Frente a tentaciones y golosinas | Josué Brarrios

Frente a tentaciones y golosinas | Josué Brarrios

Primera verdad: Tu atención importa para vencer la tentación.

Hasta donde sabemos, somos las únicas criaturas en este mundo visible que pueden dirigir su atención a algo diferente de lo que tienen al frente. Esto es un regalo de Dios. Tú puedes estar lejos de tu familia y enfocar tus pensamientos en ella y hasta orar por ella. O puedes estar caminando en la calle y dirigir tus pensamientos a Cristo, aunque no lo veas físicamente o no tengas una
Biblia frente a ti.

Pero esta característica de nuestra atención también significa que puedes estar en la iglesia y tener tu mente en otra parte. O que puedes estar caminando en la calle y tener tu atención en una escena de sexo que viste en una película que no debiste ver. O que puedes estar junto a tus hijos y tener tu mente en la noticia del día que los medios presentaron de forma llamativa para captar tu atención. Por eso debemos cuidar bien nuestra capacidad de atención si queremos enfocarla en lo que importa y guardarnos en santidad.

Una historia nos ayuda a entender esto. En 1972, Walter Mischel, de la Universidad de Stanford, realizó un experimento famoso en la psicología. Tomó a un grupo de niños y le dio a cada uno la oportunidad de comer una golosina que dejó frente a ellos. Les dijo que si estaban dispuestos a esperar quince minutos sin comerla, entonces iban a recibir otra más y así podrían comer dos. Algunos niños superaron la prueba, otros no. Doce años después, los niños (ahora mayores) fueron evaluados en un
estudio de seguimiento. Los investigadores concluyeron que la capacidad de postergar la gratificación y ejercer dominio propio era una medida para el futuro éxito en la vida más
importante que cualquier otra medida (como el estado económico o el coeficiente intelectual).

Este experimento es tan famoso y ha sido tan citado en libros de autoayuda, que seguramente ya lo conocías. El mensaje común cuando se cita este estudio es que si quieres ser exitoso, entonces debes entender la gratificación postergada y tener dominio propio. Sin embargo, lo que muchas veces se deja de lado cuando se habla al respecto es cómo los niños que pudieron esperar la segunda golosina lograron vencer la tentación. La respuesta está en que ellos dirigieron su atención a otro lugar mientras tenían la golosina frente a ellos.

El filósofo contemporáneo Matthew Crawford reflexiona sobre esto en el contexto de la batalla actual por nuestra atención: Sin la habilidad para dirigir nuestra atención a donde queramos, nos volvemos más receptivos a aquellos que dirigirán nuestra atención a donde ellos quieran: a los omnipresentes proveedores de [golosinas]. En otras palabras, nuestra capacidad de atención es valiosa para vencer cualquier cosa que resulte una tentación para nosotros. Nos permite ser capaces de rechazar las golosinas que el mundo nos ofrezca.

La Biblia nos muestra que esto es algo que el Espíritu Santo usa para que podamos guardarnos en santidad. Piensa en Hebreos 11:24: Por la fe Moisés, cuando ya era grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo más bien ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado. Consideró como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa.

Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia. Por ellas Él nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos. Moisés no tuvo su mirada en lo que tenía físicamente al frente (los placeres temporales del pecado). En cambio, por la gracia de Dios pudo dirigir su atención a algo que Él no podía ver aún: el oprobio de Cristo y la recompensa que Dios le prometió.

Considera también lo que dice 2 Pedro 1:3-4: El punto principal de este texto no es el valor de nuestra atención. Pero tiene que ver con todo lo que has leído aquí. ¿Por qué? Porque enseña que escapamos de la corrupción que hay en el mundo cuando nos enfocamos en las promesas de Dios, por encima de las promesas que nos hace el mundo. ¿Cómo podemos ver esto cuando hablamos de distracciones digitales? Pensemos, por ejemplo, en las golosinas que nos venden las redes sociales. Una de las verdades que exploro en Espiritual y conectado es que nada contribuye tanto a que las personas sean adictas a las redes sociales como la inseguridad personal.

Es evidente que estas plataformas tienen muchos usos que son buenos en sí mismos y nos sirven para estar en contacto con gente que nos importa. Pero parte crucial del atractivo de las redes es cómo nos ofrecen la golosina de la aprobación social instantánea. Las redes nos dicen: «Pasa tiempo aquí, publica una imagen editada de tu vida y serás visto por otros; la gente te va a dar “me gusta” y vas a sentir golpes de dopamina en tu cerebro que te darán placer».

Una de las tentaciones en las redes sociales es vivir para agradar a los hombres. Ahora bien, ¿cómo vencemos esa tentación? Respuesta corta: Enfocando nuestra atención en lo que Dios nos ha dicho. No importan los «me gusta» de los hombres cuando ya has sido justificado por la fe en Cristo y tienes el «me gusta» de Dios. Él dice que somos Sus hijos adoptados por gracia y nos promete una satisfacción mayor que la que puede darte la aprobación de la gente. Este es el final de la inseguridad personal porque somos salvos y amados por Dios.

Si eres intencional en dirigir tu atención a estas verdades durante el día, por medio de las disciplinas espirituales (la lectura bíblica, la oración, la memorización de versículos, etc.) y el vivir la vida cristiana junto a tus hermanos en la fe, vas a ser menos susceptible de influenciar por las redes sociales y las otras tentaciones que tienes allí. ¿Pero qué pasa si eres cada vez más distraído por tanto uso imprudente de la tecnología? Entonces serás más susceptible a la tentación porque tu capacidad de atención será débil para poder dirigirla a las cosas de Dios. Es como si tuvieras la mente obesa por consumir tanto azúcar digital y por eso no se puede mover hacia lo que en verdad importa.

Este es solo un ejemplo rápido del valor de la atención para vencer la tentación, y también de cómo necesitamos llenar nuestra mente de la Palabra. El Espíritu Santo nos recuerda las promesas de Dios y nos ayuda a enfocar nuestra débil atención en ellas, pero no esperes que eso ocurra si ignoras la Palabra de Dios.

Este fragmento fue extraído del libro Levanta tu mirada: El valor de tu atención en un mundo distraído, de Josué Barrios.

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