La queja del hombre y la gracia de Dios | Serie Rut - Parte 8

Rut y Noemí
"18 Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más. Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí? 20 Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. 21 Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido? Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada."
Ante las palabras tan decididas de Rut (vv. 16-17), Noemí desistió y no dijo más (v.18). De ese modo las dos mujeres continuaron el viaje juntas "hasta que llegaron a Belén" (v.19a). Al llegar a Belén, toda "la ciudad se conmovió (v.19b). Noemí estaba volviendo como el Hijo Pródigo, aunque con esta diferencia: no estaba llegando sola. Volvió acompañada de una mujer que se había convertido a la fe de Jehová o que estaba en el proceso de hacerlo.

En el idioma original, las palabras "se conmovió" traducen un verbo que significa "agitarse" o "hacer un gran ruido" (ver 1 R. 1:45, "estruendo"; Mi. 2:12, "estruendo"). Lo que el autor está describiendo es la manera en que las noticias corrieron por todo el pueblo de Belén. La llegada de Noemí y Rut causó un tremendo impacto en Belén, y todo el mundo se puso a hablar de ellas, preguntando: "¿No es esta Noemi?" (v.19c).

La pregunta se debió al gran cambio que notaron en ella. Años antes, cuando se fue de Belén, Noemí era una mujer joven, llena de vitalidad y energía. Salió con su esposo, buscando mejorar su situación económica, pero ahora, después de diez años, volvió una mujer envejecida y desgastada por todo el dolor y sufrimiento que experimentó en la tierra de Moab. "¿Podría ser la misma persona?", se preguntaron en Belén. Noemí era casi irreconocible.

Eso es lo que el pecado hace en nuestras vidas; nos envejece antes de tiempo. Nos quita la paz y la tranquilidad, nos quita el gozo de la vida, nos llena de tristeza y sufrimiento, y afecta nuestra conciencia delante de Dios. El resultado es que andamos cargados, bajo el peso de las consecuencias del pecado. Así que nos hará bien evaluar nuestras vidas y preguntarnos, ¿qué de bueno trae el pecado? Dios no nos hizo para vivir así, cargados del pecado, y Él puede devolvernos el gozo de vivir. Sin embargo, tenemos que volver a Él y dejar el pecado. Ese es el precio de la paz y el gozo de vivir.

Al percatarse del bullicio de los comentarios del pueblo, Noemí se dirigió a los ciudadanos, diciendo: "No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en gran amargura me ha puesto el Todopoderoso" (v.20). El nombre "Noemí" significa "placentera" mientras que "Mara" significa "amargura". Cuando ella nació en Belén, entre el pueblo de Dios, Noemí tuvo la posibilidad de desarrollar una vida placentera y podría haber hecho honor a su nombre; pero cuando escogió irse a la tierra de Moab, a la tierra del pecado, se expuso a una vida de amargura. Era totalmente lo opuesto de lo que Dios quería para ella.

Noemí no se conformó con llamarse "Mara" sino que procedió a explicar en detalle por qué se sentía tan amargada. Según ella, la culpa la tenía Dios. Notemos las expresiones que ella usa en este capítulo para explicar lo que le pasó en la vida; expresiones que culpan a Dios:

"la mano de Jehová ha salido contra mi" (v.13b).

"en gran amargura me ha puesto el Todopoderoso" (v.20b).

"Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías" (v.21a).

"Jehová ha dado testimonio contra mí" (v.21b).

"el Todopoderoso me ha afligido" (v.21c).

Notemos tres detalles acerca de estas palabras:
  1. A pesar de haber vivido tantos años en Moab, rodeada de la idolatría, Noemí no se olvidó quién era Dios: "Jehova", el "Todopoderoso"; el eterno 'YO SOY'; el Dios de Moisés (Éx. 3:13-15); el Omnipotente; el Dios de Abraham (Gn. 17:1).
  2. Noemí no se muestra arrepentida. Ella no reconoce que sus sufrimientos fueron el resultado de su pecado o la mala decisión de haber salido de Belén. Si sabía que Dios era el Todopoderoso, ¿por qué no se quedó en Belén? ¿Por qué puso su confianza en la tierra de Moab? Noemí sabía que Jehová era el "Todopoderoso", sin embargo no puso su confianza en Él. ¡Cuántas veces somos igual a ella! Tenemos que reconocer que lo importante no es cuánto conocemos de Dios, sino cuánto de lo que conocemos, creemos. Una teología teórica no nos ayuda mucho; necesitamos una teología práctica, una teología que vivimos.
  3. Noemí le acusó a Dios de haber sido malévolo en Su trato con ella. No se limitó a decir que Él permitió todo lo que ella sufrió, sino que Dios lo había causado.
Aunque Noemí volvió como el "Hijo Pródigo" del Antiguo Testamento, sus palabras fueron muy diferentes a las del Hijo Pródigo del Nuevo Testamento. Ella no dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti"; más bien, volvió hablando mal de su Padre celestial. ¡Cuánto tenía que aprender! Noemí no se arrepintió en la tierra de Moab, sino en la tierra de Canaán; en la casa de Su Padre. Esa es la gran diferencia entre ella y el Hijo Pródigo de la parábola de Cristo.

¡Cuántas veces acusamos a Dios de algo cuando en realidad nosotros somos los culpables! Eso nos enseña que es peligroso hablar cuando nos sentimos amargados. Cuando estamos así, es mejor callar y reflexionar antes de proferir palabras contra Dios.

El capítulo termina con una frase llena de significado espiritual. Noemí y Rut volvieron de los campos de Moab (v.22a) y volvieron con las manos vacías (v.21a), sin embargo volvieron "al comienzo de la siega de la cebada" (v.22b). El pecado vació la vida de Noemí y la gracia de Dios la estaba por llenar. A pesar de la amargura que sentía en su corazón y las palabras fuertes que habló contra Dios, el Señor no se molestó con ella. En Su gran misericordia, Él la iba a conducir hacia el arrepentimiento, mostrando la grandeza de Su poder. Lo iba a hacer, no por medio de más sufrimiento sino por una abundante provisión, no sólo de alimento material como la cebada, sino de los hijos que nacerían gracias a la relación que se daría entre Rut y Booz. Cuando el pecado abundó, abundó también la gracia de Dios.





Fuente: Publicado originalmente por Grupo Editorial PleromaDabar con el título La Novia de Cristo | Comentario Bíblico sobre el libro de Rut © 2018 por Alex Donnelly

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