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Buscar a Dios en una época llena de distracciones que nos acompañan a todas partes es un reto enorme. Si no somos intencionales para administrar con sabiduría nuestra atención eliminando tentaciones de nuestras vidas, estableciendo límites saludables con la tecnología y buscando fijar nuestra atención en Cristo por medio de las disciplinas espirituales, otras personas van a estar muy contentas de gobernar nuestra atención.
Ahora bien, mírate a ti mismo con honestidad y verás que estás lleno de contradicciones, debilidades y fallas. También soy así, frágil y necesitado de misericordia constante. Pero miremos a Cristo, nuestro Rey soberano, manso y humilde, y hallaremos que en Él está todo lo que necesitamos y mucho más.
Él nos satisface más que cualquier serie en Netflix, aprobación social en redes sociales o las noticias de última hora. Él vale más que cualquier otra cosa que compita por nuestra atención. Él es el sol que hace florecer fruto en nosotros. Cuando lo conocemos en verdad, no nos sorprende que
Pablo haya escrito: «estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo» (Fil 3:8).
No podemos gozarnos en el Señor como la Biblia nos llama —en medio de toda circunstancia— si no somos intencionales en dirigir nuestra atención a Él (Fil 4:4). Solo cuando fijamos nuestra mirada en Él, podemos conducirnos en santidad y gozo real en medio de la Feria de Vanidad en este mundo. Bunyan lo explicó así, al narrar el viaje de Cristiano y Fiel a través de esa feria:
"Pero lo que no dejaba de asombrar a los mercaderes era que estos peregrinos menospreciaban mucho todas sus mercancías; no les importaba ni siquiera mirarlas; y si les pedían que compraran, se tapaban los oídos y gritaban: «Aparta mis ojos para que no contemplen la vanidad», mientras miraban hacia arriba, indicando que sus dependencias estaban enel cielo".
Necesitamos entender que el mayor enemigo contra el disfrute presente de nuestro gozo eterno en Cristo no es el sufrimiento; es el entretenimiento. Es la distracción. Es la vanidad. Es el azúcar digital para tu mente. Y es todo lo que pongamos en el primer lugar de nuestras vidas aparte de Él.
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Por lo tanto, si queremos ser santos en una era distraída, en nuestro camino a la Ciudad Celestial, necesitamos levantar la mirada por encima de las golosinas de este mundo y así crecer en santidad a la luz de lo eterno. Solo Cristo puede llenar tu vida y es digno de toda tu atención. Piénsalo de esta forma: si Él es el centro de atención en el cielo, ¿no debería serlo también en tu vida en la tierra?
Este fragmento fue extraído del libro Levanta tu mirada: El valor de tu atención en un mundo distraído, de Josué Barrios.
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