Lección 2 | Unidos en la verdad | R. C. Sproul

Lección 2 | Unidos en la verdad | R. C. Sproul

Hasta aquí hemos aprendido que la iglesia de Cristo tiene cuatro principales distintivos: ella es una, santa, católica, y apostólica. Hemos considerado la unicidad o unidad de la iglesia, observando algunos de los problemas que han surgido a consecuencia del movimiento ecuménico. Este ecumenismo intenta generar tanta unidad visible, organizacional e institucional en la iglesia como sea posible. A causa de este movimiento, las iglesias han creído necesario ampliar su base teológica y su base confesional con el fin de albergar las teologías divergentes al interior de la institución. Esto se denomina pluralismo.

Siempre ha habido cierto nivel de pluralismo dentro del cristianismo histórico. En mi posgrado tomé un curso llamado "Historia de la herejía". Los estudiantes tenían que examinar algunas de las controversias más encendidas en la historia de la iglesia. Estudiamos la herejía ebionita, la herejía docetista, y la herejía gnóstica. También estudiamos los famosos concilios eclesiásticos como el de Nicea y el de Calcedonia, Estos concilios abordaron distintas variantes heréticas relacionadas con la cristología. La iglesia siempre ha tenido que tratar con la herejía, y la iglesia siempre ha hecho una distinción entre herejía y error.

Esta no es una distinción de tipo sino de grado. La iglesia siempre está plagada de errores o al menos tiene algunos miembros que están errados en su pensamiento y en sus creencias. Pero cuando un error se vuelve tan grave que amenaza la vida misma de la iglesia y afecta los elementos esenciales de la fe cristiana, entonces la iglesia tiene que ponerse en pie y decir: "Esto no es lo que creemos. Esta creencia falsa, es una herejía y no puede tolerarse dentro de la iglesia visible". Históricamente, eso es lo que ha sucedido con los conflictos teológicos.

Es importante entender que hay errores que llamaríamos no esenciales, es decir, errores en los que la salvación no está en juego. Durante muchos años, los cristianos han debatido sobre el modo apropiado del bautismo. ¿Es la inmersión, la aspersión o la infusión? Pero hay pocos cristianos en la historia cristiana que estarían de acuerdo en que determinado modo de bautismo sea esencial para el cristianismo y para la salvación. En la otra cara de la moneda, la mayoría de los cristianos concederá que toda verdad es importante y que toda obediencia en la vida cristiana es importante. Aunque diferimos en ciertas cosas, reconocemos que todos estamos tratando de agradar a Dios y ser obedientes a la Escritura. Con todo, a veces simplemente no podemos concordar.

Con respecto al pecado en general, la Biblia habla de un amor que cubre una multitud de pecados. No obstante, hay pecados específicos que son tan atroces que requieren disciplina en la vida de la iglesia. En muchos casos, hay juicios formales que pueden concluir con la remoción de una persona de la membrecía de la iglesia.

En el Nuevo Testamento, la excomunión no se prescribe para cada pecado que la persona cometa. En lugar de ello, el amor, la paciencia, la tolerancia, y la perseverancia deben caracterizar a los cristianos. Debemos soportarnos mutuamente nuestras debilidades con paciencia y amor. No deberíamos tratar de crear un caso disciplinario de cada diferencia de opinión.

Históricamente, la iglesia ha reconocido que hay diferencias que no son esenciales para la salvación. No afectan la esse (en latín, esencia, ser o sustancia) de la iglesia. Hay algunos asuntos que afectan la esencia misma del cristianismo, y esos son asuntos que han sido debatidos en las más problemáticas controversias doctrinales en la historia de la iglesia.

Pero existe otro nivel. Están aquellos errores que no necesariamente son errores respecto a la esencia del cristianismo, pero sí reflejan lo que llamamos la bene esse. Bene es simplemente la palabra latina para "bien". Por lo tanto, estamos haciendo una distinción entre aquellos errores que afectan la esencia de la iglesia (una importante herejía) y las herejías menores que afectan el bienestar de la iglesia.

La iglesia siempre ha tenido que esforzarse por idear la manera de mantener la unidad y la pureza. Mi gran temor en esta generación es que lo que estamos presenciando es una especie de movimiento ecuménico que pretende neutralizar y relativizar la doctrina. Comienza por transigir con una verdad central como le deidad de Cristo o la expiación de Cristo, todo en nombre de la unidad visible.

La crisis que enfrenta hoy la iglesia es en gran medida el resultado del impacto de la Ilustración del siglo XVIII en la iglesia y la llegada de lo que se denomina liberalismo decimonónico. En el pasado, ser liberal significaba simplemente ser libre y abierto. En sí mismo, el término liberal describe una virtud. Pero cuando se agrega el sufijo ismo al final, se refiere a una particular escuela de teologia que ha ejercido una enorme influencia en la iglesia visible a través de las distintas denominaciones.

El liberalismo comenzó con el ataque de los teólogos alemanes a las dimensiones sobrenaturales del cristianismo histórico y la negación de la validez de los milagros bíblicos. Ellos intentaron reducir la fe cristiana a un código moral o un sistema de valores. Ellos deberían haber abandonado la iglesia e intentado establecer una religión totalmente nueva, porque eso es precisamente lo que estaban haciendo.

Pero eso no es lo que hizo la gran mayoría de los liberales. Más bien intentaron mantener su posición en la iglesia visible capturando los seminarios, universidades, directorios y oficinas de las principales denominaciones. En general tuvieron éxito. En consecuencia, a comienzos del siglo XX, en Estados Unidos hubo una catastrófica lucha conocida como la Controversia Fundamentalista-Modernista.

Las iglesias comenzaron a dividirse entre liberales y conservadoras y entre evangélicas y modernistas. En muchos casos, los liberales y los conservadores siguieron coexistiendo al interior de las denominaciones grandes, pero fue cualquier cosa menos una coexistencia pacífica. 

A partir de entonces, muchas de las denominaciones se han escindido a tal grado que hemos visto que las iglesias históricas ya ni siquiera son prominentes, al menos en cuanto a su tamaño e influencia. El crecimiento entre las iglesias evangélicas ha sido sostenido, mientras que las iglesias históricas que fueron capturadas por el liberalismo han tenido una tendencia decreciente. Una denominación ha perdido más de un millón de miembros en solo dos o tres décadas.

Me sorprende la cantidad de personas que por lo visto casi no están conscientes de la singular teología del liberalismo decimonónico. Al parecer la gente sigue confiando en un grupo de pastores que no creen en la deidad de Cristo, la expiación de Cristo, o el nacimiento virginal de Cristo. Muchas personas quedan impactadas al enterarse de que en algunas denominaciones, casi el 80 por ciento de los pastores niega ese tipo de cosas. Ellos preguntan: "¿Por qué alguien iba a ser ministro sin creer esas cosas?". Y yo respondo que no hay nada nuevo en ello. Hemos tenido este problema durante mucho tiempo.

Fragmento extraído del libro ¿Qué es la iglesia?, por R. C. Sproul

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