Este libro digital existe porque, como Salomón nos hace ver en las palabras citadas arriba, la Biblia habla sobre la necesidad de dar nuestra atención a la sabiduría que viene de Dios.
Sin embargo, si hay una palabra que describa a nuestra generación, no hay una más apropiada que distraída.
De hecho, de acuerdo con Microsoft, mientras para el año 2000 la persona promedio tenía una capacidad de atención de doce segundos, para el 2013 ese número había bajado a ocho segundos. ¡Estoy convencido de que muchos predicadores han notado esto desde el púlpito!
Solo Dios sabe a cuánto va a caer esta capacidad en los próximos años, pero he visto a perros con mayor capacidad de atención que ocho segundos. (Según Microsoft, un pez dorado tiene una capacidad de nueve).
Por supuesto, en este mundo siempre ha habido distracciones para la espiritualidad verdadera. También han existido cosas buenas que en nuestro pecado solemos poner en primer lugar por encima de Dios (como las tierras, el ganado y el matrimonio, como Jesús señala [Lc 14:18-20]).
Es en gran parte debido a esto que muchos cristianos se iban a monasterios, donde seguían hábitos de lectura, oración, ayuno, trabajo y descanso enfocados en mantener la atención en las cosas divinas.
John Bunyan habló del peligro de las distracciones para el creyente hace casi tres siglos y medio, en su clásico El progreso del peregrino. En uno de mis momentos favoritos del relato, los personajes Cristiano y Fiel tienen que atravesar por un lugar llamado la «Feria de las Vanidades» en su
camino a la Ciudad Celestial. Bunyan describe la feria así:
En esta feria se venden todo tipo de mercancías, como casas, tierras, oficios, cargos, honores, ascensos, títulos, países, reinos, deseos, placeres, y toda clase de delicias, como son prostitutas, alcahuetas, esposas, esposos, hijos, amos, sirvientes, vidas, sangre, cuerpos, almas, plata, oro, perlas, piedras preciosas y todo lo demás. Además, en esta feria siempre hay malabares, estafadores, juegos, representaciones, necios, simios, bribones y tramposos de todo tipo. Aquí también se pueden ver, y eso sin costo alguno, robos, asesinatos, adulterios, juramentos falsos; y todo eso hasta los de tono más subido.
Como puedes leer, aunque en esta feria hay cosas malas, no todo allí es malo en sí mismo. Hay cosas buenas por las que debemos dar gracias, como nuestras casas o nuestros hijos, pero en la feria son convertidas en ídolos que nos distraen de Dios cuando las ponemos en primer lugar.
Siempre han existido cosas, tanto buenas como malas, con potencial para distraernos cuando las idolatramos, al priorizarlas antes que a Dios. Esto no es nuevo. Lo que sí es nuevo es la forma en que hoy muchas empresas, ideologías, herramientas tecnológicas y creadores de contenido compiten por nuestra atención y pueden acceder a ella con
facilidad.
Hoy la Feria de las Vanidades se ha introducido a nuestros hogares y vidas personales por medio de teléfonos, televisores, computadoras, etc. En cuestión de segundos podemos consumir cualquier tipo de contenido que queramos mientras estamos expuestos a un millar de voces que nos dicen: «Presta atención a mis palabras; inclina tu oído a mis razones… escúchame a mí».
El centro comercial del mundo se metió en nuestros bolsillos, en nuestros teléfonos. También en nuestras salas de estar y hasta dormitorios. Esto debería llevarte a preguntarte: ¿Por qué tantas voces quieren mi atención?
Este fragmento fue extraído del libro Levanta tu mirada: El valor de tu atención en un mundo distraído, de Josué Barrios.
Etiqueta:
Josué Barrios