3 cosas que debes saber sobre Filemón | Mark G. Johnston

3 cosas que debes saber sobre Filemón

Aprimera vista, la carta de Pablo a Filemón parece una correspondencia privada escrita para abordar un problema doloroso que había surgido en una familia cristiana del mundo del Nuevo Testamento. De hecho, es precisamente eso, pero en el propósito más amplio de Dios, el Señor consideró oportuno incluirla en el canon del Nuevo Testamento para el beneficio de la iglesia a lo largo de los tiempos.

Por un lado, el tema que aborda es evidente. Al parecer, un esclavo llamado Onésimo le robó a su amo Filemón y huyó, probablemente a Roma. Según la ley romana, ese acto acarreaba graves consecuencias para el perpetrador, que incluso le daban el derecho al amo de ejecutar a su esclavo si así lo deseaba. Sin embargo, en el caso de Onésimo, cuando intentó huir de su amo terrenal, corrió involuntariamente a los brazos de un Amo nuevo y celestial al encontrarse con Jesús mediante la predicación de Pablo mientras estaba prisionero en Roma.

Sin condonar el robo de Onésimo, el apóstol vio que la vida de este esclavo dio un vuelco debido a la gracia. Pasó de ser visto como un fugitivo «inútil» ante los ojos de Filemón a ser «útil», no solo para Pablo, sino también para su antiguo amo (Flm 11). La fuerza de este giro se aprecia en el juego de palabras ligado a su nombre, Onésimo, que significa «útil». El apóstol no solo escribió a Filemón para pedirle que volviera a recibir a Onésimo, sino también para que lo acogiera como a un hermano en Cristo. Más aún, Pablo le prometió a Filemón que cubriría las pérdidas económicas que había sufrido por el robo.

¿Cómo explicamos, por un lado, esta respuesta contracultural a la mala conducta de Onésimo y, por otro lado, la petición de Pablo a Filemón, que parece increíble? La respuesta es Cristo y lo que pasamos a ser en Él cuando somos unidos a Él en la salvación.

1. Cristo nos permite ver nuestras circunstancias bajo un lente diferente.

Pablo estaba nuevamente en la cárcel. Una vez más, el apóstol no respondió a su encarcelamiento refunfuñando o quejándose por la situación, sino reconociendo la providencia de Dios en todas sus circunstancias. Se describe como «prisionero de Cristo Jesús» (Flm 1). Su «recompensa» por el servicio fiel era la cárcel, pero aquí, al igual que en otros pasajes, la ve como parte del misterio del propósito de su Padre celestial, que se estaba cumpliendo para él y a través de él. En este caso concreto, su encarcelamiento significó que conoció a Onésimo, se dio cuenta de que su amo (Filemón) era un amigo cercano de él y, al compartir el evangelio con este fugitivo, pudo verlo comenzar una nueva vida en Cristo.

A pesar de la incomodidad y el desánimo de su situación desde una perspectiva humana, Pablo estaba aprendiendo que, aunque los caminos de Dios suelen no ser los que elegiríamos para nosotros mismos, siempre son lo mejor para Su pueblo y para Su propia gloria. ¡Cuán cierto ha sido esto para el pueblo de Dios a lo largo de los siglos! Por mucho que nos cueste reconocerlo en el momento, sabemos que Dios obra según Su sabiduría amorosa en cada circunstancia de la vida.

2. Nuestra relación con Cristo transforma la forma en que nos relacionamos con los demás.

A un nivel aún más profundo, no podemos dejar de observar que la unión de Pablo con Cristo alteró radicalmente su relación con todos los creyentes que compartían ese mismo vínculo sagrado. La unión personal con Cristo se extiende a la comunión corporativa con todo Su pueblo. Es decir, así como en nuestras familias naturales nosotros y nuestros hermanos compartimos el ADN de nuestros padres, en la familia de Dios compartimos el mismo ADN espiritual, por así decirlo, con Cristo, nuestro Hermano Mayor y Redentor.

Para el apóstol, esto no solo transformó el modo en que veía su relación con el recién convertido Onésimo, sino también con Filemón, Apia y Arquipo (que, según se cree, era un colaborador de la iglesia que se reunía en la casa de Filemón). Es interesante que Pablo añada: «Ruego que la comunión de tu fe llegue a ser eficaz por el conocimiento de todo lo bueno que hay en ustedes mediante Cristo» (Flm 6). La palabra griega traducida como «participación» es koinōnia —que suele traducirse como «comunión»—, y se refiere a la manifestación visible entre los creyentes de su comunión con Dios en la salvación.

Cuando entramos en esta relación única y transformadora con Dios a través de Su Hijo, también debe manifestarse en relaciones transformadas con los demás.

3. La gracia de Dios se convierte en el distintivo de nuestra vida como pueblo Suyo.

El llamado más impactante y desafiante que el apóstol hace en esta carta no es solo su exhortación a que Filemón vuelva a acoger a Onésimo, quien lo había traicionado tan terriblemente, sino que además lo trate como un «hermano amado» en Cristo (Flm 16). Quizás Filemón podría haber reaccionado instintivamente contra esa idea pensando que era injusta, pero Pablo le pide que lo haga prometiendo que compensará personalmente a su amigo por todo lo que Onésimo le había robado. También lo anima a hacerlo recordándole la gracia del Señor Jesucristo —el favor gratuito e inmerecido de Dios—, por la que Filemón había recibido la salvación y por la que ahora estaban siendo transformados todos los aspectos de su vida. Así pues, para todos los cristianos, lo que nos hace destacar en nuestro mundo caído es la gracia semejante a Cristo que moldea nuestras relaciones.

Publicado originalmente en el Blog de Ligonier Ministries.

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