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La Biblia contiene muchos pasajes que hablan sobre cómo con el corazón hacemos más que sentir: también pensamos y actuamos. Entonces, cuando las grandes tecnologías y empresas de contenido quieren influenciar cómo pensamos y actuamos, podemos decir que ellas están detrás de lo que la
Biblia llama nuestro corazón.
Aquello en lo que nuestro corazón esté más enfocado y preste su mayor atención —aquello que terminamos atesorando— es lo que más puede influenciarnos y al mismo tiempo a donde más nos vamos a dirigir. Se convertirá en nuestra brújula y norte al mismo tiempo.
Las palabras de Jesús en el Sermón del monte son cruciales en este punto: «Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mt 6:21). Jesús dijo esto después de enseñar la importancia de vivir para Dios y no para la aprobación del hombre, y antes de hablar sobre el atractivo del dinero y las riquezas terrenales para nosotros.
Sin embargo, sus implicaciones son más extensas de lo que suponemos. El erudito bíblico William Hendriksen lo explica así: «Si el verdadero tesoro de una persona, su meta final en todos sus esfuerzos, es algo que pertenece a esta tierra —la adquisición de dinero, fama, popularidad, prestigio, poder—entonces su corazón, el centro mismo de su vida, será completamente absorbido por ese objetivo mundano. Todas sus actividades, incluyendo aun las así llamadas actividades religiosas, estarán subordinadas a esta única meta. Por otra parte, si por un sentido de sincera y humilde gratitud a Dios ha hecho del reino de Dios su tesoro, esto es, el reconocimiento glorioso de la soberanía de Dios en su propia vida y en toda esfera, entonces es allí donde estará su corazón».
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Nuestra atención importa porque subordinamos todo lo demás a aquello que ocupe el primer lugar. Terminamos adorando aquello que priorizamos sobre todo lo demás porque fuimos hechos para ser adoradores. Así que el llamado a la santidad es un llamado a no subordinar a Dios, en especial cuando la tecnología muchas veces nos lleva a distraernos de Él.
En un sentido muy profundo, desde nuestra perspectiva terrenal, ninguno de nosotros escoge su destino. En cambio, escogemos las cosas a las que prestamos atención y ellas son las que determinan qué será de nosotros. Por lo tanto, seamos buenos mayordomos de nuestra atención para nuestra santificación, que es el crecimiento espiritual a imagen de Cristo. Esto nos lleva a nuestro último
punto en este pequeño libro.
Este fragmento fue extraído del libro Levanta tu mirada: El valor de tu atención en un mundo distraído, de Josué Barrios.
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