Los cristianos y los k-dramas: 3 peligros que no podemos ignorar | Clara Bastidas

Recientemente me encontré sumergida en el mundo de los k-dramas (también conocidos como doramas). A mis casi cuarenta años, pensé que serían algo pasajero y fácil de desestimar. Sin embargo, me cautivaron sus historias, tal como les sucede a muchos.

La expresión k-drama se refiere, de forma amplia, a las series de televisión dramáticas producidas en Corea del Sur, en su idioma local. Pueden abarcar una gran cantidad de géneros, aunque la expresión suele estar más asociada a las comedias románticas y los dramas juveniles.

Hasta ahora he visto seis dramas coreanos y, aunque los verdaderos aficionados podrían debatir la calidad de mis elecciones, creo que esta experiencia me ha dado suficiente perspectiva para reflexionar sobre este fenómeno cultural y el impacto que puede tener en nuestra vida cristiana.

Quiero aclarar que no estoy aquí para arruinar tu fuente de entretenimiento. Mi objetivo es invitarte a una reflexión sobre cómo nuestra fe, la relación viva que tenemos con Jesús, debe afectar todas nuestras decisiones y actividades diarias, incluido el entretenimiento que consumimos.

Una alternativa sana y de buena producción

Desde el primer k-drama que vi, me sorprendió la calidad de la producción: la historia, el guion, la fotografía, la musicalización y la actuación. Todos estos elementos hacen que las historias sean atractivas y fáciles de disfrutar. Además, las tramas suelen tener cierta complejidad porque tocan temas como la política, la desigualdad social, los negocios, la familia y la amistad. Esto agrega profundidad y realismo a sus historias.

La relación viva que tenemos con Jesús debe afectar todas nuestras decisiones y actividades diarias, incluido el entretenimiento que consumimos.

Otra razón por la cual muchos cristianos disfrutamos de los dramas coreanos es la ausencia de contenido sexual explícito. Este género es un verdadero respiro ante la hipersexualización tan común en otros medios y producciones. Además, el énfasis en los valores familiares y el respeto cultural también son aspectos positivos que todo cristiano puede disfrutar.

Sin embargo, aunque los k-dramas pueden ser una alternativa sana de entretenimiento, no debemos ser ingenuos. Hay ciertos aspectos de estas series con los que debemos tener cuidado para que no afecten nuestros corazones y nos alejen de las convicciones bíblicas.

Estos son al menos tres peligros ante los que debemos estar atentos al consumir este entretenimiento:

1) El peligro de la idealización romántica

En este tipo de series, el amor a menudo se presenta de manera sacrificial, no egoísta y con acciones que hablan más que las palabras. Este tipo de amor puede parecer inspirador y hasta admirable por el nivel de compromiso y sacrificio de sus personajes. Sin embargo, debemos tener cuidado cuando nos asombramos ante estas historias, porque estas conductas rara vez suceden en la vida real. En estas producciones, el amor se retrata de una forma altamente idealizada. El nivel de entrega y sacrificio son, honestamente, imposibles de sostener para una persona común y corriente.

Para no caer en un engaño, es crucial recordar que estos dramas son una fuente de entretenimiento, no una fuente de verdad. Aunque sepamos que estas historias no son reales, de todos modos, pueden ejercer una fuerte influencia en nuestros deseos y expectativas sobre nuestras relaciones, aun sin que nos demos cuenta.

Solo Jesús puede ofrecer el amor perfecto que nuestras almas anhelan profundamente

El amor en los k-dramas puede parecer perfecto, pero es esencial recordar que ningún hombre o mujer en la vida real puede llenar este tipo de expectativas. Solo Jesús puede ofrecer el amor perfecto que nuestras almas anhelan profundamente. Idealizar a los personajes de los dramas coreanos y esperar que nuestras relaciones sean como las de estas series de televisión puede llevar a la decepción, a conflictos innecesarios de pareja y a una percepción distorsionada del romance.

2) El peligro de creer en la fuerza impersonal del destino

También debemos considerar que los dramas coreanos están fuertemente influenciados por los valores culturales de su país de origen.

En este sentido, la suerte y el destino, desde el punto de vista de la cultura y las creencias orientales, están muy presentes en este tipo de series. Estos elementos sostienen y hacen avanzar las tramas, pero como fuerzas mecánicas e impersonales: no importa lo que hagas, no importa si tus decisiones son buenas o malas, tu destino te encontrará.

Debemos ser cuidadosos a la hora de consumir los k-dramas, porque estas ideas se hacen un lugar profundo en nuestra consciencia y podemos llegar a «cristianizar» estos conceptos. Es posible que nos sintamos tentados a exportar esta filosofía a nuestro sistema de creencias cristiano, asumiendo que esa «alma gemela predestinada» es lo mismo que hablar de la voluntad de Dios para tu futuro o de la importancia del pacto matrimonial.

La Biblia nos enseña sobre un Dios personal, justo y soberano (cp. Sal 135:6; 139:16), a la misma vez que nos advierte que nuestras decisiones y acciones tendrán un impacto significativo en nuestras vidas (cp. Dt 30:19). Nuestras convicciones sobre la vida en general, y sobre el romance en particular, deben estar guiadas por la Palabra de Dios y no por una narrativa ficticia.

3) El peligro de alimentar el moralismo

Otra característica presente del lado de los protagonistas y los personajes «buenos» de los dramas coreanos es que, en general, siempre hacen lo correcto. Son tan nobles que hasta merecen que les vaya bien y sus historias terminan (casi siempre) con un buen desenlace. Estas historias suelen dejarnos un mensaje tácito: si te comportas bien, siempre te irá bien.

Nuestras convicciones sobre la vida, y sobre el romance en particular, deben estar guiadas por la Palabra de Dios y no por una narrativa ficticia

Esto pone un énfasis desmedido en el desempeño individual y puede tentarnos a ceder ante la trampa del moralismo que nunca nos saciará. Claro que los hijos de Dios deseamos dar buenos frutos de honestidad, amabilidad, justicia y muchas otras virtudes. Sin embargo, sería imposible de lograr sin depender de la gracia de Dios que nos salva y nos hace crecer en santidad (Tit 2:11-14). Nadie tiene el poder de vivir una vida justa sino solo Jesús, quien nos ayuda a vivir para Dios por el poder del Espíritu Santo (Ro 8:5-8).

La base sólida del evangelio

Los dramas coreanos son una fuente de entretenimiento bien hecha y cautivadora, pero no por ello son totalmente inofensivos. Como creyentes, tenemos una exhortación clara en las Escrituras a examinar todas las cosas (1 Ts 5:21) y cuidar intencionalmente lo que vemos y escuchamos, porque es el alimento con el que nutrimos (o desnutrimos) nuestra alma (cp. Mt 6:22).

Si deseas ver k-dramas, mi consejo es que lo hagas con moderación y discernimiento. No permitas que estas historias ficticias distorsionen tus expectativas y convicciones. Nuestra referencia para la vida debe ser siempre la Palabra de Dios, que es suficiente y relevante para guiarnos en todas las áreas de nuestra vida (2 Ti 3:16-17).

Como cristianos, debemos recordar que nuestra identidad y esperanza están en Cristo y Su obra en la cruz. Con el evangelio como base sólida, podemos disfrutar del buen entretenimiento con una perspectiva clara y centrada en la Palabra de Dios.

Tomado de Coalición por el Evangelio.

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