El fruto de nuestro comportamiento | Adrián Rogers

El fruto de nuestro comportamiento | Adrián Rogers

Además de nuestra creencia, lo otro que necesitamos es dar un vistazo a los frutos de nuestro comportamiento para saber si somos o no realmente salvos. ¿Qué ha hecho Jesús en mí? ¿Es todo esto únicamente un ejercicio intelectual, o ha habido realmente un cambio?

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El apóstol Juan es muy práctico aquí. Él nos muestra cómo nuestra salvación debe manifestarse en nuestro comportamiento, y nos da tres pruebas.

LA PRUEBA DE LOS MANDAMIENTOS

«Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si GUARDAMOS sus mandamientos. El que dice: “Yo le conozco”, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que GUARDA su Palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en Él. El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo» (1 Juan 2:3-6 RVR1960).

Me pregunto si Juan estuvo en un culto de testimonios en donde alguien presumía de ser salvo afirmando que lo era, pero su actuar y su hablar se contradecían. Si usted dice que es salvo, esto sin lugar a dudas saldrá a relucir en su vida. Usted no va a obedecer los mandamientos de Dios con el fin de ser salvo. Usted obedece o guarda los mandamientos porque es salvo.

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Además de la raíz de nuestra creencia, lo otro que necesitamos es dar un vistazo a los frutos de nuestro comportamiento para saber si somos o no realmente salvos. Esto presenta un serio problema, ya que ni uno de nosotros jamás ha obedecido siempre todos los mandamientos de Dios. Yo no lo he hecho desde mi salvación, usted tampoco lo ha hecho desde su salvación. No obstante, la Biblia dice que en esto sabemos que estamos en Él, si guardamos sus mandamientos.

Ambos, el problema y la solución, se hallan en la palabra GUARDAR. Es en realidad un término marítimo. En los días de los apóstoles, los marineros navegaban guiándose por las estrellas. Y del marinero que establecía su curso por medio de las estrellas, se decía que estaba «guardando las estrellas». Su intención era GUIARSE por las estrellas. Por lo tanto, GUARDAR los mandamientos de Dios significa usar la Palabra de Dios como una guía para nuestras vidas. Es el deseo de todo hijo de Dios [obedecer o] vivir de acuerdo a su Palabra.

Aunque las tormentas nos puedan desviar fuera de curso, distraer o confundir, la meta de nuestra vida es [obedecer o] guardar los mandamientos de Dios. Desde que entregué mi corazón a Jesús, ha existido un cambio profundo, divino y radical en mí, y poseo un anhelo fervoroso de vivir para Dios.

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Y si usted es salvo, este cambio y anhelo deben encontrarse también en usted. Esto no significa que ya no peco más. La diferencia yace en que antes de ser salvo estaba corriendo al pecado; ahora huyo de él. Y si caigo en pecado, me levanto inmediatamente y continúo huyendo de éste.

La prueba de los mandamientos asegura: si usted puede pecar, deseoso y consciente, contra la voluntad de Dios, sin convicción, sin compunción y sin remordimiento, usted necesita salvarse. Mucha gente dice: «En algún lugar hicieron una invitación y respondí pasando al frente, y me salvé. Sé que ahora soy sólo un descarriado, pero aún soy salvo y voy al cielo». No, no lo es. Si está viviendo de esa forma —arrogante, errónea y liberal— y no le rompe su corazón, usted por consiguiente, no conoce al Dios de la Biblia.

Fragmento extraído del libro La seguridad bendita: La salvación que se conoce, Adrián Rogers

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