Cuando sacamos nuestro teléfono del bolsillo, estamos jugando en una máquina tragamonedas para ver qué notificaciones recibimos… Cuando tocamos el número de notificaciones rojas, estamos jugando a una máquina tragamonedas para ver qué hay debajo.
Al mismo tiempo, cada notificación que recibes está diseñada para transmitirte este mensaje: «¡Mírame! ¡Esto es importante!». Así, las notificaciones tienen una capacidad sutil y poderosa para torcer nuestra visión de la realidad al presentarnos todos los mensajes, anuncios y recordatorios que recibimos como si fuesen igual de relevantes, con tal de captar nuestra atención. De este modo son capaces de desviarnos de las cosas realmente valiosas que tenemos por hacer y a las que Dios nos llama.
Más que una herramienta, por lo general nuestro teléfono se convierte en un amo para nosotros, a menudo implacable, diciéndonos a qué tenemos que atender y por qué. Tú puedes disminuir su poder e influencia desactivando las notificaciones innecesarias. Te recomiendo hacerlo ya. No conozco a alguien que se haya muerto por hacerlo. No todos los mensajes y avisos que recibimos requieren una respuesta inmediata o son relevantes.
Recuerda también que nuestro Señor es diferente al teléfono tirano. Él no nos bombardea con notificaciones que nos llenan de ansiedad y distraen, sino que más bien nos ofrece descanso y sabiduría para vivir enfocados en lo eterno. He aprendido que cuanto más confío en Él y en Su cuidado soberano, menos veo la necesidad de buscar estar al tanto de muchas cosas y exponerme a notificaciones.
Ahora bien, incluso si eliminas o disminuyes drásticamentelas notificaciones de tu teléfono, tengo malas noticias para ti: tu teléfono y muchas apps que usamos todavía tienen decenas de elementos llamativos y adictivos. Como sus colores brillantes o el desplazamiento infinito, que es la acción de refrescar la pantalla moviendo el pulgar de abajo a arriba para consumir más contenido (como el movimiento que harías en una máquina tragamonedas).
No es de extrañar que para el año 2021, las personas en los diez principales mercados del mundo para Android pasaron en promedio unas 4,8 horas al día navegando por aplicaciones. Eso es casi un tercio de nuestras horas despiertos, y la verdad es que un iPhone no es menos atrayente que un teléfono Android.
Al mismo tiempo, también podríamos hablar del auge de podcasts, canales en Youtube, medios de noticias e influencers que quieren nuestra atención. Vivimos distraídos ante tanto contenido hoy, que se evidencia lo que predijo Herbert Simon (economista ganador del Nobel) hace casi cincuenta años: «Lo que la información consume es obvio: consume la atención de sus receptores. De allí que una riqueza de información crea una pobreza de atención».
De hecho, no puedo dejar de mencionar la industria de la pornografía, pues ella siempre está al acecho de tu atención por la misma razón. No importa si no buscas pornografía en Internet, puedes estar seguro de algo: ella te busca a ti.
¿Y qué decir de las series y películas más populares del momento? Son diseñadas para ser masivas y cautivar tu atención (lo que lleva a que muchas tengan cada vez más sexo y violencia), para atraerte al cine o mantener tu suscripción a una plataforma de streaming. Ahora ya sabes por qué las películas de Marvel siempre siguen una misma fórmula que ha perfeccionado la marca y se han convertido en comerciales adictivos de dos horas para juguetes y para la siguiente película o serie.
Para complicar más el panorama, nuestra generación es tan distraída que ya es un hábito para nosotros tener una mente dispersa. Está comprobado científicamente que somos cada vez más distraídos, incluso cuando estamos lejos de la tecnología, porque en nuestra era digital somos formados para pensar en ráfagas.
De esa manera estamos perdiendo la capacidad para enfocarnos en lo que sea que tengamos al frente y no esté cargado de estímulos visuales.
Esto puede notarse cuando luchamos para no distraernos al orar o leer la Biblia, o cuando sentimos que un sermón lleva una hora cuando en realidad lleva solo veinte minutos. También se evidencia cuando preparamos un ensayo para la universidad o un reporte en nuestro trabajo y nos cuesta enfocarnos en la tarea.
Por nuestra salud mental y el florecimiento de nuestra humanidad, es imperativo preguntarnos cómo cuidar mejor nuestra atención. Puede que pronto estemos muy distraídos para poder reflexionar en esto.
Este fragmento fue extraído del libro Levanta tu mirada: El valor de tu atención en un mundo distraído, de Josué Barrios.