Transformación | Josué Barrios

Transformación | Josué Barrios

Cuarta verdad: Tu atención es clave para tu transformación.

Cada vez es más evidente que nuestro uso de la tecnología nos hace semejantes a máquinas cuando socava nuestra capacidad para la atención: nos volvemos emocionalmente superficiales, gobernados por algoritmos, priorizando lo rápido. Es como si renunciáramos a aspectos únicos de
nuestra humanidad.


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No es de extrañar que Tristan Harris advierta que estamos frente a lo que él llama una «degradación humana». Nada de esto debe sorprendernos. Incluso siglos antes de que el filósofo Epicteto dijera que nos convertimos en aquello a lo que prestamos atención, ya la Biblia nos enseñaba eso.

Esto último también son buenas noticias, porque hace posible que, cuando centramos nuestra atención en Dios, nuestras vidas puedan reflejarlo. Pero nuestra maleabilidad también posibilita que las cosas que creamos (como la tecnología o el contenido digital) socaven nuestra humanidad cuando dejamos que gobiernen nuestras vidas. El salmista lo explica de esta forma:
"Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombre. Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen oídos, y no oyen; tienen nariz, y no huelen; tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no caminan; no emiten sonido alguno con su garganta. Se volverán como ellos los que los hacen, y todos los que en ellos confían" (Sal 115:4-8).
Al mismo tiempo, la ciencia ha comprobado que los objetos de nuestra atención ocasionan cambios cerebrales a nivel físico en nosotros y generan patrones de pensamiento que impactan en nuestro futuro, como hemos mencionado. Existe algo que se llama neuroplasticidad, que es la capacidad que tienen nuestros cerebros de ser moldeados por aquello en lo que nos enfocamos. Somos moldeados por aquello a lo que damos nuestra atención.

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Esto es importante cuando hablamos de crecer en
santidad. Por eso el apóstol Pablo nos llama a pensar en lo que agrada a Dios, porque eso nos hará más como Jesús (Fil 4:8). Pero sobre todo, somos llamados a mirar a Cristo. Mientras en el antiguo pacto un solo hombre (Moisés) miró y reflejó la gloria del Señor, en el nuevo pacto todos los creyentes miran la gloria de Jesús y la reflejan en su carácter: "Todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu" (2 Co 3:18).

¿Y cómo podemos fijar nuestra mirada en Él? Por medio de las disciplinas espirituales: en la Palabra vemos la gloria de Cristo desplegada; eso nos lleva a crecer en fe, esperanza y amor. Cuando oramos, profundizamos en nuestra comunión con Él. Cuando nos congregamos como pueblo redimido, nos exponemos juntos a la gloria de Dios y respondemos a ella con adoración. El Espíritu Santo nos hace más a imagen de Cristo por medio de estas disciplinas. Esto no es algo que podamos hacer con nuestras propias fuerzas. Pero Cristo vino a vivir, morir y resucitar por pecadores distraídos.

Él vino para darnos salvación y transformar nuestras vidas. Él vino para satisfacer la sed profunda de nuestros corazones que nada ni nadie más puede saciar, ni siquiera toda la distracción en este mundo. Su evangelio nos consuela cuando fallamos y nos da la motivación y el poder para atesorarlo cada día más.

Este fragmento fue extraído del libro Levanta tu mirada: El valor de tu atención en un mundo distraído, de Josué Barrios.

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