Nota la descripción que hace el apóstol Pablo sobre la experiencia de la vida cristiana. En primer lugar, se vive en el cuerpo. Eso significa que siempre sentirás la atracción de la carne, siempre te encontrarás en conflicto, te encontrarás falto de valor, desanimado y lamentando tu inconsistencia. Lucharás contra la enfermedad, la tentación, la debilidad y finalmente con la muerte; vivimos esta vida en el cuerpo.
En segundo lugar, la vida cristiana también se vive por la fe en el Hijo de Dios. Vivimos esta vida ejercitando la fe en Cristo con cada circunstancia de la vida. Esto significa que es activa, no pasiva. Comprender el evangelio no significa simplemente creer que Jesús murió y resucitó; comprender el evangelio significa creer que Jesús está contigo, que actúa en ti y que te sostendrá. Significa vivir tu vida en el cuerpo, con todas sus luchas, por la fe en el Hijo de Dios. ¿No te alegra saber que el Espíritu de Dios estará contigo en todo lo que enfrentes esta semana?
Puedes estar afrontando retos que parecen superarte y no basta con decirte a ti mismo: «mi pasado está perdonado, así que tengo que intentar hacer lo mejor posible esta semana». Jesús te da Su Espíritu gratuitamente cuando crees en el evangelio, de la misma manera en que perdona tus pecados. Él te dice: «Tus pecados están perdonados. Ahora ve y enfrenta los retos de esta semana, sabiendo que yo estoy contigo siempre». Esto es el evangelio.
¿Tu forma de pensar sobre la vida cristiana está en equilibrio? ¿Estás más centrado en vivir la vida cristiana en el cuerpo, con todas sus debilidades y desafios, o en vivir por la fe (olvidando que todavía estás en el cuerpo)?