La duda y la incertidumbre pueden asaltar a cualquier creyente en momentos de prueba y dificultad. Es como si el enemigo de nuestra alma se aprovechara de nuestra debilidad y nos preguntara: "¿Dónde está tu Dios para ayudarte?"
Pero, como lo dice Isaías 41:13, Dios nos sostiene de la mano derecha y nos dice: "No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte". Esto es una promesa poderosa que nos recuerda que no estamos solos en la batalla.
La fe es como un músculo que se fortalece con el ejercicio y la práctica. Cuando enfrentamos pruebas y dificultades, nuestra fe puede tambalear, pero no tiene que derrumbarse. Podemos elegir creer en las promesas de Dios y confiar en su poder y su providencia.
Como dice el apóstol Pablo en Romanos 8:28, "Sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados según su propósito".
Así que, cuando enfrentemos pruebas y dificultades, recordemos que Dios está con nosotros y que su poder y su providencia están trabajando a nuestro favor. No estamos solos en la batalla, y podemos confiar en que Dios nos sostendrá y nos guiará a través de cualquier situación.