Cristo, eres sabio (aunque sigas cometiendo errores). Cristo es tu sabiduría. Él no te ha dejado tropezar por la vida en la oscuridad.
5. En Cristo, ahora sabes quién eres y a quién perteneces. Sabes por qué estás aquí y, por lo tanto, sabes qué perseguir. Puedes organizar tu vida con confianza porque el Espíritu de Dios vive en ti.