La Providencia Divina | Doctrina de Dios | Lección 10

La Providencia Divina | Doctrina de Dios | Lección 10

La doctrina de la creación tiene que ser seguida inmediatamente por la de la providencia en la cual el concepto bíblico de la relación de Dios con el mundo se define con toda claridad. Aunque el término "providencia" no se encuentra en la Escritura, la doctrina de la providencia es sin embargo eminentemente bíblica. Este vocablo se deriva del latín providentia, que corresponde al griego pronoía. Estas palabras significan principalmente presciencia o pre-vista; pero gradualmente adquirieron otros significados.

Presciencia se asocia, por una parte, con planes para el futuro, y por otra, con la realización actual de esos planes. Así que la palabra "providencia" ha venido a significar la provisión que Dios hace para los fines de su gobierno, y para la preservación de todas sus criaturas. Este es el sentido en que, por lo general, se usa hoy en teología; pero no es el único en el que los teólogos la han empleado. Turretin define el término en su más amplio significado diciendo que denota (1) presciencia, (2) preordenación, y (3) la eficaz administración de las cosas decretadas. Sin embargo, en el uso general, actualmente, casi se encuentra restringido a este último sentido.

La idea de la Providencia.

La providencia puede definirse como aquel continuado ejercicio de la fuerza divina por medio de la cual el Creador preserva a todas sus criaturas, opera en todo lo que tiene que suceder en el mundo y dirige todas las cosas hacia su determinado fin. Esta definición indica que hay tres elementos en la providencia es decir, preservación, concurrencia o cooperación y gobierno. Pero en tanto que distinguimos tres elementos en la providencia, siempre deberíamos recordar que esos tres elementos nunca están separados en la obra de Dios. En tanto que la preservación se relaciona con el ser, la concurrencia con la actividad, y el gobierno con la dirección de todas las cosas, esto nunca debe entenderse en un sentido exclusivo. En la preservación hay también un demento de gobierno, en el gobierno hay un demento de concurso, y en el concurso hay un demento de preservación.

La creación es el llamamiento a la existencia de algo que antes no existía, en tanto que la providencia continúa o hace continuar lo que ha sido llamado a existencia. En la primera no puede haber cooperación de la criatura con el Creador, pero en la última sí hay concurrencia de la primera causa con las causas secundarias. En la Escritura siempre se hace distinción entre las dos.

Los designios de la Providencia.

a. Las enseñanzas de la Escritura sobre este punto. La Biblia claramente enseña el control providencial de Dios (1) sobre todo el universo, Sal. 103:19; Dan. 5: 35: Ef. 1:11; (2) sobre el mundo físico, Job 37:5, 10; Sal. 104:14; 135:6; Mat. 5:45: (3) sobre la creación inanimada, Sal. 104:21, 28; Mat. 6: 26: 10:29: (4) sobre los negocios de las naciones, Job 12:23; Sal. 22:28; 66:7; Hech. 17:26; (5) sobre el nacimiento del hombre y su parte en la vida. I Sam. 16:1; Sal. 139:16; Isa, 45:5; Gál. 1:15, (6) sobre los sucesos y fracasos externos en las vidas de los hombres, Sal. 75:6, 7: Luc. 1:52; (7) sobre las cosas que parecen accidentales o insignificantes Prov. 16:33; Mat. 10:30 (8) en la protección de los justos, Sal. 4:8: 5:12; 63:8; 121:3; Rom. 8:28; (9) satisface las necesidades del pueblo de Dios, Gen. 22:8, 14; Deut. 8:3; Fil. 4:19; (10) contesta la oración, I Sam. 1:19; Isa. 20:5, 6; II Crón: 33:13; Sal. 65:2: Mat. 7:7; Luc. 18:7, 8; y (11) denuncia y castiga a los malvados, Sal. 7:12, 13; 11:6.

b. La providencia general y la especial. Los teólogos generalmente. distinguen entre providencia general y especial, denotando, por la primera, el control de Dios sobre el universo como un todo, y por la segunda, su cuidado en relación con cada parte del todo. No son dos clases de providencia, sino la misma providencia que se ejercita en dos relaciones diferentes. El término "providencia especial", puede tener, sin embargo, un significado más específico, y en algunos casos se refiere al cuidado especial de Dios para sus criaturas racionales. Algunos hasta hablan de una providencia muy especial con referencia a aquellos que se encuentran en la relación especial de hijos de Dios. Las providencias especiales son combinaciones particulares en el orden de los eventos, como en la respuesta a la oración, en la liberación de la tribulación, y todos aquellos ejemplos en que en medio de circunstancias críticas llegan la gracia y el socorro.

La Preservación.

La preservación puede definirse como aquella obra continua de Dios por medio de la cual Él mantiene las cosas que creó, juntamente con las propiedades y poderes con que Él las dotó.

La preservación divina de todas las cosas se enseña clara y explícitamente en diversos pasajes de la Escritura. Los siguientes son apenas algunos de los muchos pasajes que podrían mencionarse: Deut. 33:12, 25-28; I Sam. 2:9; Neh. 9:6; Sal. 107:9; 127:1; 145:14, 15; Mat. 10:20; Hech. 17:28; Col. 1:17; Heb. 1:3. Son muy numerosos los pasajes que hablan del Señor como el que preserva a su pueblo, por ejemplo, Gén. 28:15; 49:24; Ex. 14:29, 30; Deut. 1:30, 31; II Crón. 20:15, 17; Job 1:10; 36:7; Sal. 31:20; 32:6; 34: 15,17, 19; 37:15,17, 19, 20; 91:3,4, 7, 9, 10, 14; 121:3,4, 7, 8; 125:1, 2: Isa. 40:11; 43:2; 63:9; Jer. 30:7.8, 11; Eze. 34:11, 12, 15, 16; Dan. 12:1; Zac. 2:5; Luc. 21:18; 1 Cor. 10:13; 1 Pedro 3:12; Apoc. 3:10.

La idea de la preservación divina se deduce de la doctrina de la soberanía de Dios. La soberanía únicamente puede concebirse como absoluta; pero no sería absoluta si existiera u ocurriera alguna cosa fuera de la voluntad divina. La soberanía de Dios únicamente puede sostenerse sobre la condición de que todo el universo y todo lo que hay en él, incluyendo al ser y la acción, dependen absolutamente de Dios. Se deduce también la soberanía de Dios del carácter dependiente de la criatura. Es característico de todo lo que es criatura, no poder continuar su existencia por medio de su propio poder inherente. La criatura tiene la base de su ser y de su continuación en la voluntad de su Creador. Solamente el que creó el mundo mediante la palabra de su potencia puede sostenerlo por medio de su omnipotencia.

Concurrencia.

La concurrencia puede definirse como la cooperación del poder divino con los poderes subordinados, de acuerdo con las leyes pre-establecidas para su operación haciéndolas actuar, y que actúen precisamente como lo hacen. Algunos se inelinan a limitar su operación, dentro de lo que respecta al hombre, a las acciones humanas que son moralmente buenas y, por tanto, recomendables; otros, con más lógica, las extienden a las acciones de toda clase.

La Biblia enseña claramente que la providencia de Dios tiene que ver no solamente con el ser sino también con las acciones u operaciones de la criatura. La verdad general de que los hombres no obran independientemente, sino controlados por la voluntad de Dios aparece en diversos pasajes de la Escritura. José dice en Gén. 45:5 que Dios, más bien que sus hermanos, le había enviado a Egipto. En Éx. 4:11, 12 el Señor dice que él estará en la boca de Moisés y que le enseñara lo que tiene que decir, y en Jos. 11:6 le da a Josué la seguridad de que le entregará sus enemigos a Israel. Prov. 21:1 nos enseña que el corazón del rey está en la mano de Jehová. Dios le vuelve a donde Él quiere y Esd. 6:22 que Jehová "ha tornado el corazón del rey de Asiria" a Israel. En Deut. 8:18; se le recuerda a Israel el hecho de que es Jehová el que le dio poder para adquirir riquezas.

El Gobierno.

El gobierno divino puede definirse como aquella actividad continua de Dios por medio de la cual gobierna todas las cosas teológicamente de manera que asegura el cumplimiento del propósito divino. Este gobierno no es simplemente una parte de la divina providencia, sino su todo, precisamente como lo son la preservación y la concurrencia, únicamente que ahora lo consideramos desde el punto de vista del fin hacia el cual Dios está guiando todas las cosas en la creación, es decir, la gloria de su nombre.

La Biblia declara explícitamente que este gobierno es universal, Sal. 22:28, 29; 103:17-19; Dan. 4:34, 35; 1 Tim. 6:15. Es realmente la ejecución de su propósito eterno, que abarca todas sus obras desde el principio, todo lo que fue, es y será. Pero en tanto que es general, también desciende a lo particular. Las cosas más insignificantes, Mat. 10:29-31, aquello que parece accidental, Prov. 16:33, las buenas acciones de los hombre, Fil. 2:13, y también sus malas acciones, Hech. 14: 16, todo está bajo el control divino. Dios es el Rey de Israel, Isa. 33:22; pero también reina entre las naciones, Sal. 47:9. Nada puede evadirse de su gobierno.


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