Creencias religiosas de los Guaraníes | Rogelio Duarte

Los guaraníes

No es fácil a esta altura de las cosas reproducir la cultura religiosa de los guaraníes, porque el impacto que recibió de las misiones jesuíticas y franciscanas fue enorme. No es fácil distinguir si una creencia religiosa considerada guaraní es genuina o si ya fue influida por la fe cristiana. Los jesuitas y franciscanos utilizaron la mitología religiosa de los guaraníes para enseñar la fe. Es decir, una mitología religiosa guaraní que se aproximaba a una concepción religiosa de la fe cristiana era usada para barnizarla con el contenido de la fe católica.

La religión guaraní fue entre los pueblos indígenas de América la que estuvo más próxima a la fe traída por los europeos, y los misioneros consideraron que el pueblo que mejor se presentaba para ser cristianizado eran los guaraníes.

1. El concepto Guaraní de Dios.

Hasta no hace mucho la mayoría de los investigadores de la cultura guaraní consideraban que los guaraníes tenían un concepto monoteísta de Dios, pero otras investigaciones han llegado a sostener que los guaraníes creían en varios dioses, pero con pre ponderación de uno Nanderuvusú, que traducido significa algo así como Nuestro Gran Padre.

También a este mismo dios llaman Tenondeté, que traducido significa: El Principio o el antecesor de todas las cosas o el que fue antes de todo.

El dios de los guaraníes es un dios preexistente, nada existió antes y es el causante de todo lo que llegó a ser o existió. Tupá (pronunciación nasal) es la palabra con que generalmente se designa a Dios actualmente en el idioma guaraní; en el Paraguay se llama Tupá a Dios, pero esta palabra fue obra de los misioneros. Tupá sería uno de los semidioses importantes, y este semi dios fue escogido por los misioneros para designar a Dios. Dice un investigador de la cultura religiosa de los guaranies: "La palabra Tupá, evocando un concepto espiritual en su esencia espiritual y algo antropomorfizado en su representación, se ajustaba indudablemente a lo que los jesuitas necesitaban como correspondiendo al vocablo Dios".

Ya análogamente la iglesia católica había adoptado la palabra Dios o Deus, en vez de Jehová; siendo así este último nombre, debía de corresponder al que adoramos y no a aquel que representa el dios de los paganos. Los misioneros jesuitas llamaron Tupá con todo acierto al Dios que traían, porque esté era sobre todo la persona de Jesús. Tupá es la forma divina más próxima del hombre que guarda en efecto correspondencia con Jesús. Tenondeté está más alto. Es más misterioso e inaccesible y no evocable. Tupá es el hijo menor de Nanderuvusú, dice Unkel, otro gran investigador de la cultura guaraní. Tenondeté es Dios espíritu. Es Dios Padre, Tupá es Jesús.

LLama la atención en verdad el hecho de que los misioneros franciscanos y jesuitas hayan tomado a Tupá para designar a Dios y no a Nanderuvusú o Tenondeté, puesto que estas palabras con los guaraníes designaban a dios se aproximan mejor al concepto cristiano de Dios. Talvez tienen razón el investigador citado en el sentido de que escogieron a Tupá por ser la forma divina más próxima al hombre que guarda correspondencia con Jesús.

El dios de los guaraníes es un dios creador creó el universo y todo cuanto en él existe. Los guaraníes creen que antes de la creación existían las tinieblas, el Pytúyma, las tinieblas originarias o tinieblas antiguas; pero el creador guarani creo en virtud de su palabra y anima y da vida al mundo y cuando en él existe, es decir, el dios guaraní es creador, animador y sustentador de su creación.

El dios de los guaraníes es un ser espiritual.

He aquí el punto donde concepto guaraní de dios llega a una altura en que supera a todos los pueblos de los naturales de América, como así mismo donde más se aproxima al concepto cristiano de Dios. El dios guaraní es espíritu puro, sin forma, sólo perceptible por sus atributos, que anima e impregna todo el universo. La concepción espiritual que los guaraníes tenían de su dios hacía que no tuvieran ninguna figura o imagen para representarla, no fueron idólatras como los otros pueblos nativos que generalmente representaban a su dios en grotescas figuras.

El dios guaraní es espíritu, no asume forma alguna. 

No se presenta casualmente como una aparición, sin embargo, los guaraníes consideran el trueno, el relámpago o el rayo como las manifestaciones visibles de su dios. Ellos imaginaban que su dios, sentado en una silla, recorre el mundo a través de un relámpago. Cuando truena, el indio guaraní mira el cielo y clama a su dios, asocia el trueno con su dios, el relámpago es su camino; el guaraní entra en recogimiento y percibe la grandiosidad de su dios en el trueno.

El dios guaraní es la fuente del bien y del mal.

Hace el bien tanto como el mal o, mejor permite que ambas cosas sucedan. Así como el bien es necesario, también el mal es necesario o tiene razón de ser entre los guaraníes. La verdad es que no existe una noción fuertemente arraigada a la idea del mal en la cultura guaraní, y esto es lógico suponer puesto que su dios es la fuente del bien y del mal. El dios guaraní no castiga ni premia puesto que es la fuente de todo lo que acontece. El impulso de su dios no está inspirado en el bien ni en el mal.

El dios guaraní es inexorable, nada desvía sus designios, su voluntad no se cambia resultando ineficaz toda compenetración. No existe plegaria o ruego al dios guaraní, el guaraní no intenta pedir nada a Dios, porque es inútil, no es como en la concepción cristiana donde se trata con un Dios misericordioso. Los guaraníes no oran. Es extraño este hecho de la ausencia de la plegaria en la cultura religiosa de los guaraníes.

2. El culto entre los guaranís consiste en una danza: el Ye-ro-ky.

Los guaraníes creen que en esta danza adquieren bríos, fortaleza espiritual, mediante esta danza o este cuto el indio se rejuvenece y se transporta a la morada de los dioses.

A pesar de que el culto está desprovisto de formalismo, sin templos, sin imágenes y con escasas ceremonias, sin plegaria, sin embargo, el culto guaraní es violento, está cargado de emociones. En el ye-ro-ky o culto guaraní, el indio entra en éxtasis, en trance parecido a los seudocultos que están de moda en ciertos ambientes religiosos de nuestros días.

"El culto y la religión eran los siguientes: Los hombres, agitarse como epilépticos y pronunciar discursos; las mujeres, con el cabello esparcido, custodiaban el fuego encendido al demonio".

Esta descripción de un culto guaraní fue hecha por un historiador de las misiones jesuíticas, donde los guaraníes daban culto a tres famosos hechiceros guaraníes muertos.

"El Padre Ruiz, desde el púlpito, reprendió el que fuesen adorados los cadáveres de tres magos en el lugar de la Santísima Trinidad: horrorizado exclamaba, de haber escuchado la doctrina de Satanás en vez de la del Verbo encarnado; de haber preferido las frenéticas agitaciones del diablo a las suaves inspiraciones del Espíritu Santo. Una cosa debéis de hacer al momento y es entregar los objetos, supersticiones que tenéis"

El dios de los guaraníes no exigía bárbaros sacrificios humanos como sucedía con los dioses de otros pueblos de los naturales de América, no exigía tampoco sacrificio de animales. El dios guaraní no hacía tantas demandas a los hombres, pero era temido y considerado como dios benevolente. Los guaraníes no concibieron su dios máximo como una entidad que les era exclusiva, sino como un ser supremo que rige toda humanidad, con amplio sentido. No hay para ellos pueblo predilecto de dios. Los propios guaraníes no se colocaban a sí mismo en situación privilegiada o preferencial.

3. Los Semidioses.

Dentro de la cultura religiosa guaraní existe una serie de semidioses que son algo así como genios protectores que hacen justicia y castigan, unos cuidan de la selva, otros de los cultivos, otros de los ríos y otros persiguen a los hombres que han hecho injusticia.

"Al lado del dios espiritual puro... los guaranies tenían dioses semi corporales, dioses que tenían de espíritu hasta cierto punto, pero que aparecían bajo formas distintas, o bajo conceptos cristianos, hicieron una tarea de adaptación de la fe católica al creado guaraní. Los tributos del añá guaraní no son tan claros y precisos; sin embargo, resulta claro que el añá no es un ángel maligno ni es el símbolo del mal, sino más bien un ser punitivo que se muestra terrible con el que ha cometido un delito. El añá guaraní no es tentador, no facilita a los hombres la ocasión de hacer el mal. Pero es perseguidor del hombre para castigarlo por sus fallas y deslices. Inspiraba pavor a los indios porque, quien más, quién menos no desconoce la culpa de infracciones realizadas aun inconscientemente y el añá era el personaje indicado dentro de la mitología guaraní para castigar a los hombres. El añá generalmente se encontraba en la encrucijada de los cambios y asustaba a los que pasaban, hasta la idea de que el aña se burlaba de los hombres en forma determinada pero siempre material. Son los dioses secundarios, hasta cierto punto los dioses de la selva, de las aguas, de los amores, de las plantas y de los animales".

Uno de los semidioses que llegó a tener trascendencia viene a ser Añá, los misioneros vieron en este un equivalente al diablo de tal manera que actualmente en Paraguay se llama Añá al diablo; una persona mala se le dice: iñañá. Este término se relaciona con la palabra añá. Los misioneros jesuitas y franciscanos en su empeño o empresa de catequización quisieron amoldar a los nombres indígenas todos los dioses, que hacían travesuras que asustaban, y el indio guaraní le tenía temor o pavor; sin embargo, no era un ser maligno o por lo menos no era tan maligno como el diablo de la concepción cristiana.

"Añá, es probablemente el único que posee mal genio, a la manera de las personas de temperamentos maldicientes, pero se incurre en un error profundo cuando se pretende identificarlo con el diablo de los cristianos". Sin embargo, el añá se diabolizó. El chamán guaraní invocaba al añá especialmente en su lucha contra los misioneros franciscanos y jesuitas, tal vez pidiéndole justicia y castigo para los invasores de la fe guaraní. Los jesuitas se dedicaron a una despiadada persecución contra los chamanes o sacerdotes guaraníes. Tal vez porque los magos guaraníes invocaban el añá en su lucha contra los misioneros católicos, éstos identificaron el añá con el diablo.

4. El Pecado, Angaipá.

Aquí llegamos a otro punto controvertido en la mitología guaraní. Dijimos que no existía una concepción bien definida del bien y del mal; claro que existen el bien y el mal; pero, en qué consiste el bien y en qué consiste el mal es el problema de la cultura guaraní, no está bien definido lo que es el mal y lo que es el bien. Sin embargo, existen la concepción del pecado y esta concepción se aproxima mucho a la idea del pecado de la fe cristiana.

La palabra angaipá es la combinación de dos y de tres palabras. Ang, es el alma o espíritu; ai, es podrido; , es enteramente o completamente. Pecado en guaraní sería: alma enteramente podrida o alma enteramente enferma. El pecado es una enfermedad del alma, del espíritu. Tal vez no puede haber una concepción mejor de lo que el pecado hace en la vida humana.

5. La Salvación y el Cielo.

La palabra salvación es pysyró, y la palabra cielo es Yvaga. La palabra guaraní quiere decir guerrero; los indios guaranies hacían una gran apología de la guerra.

El cielo o mejor el paraíso. Los guaraníes lo ubican en la tierra, más allá del mar, es la tierra sin mal, los chamanes o sacerdotes guaraníes han encabezado muchas migraciones o éxodos de los guaraníes en busca de la tierra sin mal. Una de las últimas migraciones fue a principios de nuestros siglos, pero siempre quedan frenados a orillas del mar. Ellos creen que más allá del mar está el paraíso para el guerrero, es decir para el guaraní.

"El ang (alma) de los guerreros, en recompensa a su valor, volaba a una misteriosa región del poniente, a un jardín de árboles frutales, al yvaga, el paraíso guaraní, para gozar de eterna venturanza. Allí junto a no sé qué otros mágicos encantos, que se encuentran más allá de los andes, más allá de las aguas grandes....el hombre valiente encuentra su póstuma recompensa".

El paraíso guaraní es una morada de abundante caza y de toda índole de árboles frutales que maduran en todas las épocas del año. Es un huerto sin fin en el que árboles frutales de todas las variedades fructifican diariamente. La palabra yvaga justamente quiere decir el hogar o la mansión de las frutas.

6. La Reencarnación y el Fin de los Muertos.

Los guaraníes creían en la reencarnación y hasta en la trasmigración de las almas, pero no de todas las almas, sino de algunos hombres especiales que han dejado huellas en la vida de los guaraníes, ya sea sus grandes caciques, sus héroes o sus chamanes poderosos o de sus enemigos valientes. Los guaraníes practicaban la antropofagia; era un horrendo rito guerrero religioso que tenía que ver con la idea de la reencarnación.

Este hábito se funda en la idea de que el valor se transmigra a través de la carne. Consumiendo un pedazo del cuerpo del valiente (asado a fuego lento), uno asimila sus virtudes viriles para la guerra, como asimismo creían que el valiente, sea enemigo o no, podía reencarnarse y continuar formando parte del pueblo vencedor o llegar a formar parte de éste. Era al prisionero valiente a quien se comía. Este rito era un proceso largo. A este prisionero se lo trataba de lo mejor, todo que quería lo ponía a disposición de él. Pero después de un tiempo razonable, cuando hábiles manos femeninas protestantes se ponían a adorar su pueblo con plumas grises, puede decirse de su suerte estaba echada. El prisionero veía, en esta primera ceremonia, el fúnebre presagio del fin de su existencia.

"Este rito espantoso de la antropofagia, revela la creencia de los guaraníes en la posibilidad de la transmisión de los valores morales, como atributos inherentes al cuerpo físico. Hay también indicios de que aceptaban la idea de la trasmigración de almas. El ang (alma) podía reencarnarse, en el concepto de ellos, ya que un tigre u otros animales, ya que en otro ser humano. Gyra Verá tenía la vehemente sospecha de que el alma de Cuará, un poderoso cacique muerto años atrás, enemigo suyo, se había. reencarnado en el cuerpo del Padre Mazeta".

El autor, consultado sobre la antropofagia de los guaraníes, defiende o justifica la práctica como criterio religioso comparándola con la doctrina católica de la transubstanciación.

El alma de los difuntos es inmortal, es un espíritu inmortal, pero al menos durante cierto tiempo, o dadas ciertas circunstancias, puede substanciarse y aparecer a los vivos como una sombra o con el aspecto propio del difunto o en forma de fantasma. Mientras está en el cuerpo, el alma es espíritu que nos gobierno. Una vez fuera de él, no renuncia por completo a este gobierno. Por el contrario, durante un tiempo más o menos largo, cultiva la comunidad con los vivos, especialmente con sus parientes y con las demás personas con quienes tuvo relaciones en vida, amigos y enemigos, a todos los cuales protege o persigue, ayuda o castiga. El guaraní tenía pavor del alma del difunto, el anguery, aun cuando podía ayudar o proteger; sin embargo, no confiaba tanto en su ayuda o protección sino más bien en que perseguía, castigaba o asustaba.

La religión guaraní, según uno de sus investigadores, tiene por base estos principios fundamentales:

• Hay un Dios Supremo que todo lo creó y todo lo gobierna.

• Dios es puro espíritu siempre invisible.

• Dios es la causa de todo, así de lo bueno como de lo malo.

• Hay varios semidioses; no son puros espíritus; son los agentes justicieros, tienen podre sobre natural, pero carecen de poder creador.

• El alma es inmortal.

• El espíritu de los difuntos permanece cierto tiempo en su anterior morada, durante el cual tiene las mismas necesidades que en su vida y tiene gran poder sobre los vivos.

• Cada uno de los seres vivientes está bajo el amparo de un genio protector especial.

7. Costumbres Sociales de los guaranís.

Los guaraníes practicaban la poligamia. Dicen que existía una gran armonía entre las esposas. El guaraní escogía su primera esposa y con ésta vivía. Luego el hombre se daba cuenta de que su esposa necesitaba una ayudante, entonces procedía a la elección de la segunda esposa o de otras esposas, según la necesidad.

La primera esposa tomaba parte activa en las elecciones de las otras esposas y a veces tomaba la iniciativa, ya fuera porque necesitaba ayuda o porque le caía en gracia. Parece que las demás esposas estaban bajo la dirección de la primera esposa.

"No conocen edificios de piedra ni cubiertos de tejas, construyen sus casas de una materia compuesta de lodo y paja; son redondas o alargadas, y de tal magnitud, que a veces una sola constituye una aldea. En cuanto al matrimonio, gozan de completa libertad; cada cual toma en concepto de esposas o concubinas cuantas mujeres puede conseguir o mantener".

La familia guaraní la constituyen todos los que viven en la casa, consanguíneos o allegados o simples, todos forman parte de la familia mientras viven allí. Por eso el guaraní no dice mi familia, sino los que viven en mi casa.

Rasgos importantes en la costumbre de vida íntima guaraní fue el casamiento muy temprano, se cacaban entre los 12 y 14 años de edad. El yerno regalaba siempre algo al suegro, pero no significaba que la novia era comprada. En las reducciones jesuíticas, cuando la doncella llegaba a los 15 años y el varón a los 17,  se encontraban en la obligación de contraer matrimonio.

El divorcio era una institución conocida por los guaraníes, y tanto la mujer como el hombre, gozaban del derecho de repudio. La causa del divorcio era la extinción del mutuo afecto, esto bastaba para disolver la sociedad conyugal. La esposa generalmente tomaba la iniciativa. Un buen día manifestaba al marido su decisión de romper el vínculo matrimonial, esta voluntad manifestada se hacía ley sin ninguna traba se consumaba, la separación, sin cólera, sin discusión; aparentemente era muy fácil el divorcio entre los guaraníes.

8. La Acción de los Misioneros sobre la Cultura Guarani.

En Paraguay fue el escenario de dos grandes misiones religiosas de Sudamérica. principalmente la jesuita y la franciscana. La primera fundó un imperio económico, político y religioso y llegó a tener un determinado momento en sus muchas reducciones (pueblos de indios guaraníes sometidos a la fe católica) hasta 200.000 indios guaraníes, organizados y administrados de tal manera que los jesuitas se hacían sentir hasta la vida íntima de la pareja indígena. Los jesuitas estuvieron en el Paraguay más de 150 años, hasta 1767, fecha en que los expulsaron del Paraguay. Dejaron huellas profundas que se sienten hasta hoy, al, así como por herencia psicológica.

Los franciscanos, igualmente, tuvieron sus reducciones y hacían su trabajo misionero en las mismas aldeas guaranís y, según algunos, los franciscanos influyeron más que los jesuitas en la formación religiosa del pueblo paraguayo.

Españoles y guaraníes eran aliados; éste fue el concepto que tuvieron por lo menos los guaraníes, y como prueba de alianza, los guaraníes, conforme a su cultura, entregaron sus doncellas a los españoles; semejante costumbre fue muy bien acogida por los españoles. En el Paraguay colonial la guaraní y el español se unían sin ningún prejuicio. Como si esto no fuera novedad, sucedía algo más: cada español tenía varias mujeres guaraníes. Los españoles aceptaron la práctica de la poligamia de la cultura guaraní, hasta el punto que de la Asunción Colonial se habla como el paraíso de Mahoma, que existían siete doncellas guaraníes que sonreían a cada español que llegaba. Sin embargo, los españoles impusieron a los guaraníes la monogamia y ellos se quedaron con la poligamia.

Los guaraníes interpretaron la monogamia como un atentado a su supervivencia; éste fue el punto de fricción, principalmente entre los guaraníes y españoles. La práctica de la poligamia entre los españoles recién venía desapareciendo en la tercera generación mestiza, hasta que se impuso en forma oficial la monogamia, y para esta oficialización de la monogamia tuvo mucho que ver la prédica de los misioneros.

Al convertirse el guaraní a la fe católica se le exigía que se quedara con una sola mujer, el indio convertido estaba de acuerdo en quedarse con una sola mujer, pero el problema era con cuál de sus esposas se quedaba. Algunos misioneros insistían en que se quedara con su primera esposa, con la primera que conoció, pero generalmente el nuevo convertido no estaba de acuerdo, sino quería escoger, quería hacer la elección de entre las candidatas a la única esposa.

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